- Nosotras como siempre.
Durante mucho tiempo se quedaron flotando sus palabras como una pesada letanía. Esas últimas palabras que le escuché. Ahí, sin terminar de acomodarse, estaban en algún rincón de mi cerebro.
- Nosotras como siempre.
A cada sílaba que ella articula, sentía la parada y certeza de la muerte inminente de ese "nosotras".
Y sin embargo, que pocas veces le hacía caso al corazón que habla.
Han pasado ya muchas vidas. Y otras que se fueron para no volver.
Ocurre, que no había vuelto a cruzarme con su mundana trayectoria.
No así en sueños, extraños y pesados. Ni en pensamientos, que por algo van por libre.
Ayer la vida. De espaldas. caminaba delante de mi, al lado de su madre. Esta última me vio y quiso provocar el encuentro. Al ver su intención, lo evité.
Es curioso. No sentir nada.
Continué mi camino. Llegué a casa. A la atalaya. Desde sus ojos se aprecia lo rápido que mudan las cosas de aquí.
Los colores con los que nos entretiene el cielo, mientras nos guarda.
Semper fidelis.
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