domingo, 31 de enero de 2016

Siempre

Y vuelvo a pisar los charcos,
Sabiendo que desde el suelo,
También se logra alcanzar,
Un pedacito de cielo.




Vera







El sol le cantaba.
La tierra reía.
No hubo invierno.

El afuera del adentro




Existe un sendero donde la mente se recrea.
Es el lugar donde habitan los secretos.
No se muestran. Ni se enseñan.
Son sólo para quien los descubre.
Pues nada de lo que se enseña, merece la pena ser aprendido.

Flores

Por cada flor, un fruto que al madurar y abrirse, esparce semillas de vida al viento.
Conceptos que se transforman en otros conceptos.
Potenciales que alojan dentro de sí otros potenciales.
Se tiende a pensar en términos extremos. Pares de contrarios.
Blanco. Negro.
Mal. Bien.
Vida. Muerte.
Y sin embargo, es todo a la vez.
Los conceptos son como los ejes cartesianos, sistemas de referencia de la mente pensante.
Sólo que en el caso de los conceptos, no son seis sus grados de libertad. Cada concepto tiene tantos como cerebros pensantes.
Si un concepto, se fija, muere. Se convierte en un fósil de la memoria.
Árbol, flor, fruto son la misma cosa: vida.
Al comer el fruto, se entrega, para convertirse en vida.

Así es el alimento.
Así es la palabra.
Permanece el espíritu.
La semilla.



sábado, 30 de enero de 2016

Cielo





Un nuevo día nacía,
mientras el sol se escondía.
Al regalo del color
Volvía a la vida
A respirar
A la calma
Y tus besos, me curaban.

Veredas

Gocemos el bosque
En largo paseo.
Las manos cogidas
Atrás, en la espalda.
Así, bien juntitas
Caminan las almas.
El mirar, andante
Dulce movimiento.
Dejarse, perderse,
En los pensamientos.
De agua
De musgo
De árbol
Y helecho.
Dejaremos huellas,
Entre sus veredas
De trigo
De mar
De olivo
Y de sal.


viernes, 29 de enero de 2016

Erg

Te reconozco.
En el curso de las huellas que vas dejando en mi mente.
Puntos de tangencia en los que el ser se sustenta.
¿Acaso es la vida este espejismo?
Te encuentro.
En los rastros del viento.
Eres la fuerza que disgrega el corazón de la montaña.
Y lo esparce.
Muy lejos.
Por los siglos de los siglos.
Caricias aéreas.
Vuelvo.
Del sueño sin sueños.
A la llamada de tu luz.
Abro los ojos.
Ríes.
Río.
Se llenan de alegría las almas.
Ocultas.
¡Tan viajeras!
Todo cobra sentido.






jueves, 28 de enero de 2016

De sedimentos es la memoria

Los acantilados del presente son las rocas erráticas del mañana.
Metamorfosis de escarpados horizontes inciertos.
Hojas que se despliegan para descubrirse en un gesto.
Discontinuo tiempo incierto que se muestra superpuesto.

Instantes

Un poquito es tanto
Para levantarse.
Perderse en un libro
De porte elegante.
Encontrar tu luz
Tan clara y dorada.
Estudiar los astros
En sus diminutas pecas.
Sólo esas cosas.
Son las que yo quiero.
Una pizca es mucho
Con lo que crear
Un pequeño mundo de paz y descanso.
Llenar el espacio de hermosura y risa.
Ese es el saludo
De la tierra amable.
Casi todo sobra.
Si tú no lo inventas.
Acaso una chispa
Que todo lo prenda.

miércoles, 27 de enero de 2016

Amigos

Está la buena gente.
Que aparece después de mucho.
De un modo causal.
Y se quiere quedar contigo.
Aunque sea otro ratico más.
Habitantes. De espacios recíprocos.




Lo que queda

No importa donde seas,
El mar te alcanza y siempre llega.
Moldea las arcillas de los campos,
Los rostros de las gentes,
Los valles,
Las veredas.
Dispersa luz de agua entre las ramas.
Tan cerquita del cielo que se quedan.
No importa que no conozcas su nombre,
El mar responde y siempre queda.
Dentro se saben sus misterios.
Vida pura es lo que desvela.
Despierta,
 En la forma de sus paisajes.
El mar te lleva,
Cuando tú ya no puedas.
Será tesoro oculto,
entre las rocas.








martes, 26 de enero de 2016

Semper fidelis

- Nosotras como siempre.
Durante mucho tiempo se quedaron flotando sus palabras como una pesada letanía. Esas últimas palabras que le escuché. Ahí, sin terminar de acomodarse, estaban en algún rincón de mi cerebro.

- Nosotras como siempre.
A cada sílaba que ella articula, sentía la parada y certeza de la muerte inminente de ese "nosotras".

Y sin embargo, que pocas veces le hacía caso al corazón que habla.

Han pasado ya muchas vidas. Y otras que se fueron para no volver.
Ocurre, que no había vuelto a cruzarme con su mundana trayectoria.
No así en sueños, extraños y pesados. Ni en pensamientos, que por algo van por libre.
Ayer la vida. De espaldas. caminaba delante de mi, al lado de su madre. Esta última me vio y quiso provocar el encuentro. Al ver su intención, lo evité.

Es curioso. No sentir nada.
Continué mi camino. Llegué a casa. A la atalaya. Desde sus ojos se aprecia lo rápido que mudan las cosas de aquí.
Los colores con los que nos entretiene el cielo, mientras nos guarda.
Semper fidelis.

Pasajes

Tras cada acontecer, un nuevo horizonte en el que descansar la mirada.
Naciente a cada instante.
Es la ficticia línea de fuga donde un recuerdo se detiene.
Se recrea en sus ondulaciones oscilantes y se anima de nueva vida.



lunes, 25 de enero de 2016

Lacrimosa


Gustaba de andar desnuda entre la niebla.
Se me ha vuelto a incrustar un cuerpo extraño, que me tapona los sentimientos.
Y es que por mucho que no quiera estar triste, 
las lágrimas sujetas de tantos malos ratos me rebosan.
No voy a tapar nada.
No quiero.
Prefiero ir sin ropa. 
Quedarme en cueros.
Sin nada que interrumpa el fluir.







Oui





Si es que te eleva,
vuela.

Aprendiendo otra vida

Te aferras con fuerza a mi palma.
Noto tu sangre. Pulsante. Su latir entre mis manos.
Calor con calor, nos conectamos.
Es el impulso de vida, que sentí por primera vez, cuando estaba dentro de tu vientre.
¿En qué obscuras e inhóspitas regiones has estado deambulando?
Volviste.
Exhausta.
Perdida.
Tu mirada divaga. Es un continuo interrogante.
Lentamente, muy despacio, vuelves al espacio de tu cuerpo.
Inmutable, tu esencia.
El ser intuye y reconoce aquello que la mente no recuerda.
¡Eres creadora de tanta vida!
Vida que se expande. Siempre en crecimiento.
Desde tus delicadas raíces, viaja, proyectándose en las nubes.
¡Tantas vidas distintas en un único envoltorio!
Mas, cesará este letargo.
Volverán las hermosas flores a llenar de colores el verdear de los campos.
Volverá la serena belleza, descanso de la mirada.
Visión quebrada a cada golpe fatal.
Y pasearemos por las crecidas mieses, olvidando a cada grano la tristeza.

Rosas de mañana

Ojalá que el despertar de madrugada,
Fuera siempre la placentera sorpresa,
Del calor de un abrazo improvisado.
Que la mente se disipe y se convierta,
En el sentir de tu bendita presencia.
Ojalá se citase en reunión,
El amor en todos sus instantes
Y se fuera a concentrar en el momento
En que al sol amaneces en mi pecho.
Sol de rosas
Rosas nubes
Esculpidas en el cielo.
Quisiera prolongar este sentir,
Hacer de él mi fortaleza,
El resguardo del dolor inevitable.
Agazapado e implacable,
Aguarda.

domingo, 24 de enero de 2016

Pisando charcos

A medio despertar. Emprendíamos la marcha.
Era mi primer día de colegio.
Iba acompañada de mis hermanas.
Al salir de casa, me dijeron que me aprendiese bien el camino.
Fue la primera vez y la última que fui junto con alguien.
No hubo la emoción de lo que se inicia y desconoce.
Ni besos de despedida.
Entré en el aula.
Aquello me pareció un pequeño caos. Niños llorando por doquier. Había un niño que se había hecho pis encima. No entendía nada.
Yo, me mantuve expectante. Con mi reluciente baby blanco con mi nombre bordado en azul, encima del corazón.
Volví a casa.Sola.
Encontré un camino alternativo.
Ese día, había descubierto la música. La alegría y el cariño.
Al día siguiente volví: deliciosamente sola.
Tenía cuatro años. Y muchas ganas de aprender.
Recuerdo las preciosas coronas de flores. Y de estrellas. Yo, quise ser una flor.
Pero siempre me tocaba ser estrella.
Tomábamos posiciones: las flores en el suelo, regadas por el jardinero Jacinto. Las estrellas arriba, sobre un armario.
Cantábamos.
Con los pies colgando, llenos de barro, de los charcos del camino.
Así llegaba al cálido refugio de mi más remota infancia.
Pisando charcos. Con mis ortopédicas botas.

sábado, 23 de enero de 2016

De granadas



Lucen en tu rostro
maduras granadas.
Polvo de rubí.
Fuga de un instante.
Es la realeza
de la noche obscura.
Envuelta en su peplo
se entrega serena.
Al iris del halo
de esta luna plena.
Se eleva el perfume
de sal en la tierra.
Allá en lo más alto,
avanza mi barco.
Sus velas te besan.





Luceritos

Se levanta,
leve,
la bruma.
Suave ascenso,
pluma de espuma.
En la tarde,
que al sol se acuesta.
No es espera,
es compañía,
cantarte a la luz del día.
Susurrar música,
a tu noche.
Olor a miel y avellanas.
A frutos secos del campo
que fue bosque.
Hoy es descanso.
Dos candelitas se prenden,
en la rosa de tu cara.
Miras fuera
de este adentro
que te sujeta las palmas.

En el cielo, el mar

¿Acaso no se transforma el mar en nube para convertirse en el filtro del cielo?.
Lo llena todo de color y movimiento.
Derrama su belleza en la línea de  su abrazo.
Trazo variable, al avanzar adentro de las olas.

viernes, 22 de enero de 2016

Aire

Cuando estoy contigo, no noto esos conceptos que no tienes. Ni los otros, tampoco.
En ese momento, a solas, no existe nadie más.
Sin darme cuenta, soy cada uno de los matices que te componen.
Me convierto en un conjunto de partículas flotantes. En torno a ti, levitan.
Te aprendo. Hasta llevarte dentro.
Hasta que desaparezco en tu aire.
Yo, que soy de agua.

El medio

La piel no necesita comprender.
Tan sólo otra piel que la conozca, mientras con ella inventa un lenguaje.
Se repliega y toma aliento con las manos.
Abren el camino a lo sutil.
Al paso de ondulados territorios creados por las caricias.
Suave entrega, confiada.
Desafío de hilos imaginarios que pendulan en el tiempo.
Frontera de lo terreno y eterno.
Cartografía del firmamento.
Que acaeció en el instante concreto de tu forma.

El castillo blanco

Estaba en la cumbre de una colina bastante alta, en sus torres con estandartes se reflejaba el impreciso sol de poniente, pero era blanco; blanquísimo y hermoso. Por alguna extraña razón, pensé que uno solo puede ver algo tan hermoso e inalcanzable en un sueño. Y, en dicho sueño, corres agitado por un camino que serpentea a través de un bosque oscuro para alcanzar la blancura de la cumbre, la blanca esrructura; como si allí se celebrase una fiesta que no te quisieses perder, una felicidad que no quieres que se te escape, pero ese camino que crees que está a punto de acabarse nunca termina.

Orhan Pamuk

Sin varita mágica

He recordado largos anocheceres pausados. Dentro del refugio de las gruesas mantas de invierno.
Recorriendo cada trazo de las hadas. Deteniéndome en su etérea y misteriosa belleza.  Admiraba sus trajes hechos de pura luz de estrellas. Sus ondulados e infinitos cabellos. Sus claros ojos de mar. Su belleza de otros mundos.
Se materializaban justo en el instante en que se desvanecía la esperanza.
Cambiaban el curso de los acontecimientos.
He leído que hay que volver a soñar la vida y los sueños que perdimos para poseerlos de nuevo.
He recordado. He vuelto a soñar.
Lo que simbolizan las hadas. Que todo se puede cambiar, con tan sólo crear un nuevo pensamiento.

jueves, 21 de enero de 2016

XXV años de Paz

Borraba cualquier huella de la pizarra, hasta dejarla impoluta. A continuación, cogía la tiza con total seguridad. Y como si estuviese realizando el ritual de la consagración de la hostia, se sumergía en una suerte de trance, de solemne concentración. Entonces, ocurría el esperado fenómeno: de un solo trazo, dibujaba un enorme y perfecto círculo. Éste era, normalmente la base, para explicarnos las cuestiones que interesan a nuestro planeta. Era la maestra de Ciencias Sociales.
Tantas veces trazaba ese círculo, lo recreaba yo con mi mente. A veces, en la soledad del recreo, la imitaba. Me salía casi tan perfecto.
Era una mujer de anatomía robusta. Tirando a alta.
Mostraba un resentimiento grande hacia la vida. No sé si porque enviudó joven o es que era así de nacimiento. Se manifestaba en un contraído gesto de su boca. Que expresaba repugnancia, en cuanto algo no era como ella quería o se escapaba de su control. Hechos que ocurrían a menudo.
No era ni fue hermosa.
Tenía un grandes pechos alojados en una ortopédica estructura cónica. Se mostraban como dos inexplicables formas geométricas, armadas, desafiando la gravedad.
Su paciencia y tolerancia eran inexistentes con la duda o la desobediencia.
Humillaba. Sin mover un solo músculo de cara. Con la expresión de un cetrino cadáver. Cuando tenía a su victima al borde del llanto, sumergía su cara entre sus puntiagudos pechos. Era nauseabundo.
Yo fui, de esto, una mera espectadora. Como mis resultados académicos eran brillantes, me dejaba en paz. E iba por libre. Pero sufría sus toscas formas y en sufrimiento de mis compañeras.
Estuvimos sufriendo a esta mujer tres años. En octavo curso de E.G.B. decidí hablar, en contra de mi costumbre. Le pedí, por favor, que nos dejase de dar clase de religión o que lo hiciese de otra forma, pues todo se lo inventaba y ofendía la inteligencia. La que se dio por ofendida, fue ella. Lloró muchísimo. Hizo drama. Pero conseguimos que dejase de darnos clase y lo hiciese el simpático párroco del pueblo. Todo un avance.
Los viernes por la tarde había una hora escolar de libre disposición en la que se le ocurrió la feliz idea de dedicarla a costura.
Yo me negué a hacerlo. No porque no me guste coser (que no me gusta). Supongo que por provocar.
No me dijo nada. Lo dejo estar. Así es que mientras las niñas de clase cosían, yo leía.
Se acercaba el final de curso y de la E.G.B.. Un grupo de investigadores chinos visitó el colegio interesado por los excelentes resultados académicos de sus alumnos.
Cuando llegó la hora de convocar a aquellos cuyos expedientes eran los mejores, la trazadora de círculos, nuestra tutora y directora del colegio, sencillamente me ignoró.
Había buenas alumnas en mi clase. Pero los mejores resultados eran los míos, con diferencia.
No iba yo a quedarme sin la expresión de su resentimiento.
Mis compañeras, cuando nombró a las elegidas, me miraban con tristeza. Yo, a su vez, miraba hacia el fondo de la clase, a ver si estaba ahí el objeto de sus miradas.
Me decían desde siempre que no lloraba por nada.
En público, no acostumbro.
Benditos viernes. Entre mantelerías de panamá, deshaciendo nudos ajenos, inventando dibujos y leyendo. Construyendo algo propio en un mundo cimentado en lo supuesto y la obediencia ciega.
Yo me quedé sin tratar a los chinos.
Y ella sin mis reverencias.
No sé porque me acordé hace poco de la anécdota de los chinos.
El caso es que entendí que es buena cosa ser invisible.



miércoles, 20 de enero de 2016

Anatomía de una víscera

- Mira. Dijiste.
Es tan grande. Lo recuerdo. Justo en el centro del cuerpo. Este órgano de tan compleja anatomía.
A veces, se aloja en lugares remotos. La discontinuidad es un mera apariencia. Poderosas fuerzas invisibles crean su unidad.
Esta es la verdad. De habitar. Y de ser habitado.
Fluir en la más cálida corriente.
Cuando tu sonrisa no se enciende, hay una parte de la curva de mis labios que no se tensa.
Hay momentos que no transcurren, ni suceden, cuando tú te paras. Pues yo también me detengo. No tengo prisa. Me amoldo a tu ritmo para acompañarte.
Ahora, si, empezamos el nuevo año. Un año de esos que se cuentan de diferentes maneras en la historia.
Aunque el tiempo siga sin existir, no por ello se deja insistentemente de medir.
Eones, en un instante.
Emigran ,las palabras, hacia las regiones cálidas de la existencia. Vuelan en busca del calor de su luz.
A por las cosas bien hechas. ¿verdad?
Conforme siento el avance, me invade la sensación de que cada vez hay menos cosas que comprender.
Quizás, sea que ensayo pensamientos de prestado. Ni me encajan. Ni me sirven.
¡Y qué más da!
Se aflojan los miedos. Caen como  hojas secas, junto a los porqués.
Respiro. Muy hondo.
Veo esas pupilas que se dilatan, tenuemente, de manera casi imperceptible, al calor de un aliento cercano.
Sólo al vivir se encuentran las respuestas. Y las preguntas.
Late. El instante. La anatomía de una víscera para el último simbólico.







Lágrimas de hielo




Lloraba. Incesantemente.
Es él, decía,
Más no podía retenerlo.
Ni convertirlo. A su imagen y semejanza.
Hizo del lugar de la vida, un drama.
Un día, refiriéndose a él, confesó:

- Quiero que sufra.

Se me heló el alma.

No es él. No.
Eso, no es amor.

martes, 19 de enero de 2016

Sin llaves

No se necesitan grandes flashes.
Ni fuegos de artificio.
Ni potentes focos que esculpan la anatomía del ser.
Basta la luz propia de la mirada que emana hacia las cosas.
En la que converge la belleza.
La manera en la que se entiende la vida y su mundo.
Hay demasiadas pátinas para entretener el deseo.
Es sólo un juego más o menos divertido de la mente.
Se nos da la luz. Al nacer.
A ella volvemos, inexorablemente.
Como venimos.
Desnudos.



Despertares





Tú, que quieres prolongar la calidez de despertar en un abrazo.
De olor a pan fresco, a campo y a risa.

Siente en tu piel mi mañana.

lunes, 18 de enero de 2016

A ras de cielo




Mientras todas esas cosas pensábamos,
Y tantas otras que hacíamos,
Ajenas a todo, se fundían nuestras almas.

Fruto de la tierra

Puede que sea un pequeño fruto. Escondido entre la fronda de un espinoso arbusto. Puede.

Es lo bueno. Y lo hermoso. La diversidad de las formas en que se manifiesta.

Detrás de tantos pares de ojos. Y monóculos. Esos que sienten lo que miran.

Llegó el momento, en que me dijo:

- Pero estás hablando de amor verdadero.

Claro. Pensé. Para nunca contestar.

A partir de ahí, sobraban las palabras.
Como si el amor pudiese ir acompañado de cualquier otro adjetivo.

Puede que, alguna vez, te encuentres muy perdido en esta vida.
La verdad te conducirá siempre a él. De nuevo. A tu fuente original.

Entonces, se empieza a sentir los lugares donde habita.
Donde está sin estar.
Se es con.

Al respirar, en su compañía, se genera la corriente más cálida.

Nos volvemos invisibles.
Poderosos.
Reales.

Una y diez

¿Cómo iba yo a esperar encontrarte en un remanso de mi mente?
Con los cueros, al aire.
Céfiro exultante en la cumbre de la ola.
Orilla con orilla.
Eres dulce locura que crea mi mundo.
Viajero ingrávido de la existencia.
Creces mis alas con tus sueños.
Luz que prende en cada astro naciente.

Qué buena cosa es vivir.
Vivir el más allá,
de esta cáscara latiente que es el cuerpo.

Ser de agua

Agua.
Te tomo en el hueco de mis palmas.
Vano intento de retenerte.

Te escurres. Libre. Vibrante.
Bebo lo que queda del instante.
Dentro se incorporan tus caminos secretos.

Agua.
Escuchas al mundo.
En tu trotar de amplio bagaje.
Te derramas en mi,
Y me convierto en tu viaje.

Agua viva.
Metamorfosis continua.
Compones la estructura de la tierra.
Fluyes.
Eres la música del ser.
Sediento. De ti.

Eres agua.
Agua ,que a poquitos, queda estanca entre mis manos.
Agua que recorre la piel.
Agua que se va y escapa.








domingo, 17 de enero de 2016

Claroscuro

Soy invisible fuerza evanescente.
Ágil ente que se mueve sutil entre las sombras.
Habito en el claroscuro de los mares.

En esta noche calma,
de sosegados gestos,
quisiera ser una pequeña estela.
Dormir suavemente entre tus brazos.
Ser iridiscente rastro de los sueños.
Eco de otros mundos,
que desaparece al encenderse el alba.





Encuentro algunas palabras

Toma mi mano, así, con fuerza.
Juntas, damos las gracias por recibir este sol nuevo.
Sol que se derrama en el mundo.
Veo tu mano. La miro: tan frágil.
Surcada de forma inclemente, por el arado del tiempo.
Tu ceño fruncido pregunta a la vida qué es lo que sucede.
Pendiente, de un delgado hilo invisible que emana del espíritu. Te aferras a ella.
Encuentro refugio  en esta soledad buscada.
Recogido sitio donde sostener el dolor que la cruel enfermedad causa.
Se ensaña, insaciable, en esquilmar tu belleza y arrebatar tus dones.
En el agujero negro de estos instantes, he ido encontrando algunas palabras.
Mientras, poco a poco, gota a gota, las tuyas se desdibujaban dentro de él. Tu garganta, se sellaba, junto con tu memoria y la expresión de tu cara.
Palabras arrebatadas. Palabras encontradas. En una insoportable asimetría.
Quisiera acunar tu cuerpo menudo, como tú hacías conmigo cuando era una niña y estaba enferma.
Quiero que sientas toda esa bondad que emanas.
Eres delicada. Y serena.
Me quedo fija. Quieta. En ese interrogante que dibujas con tu gesto.
Es la llave que conduce a todas las respuestas.
Tu casa se ha quedado vacía. Le falta tu presencia y tu alegría.
Las flores, lloran tu ausencia.
El hogar de la niñez que sin ti no es nada.
Porque los recuerdos se graban en el alma.
Ahora, pienso, en tu rostro.
Beso tu frente.
Mientras, el sol se pone en la atalaya.
Colorea el horizonte de amarillos y naranjas.
Allí donde te encuentras, mi ser siempre te alcanza.
Toma mi mano, así, fuerte.
Mientras las caricias hablan.

Chemin de fer




Hubo un pasado con tiempo en los relojes.
A mal recaudo y con gusto compartía.
Hay un sitio para estar en la materia.
Se consume para completar el hombre.
La vida se quedaba atrapada en los andenes.
Los trenes atestados se reían.
Era un vagar de uno a otro lado.
La tristeza en el balasto se escondía.
Más hubo un tren que no cogí nunca.
Tras un encuentro que todo cambiaría.
Me mostró algunas cosas que se esconden en mis manos,
A contar la eternidad en un instante.
A completar con palabras las recetas de cocina.
Encogerse de hombros,
cuando no se sabe.
Ni falta que hace.
Ni importancia tiene.
Recordó el color de mi rubor.
Mi sempiterna sonrisa.
Y mi corazón empezó a comprender,
esas cosas que la razón no explica.
Ver con la luz que se crea en la mirada.
A parar en las pequeñas llamas,
que prenden muy despacio.
Con calor se hacen más grandes.
Llamas amigas.

sábado, 16 de enero de 2016

Aquila

Cuando menos lo esperes,
con mi vuelo has de encontrarte.
Serpenteando los luceros de la tarde,
lámparas de aceite prendidas en la memoria.
Vibrante oscilación itinerante.
Construyendo un ingrávido abrazo,
se genera la semilla de lo nuevo.
Bajando suavemente de puntillas,
se esparce toda la vida,
en el fértil y blando suelo.
No existe lugar para pararse.
Tan sólo en lo que es justo y necesario.
Y nada lo es, en demasía.
Un ser dentro de otro ser.
Planean en las altísimas cumbres.
Un blanco manto, cubre el azul del mundo.

Seis por dos

En vertiginoso ascenso.
Rápido, como es su luz.
Despierta el horizonte nuestras mentes.
Lo miran, como a un extrañamiento.
De vuelta del mundo de los sueños.
Compuestos de lo raro y de lo absurdo.
Comienza, sigilosa la mañana.
En los puntos que los pies apoyan.
Seis grados de libertad, dicen.
Quién tuviera ejes cartesianos.
Sin necesidad de referentes.
Sólo quiero las miradas de aguas claras.
Y este manto majestuoso,
De finísimas partículas de oro blanco.
Es la protección y es el resguardo.

Vestida de espejos de amanecer,
Describo el camino del rocío,
En la rosa fragante de invierno.
Salpicada de millones de instantes,
Que a un tempo de sol se condensan.

Antorchitas en el cielo

Mira allá en lo alto,
La sonrisa creciente de la luna,
Que a la luz del día se descubre.
Brillante en el rostro azul del cielo,
Despejado del velo de las nubes.
Haces de luz renacen,
Moldeando los cuerpos planos e inertes,
Emergiendo sensuales de la llovizna de niebla.
Recuperan su identidad perdida.

Dispersas nubes, estiradas.
Contornos anacrónicos de color azafrán,
Dispersándose en el medio del invierno.
Que no hay tarde que no pinten,
Las llamas de este incendio.
En este extenso llano yelmo,
De campos arados y abiertos.

Deleita en mi interior,
El palpitar de tu presencia.
Do quiera que voy,
Tú me acompañas.
Eres lo que mueve la existencia.
Disipas el miedo.
Las dudas callas.
Renazco con la fuerza de tu fuego.
Pequeña llama errante,
Que prende los instantes,
Que ríe,
Con la risa de la luna.

viernes, 15 de enero de 2016

En el cielo o a ras de suelo

Puto miedo.

Me había llamado tantas veces cobarde que se sentía hasta exento de sus propios miedos, pensando que yo también era su propietaria. Así, ocurría que todo un cúmulo de cosas ajenas y propias se acumulaban dentro de un gran saco, sin fondo, en  el que todo tenía parecía tener cabida. Y que, al parecer, era mío.

Lo que no sabía, entonces, es que el mismo miedo es la cura a la cobardía. Pues una vez lo tienes enfrente, cara a cara, lo reconoces y toca su fin. Ese. Justo el que ves.

Es probable que de todo ese pasado roto hubiese algo digno de recordar, pero entre tanta miseria, mentira y podredumbre está tan enfangado que mejor dejarlo para tierra de abono.

No hay culpables.
Ni vencedores ni vencidos.
Es una batalla perdida la del tú más.

Que  no quiero ser más en nada. Ni menos. Ni mejor. Ni peor.
Simplemente quiero ser yo.
Y todo lo que  me imposibilita esto, me sobra.

Sólo quiero estar tranquila.
En los atardeceres de mi cielo incendiado.
En el verde mar de los ojos más preciosos.

Y mientras amplio la envergadura de mi traje alado, elimino los eslabones que sujetan la amplitud de mi mente.

Hubo una vez quien quiso volar con su cuerpo, como lo hacía con su mente. Lo intentaba una y otra vez.
Y no dejó de hacerlo nunca.


Eso, es la vida.


jueves, 14 de enero de 2016

Pensando, si es posible volver a hacer los recuerdos

Existimos y somos.
Aun cuando nuestros recuerdos se desvanecen.
No sé que pensamientos hay detrás de unos ojos que parecen ver las cosas por primera vez. Algo así como por sorpresa.
Miran todo y transmiten la sensación de no entender nada de lo que sucede.
Quizás es un nuevo punto cero de aprendizaje.
Se percibe la esencia, que permanece.
Se quiebra la memoria, la autonomía, el movimiento.
Y me pregunto si seré capaz de ver, sin emitir juicio alguno al respecto.
Ver en lo que es. En lo que es la realidad, ahora.
Pienso, si seré capaz de ayudar a esos ojos, que son mi primera guía en el mundo, a encontrar sus recuerdos, que también son el complemento de los míos.
El tiempo y su medida desaparecieron, aquel instante fatal.
Ahora, todo asemeja una serie de fenómenos mezclados, entrelazados, superpuestos. Que se estiran y se contraen, según el ritmo de la respiración.
¡Qué cansancio del alma!
Y sin embargo, siempre hay un más que aumenta la carga del cansancio. Y después, otro más que le sigue.
Más, continuamos.
En viajera itinerancia.
Haciendo hueco y aire. Por si acaso.




Sonrisas aéreas

Sólo necesito un rectángulo de cielo, para aprender lo que es el vuelo.
Sólo necesito leer algunas notas de tu alma, para elevar me a lo más alto de ese cielo.
Desde esta gran caja mágica, la música se amplifica y genera.
Recorro lentamente sus compases,
Se derraman sus colores en mi cuerpo.
En un bello fluir continuo de las cosas.
Todo lo que tocas,
Se convierte en armonía y movimiento.
De la punta de los dedos.
A la curva de los pies.
Llenarme de ti,
Muy adentro.
Vibración sutil
Que unifica este momento.


miércoles, 13 de enero de 2016

Desvestida

Un confuso despertar con un pijama de tristeza. 
Al intentar quitarlo, se nota tan pegado a la piel como un invisible tatuaje.
Ese camino que cada día haces, pisando sobre tus pasados pasos, ya nunca será el mismo. 
Es mucho el bagaje y el cansancio que los pies soportan. La pisada cambia, se hace firme, decidida, para ampliar la fuerza, cuando hay zozobra.

Extraña cosa es esta vida que otorga y luego arrebata. Compuesta de inconclusas estructuras de aparente orden que en un instante se desmoronan para borrar la memoria.
Un duro golpe de instante, arrebata los recuerdos, y  borra las emociones. Y la realidad se vuelve una confusa intermitencia de fogonazos incomprensibles.

¿Acaso no es  el dolor,  incomprensión?
El saber llena y trae la calma.
¿Acaso puede entenderse un sentimiento?

Dime, cómo se conjuga un verbo  sin palabras. Quieto, inmóvil.
Dime, cómo es el silencio que no habla.

Desde la firme decisión que nos enciende y sustenta.
Continuamos.
Aunque sea con el pijama, de una tristeza infinita.

Sin pararse demasiado en el instante que la percibe, decides transformarla en cosas buenas.
Otorgarlas a la vida. Darle forma de besos, de abrazos y caricias.
Sobreponerse a todo con una hermosa sonrisa.

¿Acaso no sientes cuando respiras, el dulce latir que a lo grave quita peso y te eleva?

Le he preguntado al cielo que por qué a cada instante se muestra distinto.


Dice,  que no puede parar de crear cuando nos mira. 

No. No es un dar y quitar. Es un continuo cambio, la vida.

Ese mismo instante en que te acomodas. Desaparece.

También la tristeza cesa. 
Y deja la piel desnuda.

Aunque sólo sea por un instante.





Mano con mano

Con fuerza sujetas mi mano.
Y mi corazón se alegra.
Me esponjo en ti,
como en tibia leche,
al latir de tu muñeca.
Es retornar a tu cama,
como cuando era pequeña.
Me curabas con tu abrazo,
Cuando me ponía enferma.
Sientes lo que yo siento,
De eso ya me he dado cuenta.
Guardo con celo este instante,
blancas pieles que se besan.

martes, 12 de enero de 2016

Mientras

De puntillas. Suavecito.
Se deslizan las caricias.
Nacientes. En vertiente.
De mis labios a tu espacio.
Hasta construir un beso.

Música. De una canción continúa.
Resuena. Sutil.
Aparente orden aleatorio.
Lejos de la rigidez pautada del pentagrama.
Es la vida.
Inflama. Arde.
Se abstrae en la mente.
En el punto justo que se contrae, se hace eterna.

Tus ojos miran como una incógnita

Esas cosas que ven los ojos. Si
Sin ser conscientes de lo que se ve.
De lo que se deja ser visto.

Ese ligero rubor que cambia la color de tu rostro. A veces, cuando me acerco. Mientras tu te muestras impasible y severo.

El lento parpadeo, que se torna en una deliciosa caricia, mientras una mano sostiene la copa y la otra le echa el quite al momento.

El mirar hondo, inspirado.
Que ocurre sin avisar y te lleva a las entrañas del otro. Mientras, tú también, te deslizas en sus adentros.
La sangre alborotada.
Incandescente momento.
Tan cerca, que piensas ser el doble reflejo que ves. Pero no.
Es la fusión invisible.
El punto de no retorno.

Entonces, tu universo se vuelve un doble giro a dos astros. Rutilantes.
El prisma de la vida transforma la luz en los colores de tus iris.

Es tu claro mirar, dulce canción que con preciosa voz, me cuida y me acompaña.

Intersecciones

¿Ves cómo no existe ese tiempo que antes no teníamos?
Tú, que te pensabas tan sola y habitas en una legión de honor.
Fue mucho lo que sembraste.
Ahora, todos esos halos invisibles, que crecieron en tu origen, te arropan con su luz. Con su calor te dan la fuerza y la calma.
Y así es, que un cuerpo pequeño se extiende por vastos territorios.
Mira, estos bolsillos vacíos. Estos ojos, tan parecidos a los tuyos.
Este interior de belleza, es tu reino.
Eres la elegancia discreta de saber ser sin estar en apariencia. Más allá de la forma que concreta.
Me trajo al mundo el amor de tus instantes.
Reverdecen los campos al agua de la niebla.
Que por las tardes se eleva.
Variable altizonte el de las nubes.
Gotas de mar, que dispersas, se entretienen y pasean.

Calas


Apertura.
Es el espacio intangible donde sucede lo extraordinario.
Geometría inexacta que genera lo excepcional como explicación de lo es parejo.

El silencio que habla

Cuando me dejo llenar por el silencio,
ocurre que las palabras me escogen.
Se van deslizando por el borde de mis dedos.
Y saltan a un espacio indeterminado donde hablan.

El frío invierno se arropa con un límpido manto azul de cielo.
Abrigo de la confianza.
Es el sol que transforma en rocío la escarcha.
Gotas de agua en este verde mar.



lunes, 11 de enero de 2016

Todo el color para sus ojos




El frío viento barrió del cielo su oscuro escudo de plomo.
Es la apertura del día que renace.
La vida continúa, con su mezcla de variables componentes.
De un estado. A otro estado. 
Renunciando a pensar lo que es puro sentimiento.

La atalaya está vacía sin su presencia.
Se crean los caminos elevándose e su encuentro.

Desvelos


Descorrer cortina tras cortinaje.

Detrás del  último velo que oculta el miedo,
se encuentra lo que es posible en grado infinito.


No te vayas

Qué sencillo se torna todo, cuando dentro de ti descanso.
Parece un milagro encontrar el silencio en el silencio.
Ser la calma de la calma.
Que se extiende por la noche
Y descansa en la mañana.

Sueño a destiempo.
Bálsamo efímero para esta pena tan profunda.

Se abren claros de luz violenta entre pesadas nubes metálicas.
Se desgarran sentimientos, te atraviesan y te cambian.

Esos ojos que te miran,
sin entender lo que hablan.
Y se derraman los besos,
rebosantes de palabras.
Que dibujan el camino,
que va de mi ombligo a tu alma.

Déjanos vernos en ti.
Cúrate pronto.
No te vayas.

domingo, 10 de enero de 2016

Con los ojos abiertos

Entiendes que estás en el sitio adecuado, cuando desde él puedes ser en cualquier lugar.
Sabes a flor de azahar en la punta de la lengua.
Eres una incógnita que se resuelve dentro del alma.
Y te posas en el suelo, para despojarte de las dudas. Tenues paradas para impregnarse de la belleza.
Crecer en lo bueno que ese ligero velo, al caer desvela.
Flotando en tu risa.
Amplia y valiente.
Risa de velas, surcando el azul de los mapas.
Curva tensa que el viento abraza.

Concepción




Y entendí, que mi nombre se define con un verbo.
El verbo más hermoso.

De domingo

De yoes, de seres y de ciertos espacios comunes.
De como todo esto ocurre en la simultaneidad de un tempo.
De como las palabras inapropiadas, se extinguen como los errados pensamientos: en el mismo instante de producirse. Ni generan. Ni son mera insinuación.
De como una ola es el agua que se eleva con tu presencia, para acercarte a las nubes y fundirte con tu cielo.
De como hombres gigantes de espaldas aspadas, se elevan hacia el firmamento, mientras Alonso Quixano los toca con su espada. La magia.
De como es la mirada. Esa que renace y aviva, crece y se agranda, cada vez que nos encontramos en una nueva vida.
De los anaqueles del corazón, repletos de la memoria del hombre.
Tan grande.

sábado, 9 de enero de 2016

Open




Un hermoso libro antiguo.
Despacito, acomoda su peso a tus hermosas manos.
Con mimo extremado, lo sujetan.

Un precioso libro.
Abierto, en canal.
Tus manos son su cobija.

viernes, 8 de enero de 2016

Bianco

Cuando le entra un ataque de amor, me abraza efusivo, con todas sus fuerzas. Entonces, me dice:

- Mi mamá pan.

Y yo, le adoro.

Hoy, nos despedíamos. Le digo, con un abrazo:

- Mi hijo pan.

Se ríe y me contesta:

Soy chocolate, chocolate bianco.

- Mamá pan y chocolate bianco.

Y le adoro.


Flor del príncipe




¿Cómo se pueden plantear esta situación?,  me digo. Perpleja, ante la descarnada crudeza que contiene la existencia.
No soy quien para juzgar sobre la vida de nadie.
Es su vida.
Es sangre de mi sangre la que lentamente se escapaba.
Ella, me ha dado todo.
Lo bueno que hay en mí es de ella.

Venía del mercado. Cargada de bolsas y con el carro de la compra lleno.
Sin embargo, siempre tenía un hueco en sus manos para llevar una planta.

Adora las flores. Las mima y le dan alegría.
Dejaba todo en un aparte y colocaba su planta nueva en el patio. La regaba y nos la enseñaba.

- Es un príncipe, decía,
- Es que me gusta mucho su flor.
De color lila claro. Es su favorita. Con las lilas y las rosas.

Ahora, esta asimetría. 
Todo me parece irreal.


Nada podrá destruir tu belleza. 
Ni las flores de tus instantes.

Los límites son planos imaginarios

Escuchaba, en su habitáculo a obscuras, activarse el mecanismo de cuerda. El muelle metálico se tensaba. Se abrían las puertas y la música sonaba. Se puntillas, en el borde del instante comenzaba el movimiento. Todo cobraba sentido.
Entonces, no entendía que no es necesario ningún estímulo externo, para desplegar el arte.
Todo lo que la tierra comprende, se encuentra dentro.
Se es, aquello en lo que en cada momento te detienes.
Un sutil posarse. Mariposa en  vuelo continuado. Incesante viajar. Liviano. Tenue.
El dulce latir que se escucha, en cada ser es  el más hermoso reflejo del corazón de la Tierra. Que en su inmensidad,  cobra millones de formas distintas para deleitarnos con todos sus matices. Ampliándose y mutando por doquier.
Hilos invisibles nos unen a su centro. Raíces que buscan su alimento. La savia de la vida.
Dicen, aquellos que no ven más allá de la materia, que el núcleo de la tierra está compuesto, en su mayoría, de níquel y de hierro.
Acaso no se escucha la vida vibrar por doquiera que mires.
Acaso no es la materia sino un conjunto de elementos, parámetros del pensamiento.
Acaso no se siente la fuerza cohesiva que dota a todo de sentido.
Los caminos de la tierra se proyectaron al cielo. En devenir unitario.
El cielo mira a la tierra. Y le ríe, con sus astros.
Toda esta inmensidad es lo que eres.

Abandonas los límites de la caja.
La música se expande.
Los pies son libres de inventar.







jueves, 7 de enero de 2016

Mirando el cielo

En cada jirón de nube que filtra la luz del sol,
dotándolo de color,
habita el sentir de tu presencia.
Creando un beso de instantes,
De partículas aéreas.
Finísimo polvo de oro,
Del que germinan estrellas.
Pequeñas esferas ardientes,
Que iluminan esta tierra.
Donde una vez hubo gigantes,
Que alcanzaron a entenderlas.
En ese vuelo sin alas
Que eleva la vida,
Y la hace eterna.




Elementos



Es mi techo, el límpido plano imaginario donde se proyecta el cielo.
Y se encuentra de ti lleno.
En continuo generar.

Con sentimiento

No tiene sentido entrar con ligereza en una vida.
Atravesar su espacio, degustar sus mieles, la belleza.
Para torcer todo, virar y dejarlo trasgredido.

No tiene sentido, si no has aprendido.
Que eres responsable de no obrar con cuidado.
De apagar los ojos que iluminan la mañana.

No tiene sentido analizar el camino que has dejado.
Cuando el corazón te lleva de su lado.
Y en su refugio encuentras el hogar. 
Alejándote de todo mal.
Es la vuelta,
A la verdad.
A besar con un canto,
Bailar un poema.
A escuchar la respiración naciente,
Del sol del instante.
A ser la luna serena.
A anular distancias,
Cuando es todo lo que une.
A reunir los instantes,
Del universo del cuerpo,
A viajar muy lejos,
Con tu alma.

Sentir,

con sentido.

Agua corriente

Corriente contínua,
Es la suave y fecunda lluvia que no cesa
Gotas de ilusión.
Disuelven el falso brillo de la noche.
Se escurren alejando la purpurina del artificio.
Dirigida hacia el fango de la nada.

Corriente alterna
Construcción de palabras para encontrar el silencio.
Comprendiendo que en  la espera muere la calma.
Emergente caracola del fondo del mar
Recreando el sonido de las olas.
Que al latido de tu pecho acompaña.
Que del mar de tus ojos,
Es mi descanso.




miércoles, 6 de enero de 2016

Todo se alcanza. Nada queda.

El lento fluir de la música se funde con el momento.
Aun hay un adentro, de lágrimas de emoción, que a raudales hablan.
Arroyos de alivio del alma,
que se aligera y crece, hasta encontrar la calma.

Se definen caminos.
Y el caminar se genera.
Aprendiendo el instante.
De lo que es, mientras dura.
Del refrenar de las dudas.
Del corazón que acelera.
De la nieve que ahora es miel,
en el borde de tu espalda.
Que se tensa y que se arquea,
desarrollando un abrazo.








Día de reyes

La primera luz que se ve,
es la luz que siempre inspira el aliento.
Derramando su caudal, en calurosos rayos.
Algunas veces, difusa y sin sombras, escondida en la pantalla de las nubes.
Luz de invierno de la estepa.
Haces luminosos, que arropan el ensueño.
Al calor del abrazo con que despierto.
Su pequeño cuerpo esbelto.
Sus largas pestañas negras,
que orlan sus ojos prietos,
en ese fugaz de deseo.
de prolongar el momento.
Su naricilla pequeña,
que nace en medio de un cielo,
blanco y suave,
moteado y risueño.
Dame un beso. Dame más.
Envuelvemé con tus besos.
Elevamé este momento.
Que sientas como te siento.
Que veas como te veo.

martes, 5 de enero de 2016

Puerta falsa

Es una gran puerta falsa. De madera reseca y gastada. Engalanada con remaches metálicos, desvalidos por la tiranía del uso.
Encalada. De un color blanco con una pizca de añil disuelto.
Es una puerta falsa siempre abierta: uno de sus batientes es de libre acceso.
Abierta para todo el que se atreva a entrar sin preguntar. Sabiendo que se puede entrar el otro lado. Y ser partícipe y creador de un universo ilimitado.

Es el portal de los niños. De los padres que los buscan. Y terminan por quedarse.

Todo aquel que atraviesa su umbral es bien recibido.
Es el lugar para cualquier forma de expresión.
Tu presencia aumenta la riqueza de este dinámico espacio.
Este espacio interior lleno de alegría, donde ocurren la maravilla.
Libre de trabas.

Paseando por la infancia, aquí podrás encontrarte.
Jugar por doquier, soñar y hasta, quizá, enamorarte.
Encuentra la puerta falsa, puerta vieja y chirriante.
En el gruñir de sus goznes, yace el tiempo desafiante.
Más, el tiempo desaparece, cuando vives el instante.




Pedazos fallidos

Aprendo.
Suelto el pensar tirano, que me sujeta por la espalda.
El pensar que es pesar.
¡Ah, la gravedad!
Cuando el ser es tan leve.
Piensas que se rompe roto el corazón.
Y en gesto dramático,  te auscultas el dolorido pecho.
Y no. No se ha roto. Nada.
Es un pedazo de cerebro arcaico que se desprende.
Y cae. Para siempre. Y se siente.
La gravedad.
Eso que cae, eso que dejas, no es amor.
El amor es.
Siempre.

lunes, 4 de enero de 2016

Retazos

En ocasiones concretas, hasta en la mente más confusa se manifiesta la verdad.
Entonces, la luz se hace paso.
Y todo lo ordena y aclara.




Arbotantes

Nos hicimos pequeños,
Pensando que caminábamos encima de la tierra.

Un día, desperté del ensueño.
Subí a mi barca y surqué el mar.

Cuando piso el suelo, descubro que los pies son sólo un lugar para aprender los tuyos. El referente donde nace toda tu piel, al contacto con la mía.

Paseamos. Corremos. Ordenando con destreza el movimiento de nuestro centro.

Saltamos. Danzamos. Construyendo la grandeza que rompe todos los vínculos. Expresando la dinámica armonía del cuerpo

Ahí andan.
A uno sesenta del horizonte.
A años luz de cada punto en que al cerrar los ojos me proyecto.

Bajo los pies, enterramos el oro del tiempo.
Y libres de toda carga  descubrimos la grandeza del cielo.

Ese vuelo.

Sin alas.






Sus manos

De largos dedos,
De huesos finos y delicados.
Manos de una princesa que nació en un sitio y tiempo equivocados.
Siempre estaban ocupadas. Entregadas al trabajo. Compañeras. A la par. Desviviéndose en cuidados.
Creadoras de tantas vidas. Sujetando cada paso.
En esta asimétrica zozobra. Un leve esfuerzo, para seguir construyendo.
Una caricia, con su débil aliento.
Yo sólo quiero darle el mío. Con mis manos.
Y nada entiendo.
Y tengoiedo.
Porque no entiendo la vida, sin sus manos. Latiendo.

Al dictado

Era un hombre muy alto.
Extremadamente delgado. De porte elegante en cualquiera de sus gestos.
Apenas hablaba. Lo hacía en contadas ocasiones. Su voz era áspera. Desfigurada por el humo de los continuos cigarrillos que fumó en el pasado.
Gustaba de escribir. Y de dibujar.
Cuando venía a casa, le pedía que me sentase en sus rodillas y me dibujase aviones.
Me parecía el momento más feliz del mundo.
Con el paso de la vida, sus ojos se gastaron y sus manos comenzaron a temblar. Entonces, rehusó a escribir. Era un perfeccionista y no le gustaba ver su letra deformada.
Así es que cuando quería escribir una carta a su hija de Madrid, le pedía a mi hermana mayor que lo hiciese por él. Entonces, esa tarde que acudía a casa con sus folios, su sobre y su sello. Se convertía una tarde cualquiera, en una tarde especial. Con esta suerte de ritual.
Todas nos reuníamos para oírle narrar su carta. Y para celebrar el momento en que le escuchábamos hablar algo más que monosílabos.

Querida Inés:

Espero que a la llegada de ésta os encontréis bien. Nosotros nos encontramos bien, gracias a Deus.

Comenzaba siempre así sus extensas misivas. En ellas, ponía al día, a mi tía, a su esposo e hijos de los aconteceres de la familia y hacía crónica de la vida del pueblo.

También tenía una esponjilla, como las que tenían en los antiguos estancos, para humedecer la goma del sobre y del sello. Lo dicho: era un perfeccionista.

Era escucharle narrar. Con su voz grave y rota. Sus profundos ojos negros, dibujando los paisajes de lo cotidiano, en la letra esbelta y menuda de mi hermana. Cada carta una pequeña obra, compuesta de vidas, de fragmentos de espacio y de tiempo de lo cotidiano. En un deseo de trasladar la simultaneidad perdida.

Así aprendí a escuchar historias viajeras.
A releer y perfeccionar.
A alterar el orden del papel con ocurrencias de último momento: escritas en los márgenes y en posición girada.

Mi abuelo, murió pronto. De ese mismo cáncer de garganta que le dio tregua siendo más joven.

Más el oficio casual de escribana de mi hermana, no terminó ahí.

Tiempo después, más pronto que tarde, comenzarían los inolvidables momentos de las cartas de amor al dictado.

Ella, la causante de las cartas, volvió al pueblo, para ayudar a reponerse a mi abuela de la muerte de mi abuelo. Y  nunca más volvió a vivir en Madrid.

Él, destinatario, fue su amor verdadero.
Era el hombre más guapo que habíamos visto nunca.
Tenía su foto haciendo surf, siempre en su saloncito. Y era un tipo espectacular.
Claro, mirábamos a nuestro padre, nuestros tíos y a los hombres del pueblo. En fin, que entendíamos lo bien que hizo de irse.
Era tremendamente divertido oírla dictar la carta. Se ponía como en trance y mi hermana escribía lo que decía como le daba la gana. En realidad, mucho más hermoso. Lo aumentaba en su imaginación, supongo. Y lo crecía.
Y ella, mi tía, sintiendo, mirando a un punto indeterminado del techo.

Creo que a través de esto, sin pretenderlo, aprendimos a imaginar otros mundos y a sentir la emoción compartida del amor. Pues la vida siempre pone fuentes cercanas a los labios que quieren beber.

Hubo un tiempo en que mi hermana escribía. Historias propias. Y lo hacía bastante bien.

Esos espacios comunes.

Espero que a la llegada de esta, te encuentres bien.

¿Existe alguna forma más hermosa de expresar lo eterno?

Cada vez que he empezado un escrito o algo parecido a una carta, no he sabido como comenzar.

Ahora sé, que éste es el segundo párrafo que faltaba.

Y el primero,

Querido Amor:


sábado, 2 de enero de 2016

La grandeza de lo diminuto

No me imagino la vida sin escribir.
Es el medio a través del que he ordenado mi mente.
Encuentro paz y momentos de placer. Sonrisillas, para mis adentros.
No se si sería capaz de estar en calma, en estos momentos. No lo sé.
A veces, sólo hay atender a lo que se nos pide.

Había una vez un pequeño colibrí que encontró cobijo en mi pecho.
Cada vez que emprende su vuelo, todo mi ser con él se eleva.
Y muy lejos lo acompaña.

Una vez me perdí,  en malos pensamientos.

Ahora, me encuentro en un gran corazón.

Viviendo.
Sintiendo.




Permanencias

Los conceptos son insuficientes para descubrir la realidad plena.  Como también los actos.
Es toda la simultaneidad a la que damos alcance. Y, también, la parte a la que no llegamos.
Corrigiendo la postura las veces necesarias.
Tensando con precisión el arco como una extensión del cuerpo.
Respirando el objetivo aprendido.
Con la felicidad de saber que hay muchos más, en el camino de la verdad.
Muchos objetivos a alcanzar.
Muchos espíritus que los alcanzan y entregan generosamente a sus hermanos. En silencio.
Es la esencia.
Lo que permanece.

Espacio intersticial

Dos niños jugando.
En los intersticios de lo abstracto.
Llenando con su imaginación todo el potencial de lo vacío.
Con fabulosas estancias.
Con enseres.
Con comida.
Con amor.
Transformando, en todo momento, cada elemento en otro. Sin mallas de sujeción.
Sin límites.
Esa es la grandeza de lo pequeño.
Maestros.



De pétalos de luz

Esas flores de apariencia translúcida, totalmente transparentes en la cercanía de su enormidad.
Esas flores que para ti construyo.
Siempre distintas.
Perfecta ingeniería de vida.
Siempre cambiante.
Son las flores del momento del pensamiento.
Tocando la materia en un fugaz punto de tangencia instantáneo.
Para no atrapar.
Bajo la tiranía de una pauta reticular.
Una red invisible.
Para no anclarse en el ansia de repetición de un bucle de placer.
No quedarse quieto en la intensa alegría efímera.
Sin entender, la fenomenología de la variación eterna.
Que es ser puro sentimiento.
No se puede detener una reacción en cadena.
Cualquier parada larga distorsiona la percepción de la realidad. Llena de falso contenido los conceptos.
Hace parejo lo que de por sí tiene vocación de distinto.
En la mente no hay edades.
Ni épocas.
Ni lugares.
Se encuentra todo el bullicioso potencial que posibilita y genera. Es el descanso en el lecho del manantial de la nada.
Esas flores. Flores raras.






viernes, 1 de enero de 2016

Silenciosas notas

Canto. Ancestrales tonadas.
Se crean y desvanecen en el instante.
En continua génesis del fluctuante momento.
Muy cerquita de la base de tu cuello.
Con los ojos cerrados, sintiendo un goloso contraerse.
Un  sutil elevarse, de diminutas dunas, de movimiento in crescendo.
Desciende.
Suave terciopelo en tu piel de seda.

Con las manos

Con un no se qué de ligereza, me gusta trasladarme a esa dimensión inconmensurable en la que la mente posibilita, discierne y discrimina dónde está el límite que sujeta las cosas.
En anular del pensamiento lo que nos aprieta y no nos pertenece, en adquirir la conciencia de ello, para poder ir eliminando escamas de prejuicios, reside la grandeza de lo pequeño.
Llega un momento en que sientes la ligereza de no tener pertenencias. De no pertenecer a nadie ni a nada. De no desear más que lo justo.
Entonces, se siente una sonrisilla traviesa en el pecho.
¡Que bien que me resulta lo extraño!
¡Que rico sabe lo nuevo!
Y entiendes que por fin has encontrado el rico tesoro del mapa misterioso.
Y la emoción de saber que hay más.
Sin prisas: no hay tiempo.
Sin ánimo de acumular, cuando sabes que no hay espacio.
Todo es moldeable.
Para eso tenemos las manos.

Quedaté

Y sintió dentro el calor que en el medio vibraba.
Muy deprisa. Muy alto. Sin pausa.
Reconoce su naturaleza.
La que crea sin palabras.
La que conmueve.
La que muta.
Y todo revierte y sana.