domingo, 17 de enero de 2016

Encuentro algunas palabras

Toma mi mano, así, con fuerza.
Juntas, damos las gracias por recibir este sol nuevo.
Sol que se derrama en el mundo.
Veo tu mano. La miro: tan frágil.
Surcada de forma inclemente, por el arado del tiempo.
Tu ceño fruncido pregunta a la vida qué es lo que sucede.
Pendiente, de un delgado hilo invisible que emana del espíritu. Te aferras a ella.
Encuentro refugio  en esta soledad buscada.
Recogido sitio donde sostener el dolor que la cruel enfermedad causa.
Se ensaña, insaciable, en esquilmar tu belleza y arrebatar tus dones.
En el agujero negro de estos instantes, he ido encontrando algunas palabras.
Mientras, poco a poco, gota a gota, las tuyas se desdibujaban dentro de él. Tu garganta, se sellaba, junto con tu memoria y la expresión de tu cara.
Palabras arrebatadas. Palabras encontradas. En una insoportable asimetría.
Quisiera acunar tu cuerpo menudo, como tú hacías conmigo cuando era una niña y estaba enferma.
Quiero que sientas toda esa bondad que emanas.
Eres delicada. Y serena.
Me quedo fija. Quieta. En ese interrogante que dibujas con tu gesto.
Es la llave que conduce a todas las respuestas.
Tu casa se ha quedado vacía. Le falta tu presencia y tu alegría.
Las flores, lloran tu ausencia.
El hogar de la niñez que sin ti no es nada.
Porque los recuerdos se graban en el alma.
Ahora, pienso, en tu rostro.
Beso tu frente.
Mientras, el sol se pone en la atalaya.
Colorea el horizonte de amarillos y naranjas.
Allí donde te encuentras, mi ser siempre te alcanza.
Toma mi mano, así, fuerte.
Mientras las caricias hablan.

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