lunes, 25 de julio de 2022

10

Diez años de ausencia y cada día se une a una vorágine en la que se acelera más el final de los seres y de las cosas.

Diez años es una distancia grande que no ha traído consigo el olvido.

El gran dolor de tu terrible final, se ha ido anestesiando con el devenir de los días y de los meses, poco a poco, hasta esconderse en algún lugar recóndito de la memoria que todo lo guarda.

¿Y qué te diría si todavía pudieses escucharme?

Te diría que mira como estamos (de mayores). Que hemos visto muchas cosas terribles que nos ha tocado de pasar (en contra de nuestros deseos) y que nos vamos pareciendo cada vez un poco más a nosotros mismos, a nuestro ser verdadero y menos a lo que los demás imaginaban que éramos.

Hace un calor terrible, todavía más que esa calurosa tarde de hace 10 años en la que te fuiste.

Hoy las horas discurren en lento devenir. Y son pesadas, grávidas, llenas de porosa realidad.

¿Dónde se va el amor de los besos dormidos?

¿Cómo llenar de sentido una eternidad de silencio?

Qué difícil se torna mantener unido un universo que se rompió en mil pedazos.

Tu dirías, quizás, que el silencio es una necesidad y yo siempre lo interpretaré como un castigo.

Luego de ti se han ido muchos, algunos pilares fundamentales que también eran de tu vida.

Quería volver aquí, al refugio de las palabras que ve entrelazando mi mente.

Y empecé con 10.

Y recordé la una y cuarto. La hora en que hace muchos años comenzaba mi mundo exterior. Un mundo exterior que aquí se ve desde dentro y en la que se aprecia que interior y exterior no coinciden, tienen diferente forma y sentido, pero lo uno no es sin lo otro.

El tiempo avanza, y un buen día te das cuenta de que has dejado de hablar también a alguno de tus muertos. Pero al mirarte al espejo los descubres reflejándose en algunos de tus rasgos que va pareciéndose cada vez más a aquel que se fue. Y parece cobrar sentido aquello de que somos todos una única cosa. No sé: con el calor desvarío.

Y aunque el mundo, a veces, parezca reducido a una puerta de acceso y una ventana sin vistas al horizonte. Aunque la esperanza s pase la mayor parte del tiempo más muerta que viva, aún confío en que haré algún día algo que cambiará mi suerte.

Por ahora llevo la marca del lado oscuro en el que me perdí y del que salí baldada.

No sé que más cosas podría decirte y que me entendieras, que el mundo se ha vuelto aún más loco que cuando lo dejaste, que no me gusta la sensación de triunfo que deja la muerte cuando te lleva, que el único triunfo posible será siempre el de la Vida.