lunes, 29 de abril de 2019



Oh feminea forma, quam gloriosa es!

(¡Oh, figura femenina, cuán gloriosa eres!)


Hildegarda de Bingen





Fotografía: Jacob Gils

sábado, 27 de abril de 2019

martes, 23 de abril de 2019

No puedo olvidar. No voy a olvidar

No puedo olvidar a quien una vez, como un sutil aleteo, recorrió el triclinio de mi corazón y me volvió a la vida.

Lo que hago, para no volverme loca con su ausencia, es silenciar mi mente y vivir con lo que tengo y con lo que soy ahora.
Pero ocurre que el corazón se resiente de las pasiones que la fría mente intenta apagar. Y eso, precisamente, es la puesta en marcha de la maquinaria del olvido.

Y así vivo en un bucle del que no sé como apearme: la mente quiere olvidar apartándose del corazón y el corazón me dice que no puede hacer sino recordar.

Prefiero ser hoguera a vivir una vida que se va consumiendo en forma de temblorosa llama.

Yo sé que, alineados, la mente y el corazón son intercambiables, porque  pensados como opuestos, no son otra cosa que una faceta de explicar la dualidad el pensamiento.


Quiero volver a adentrarme en el bosque de lo sutil que no es sino gozo y alegría.


Voy a recordar el camino de vuelta a casa, al hogar. Al llegar a él, se aviva el fuego de la hoguera.
Es el sitio donde el peso de toda carga se hace liviano, porque al atravesar su umbral de acceso, se está exento de pensamientos. Allí,  la mente, es un gran espacio en blanco para llenarlo de sensaciones y de sentimientos hasta alcanzar el éxtasis.

No puedo olvidar a mi amor.

No voy a olvidar.










sábado, 20 de abril de 2019

Muchas veces no es que no tenga nada que escribir, es sólo que tengo miedo a que no salgan palabras bonitas.

Sábado

Nos pasamos la vida esperando señales, sin entender que el ser divino habita en nuestro interior,

No hay nada ahí afuera que no sea el fiel reflejo de lo que llevamos dentro.

Captadores de realidades, constructores de fantasías, paseamos por el límite del tiempo.

Ser uno mismo, con todas las consecuencias, hasta el último aliento.

Bendita sea esta lluvia que no cesa y se trae lo bueno, los colores que hacen germinar la esperanza en el mundo.

Sentir que el dolor también se termina, se disuelve en cada gota de esta lluvia que no cesa.

Respirar hondo, abrir las puertas del destino y caminar hacia delante.

Y me repito mil veces, esperar, sólo un poco más, demorarme en arrancarme el traje de la desdicha.

Suenan las doce en el reloj de la plaza.

Respirar hondo, dejar de esperar y continuar.







lunes, 15 de abril de 2019

Buenos días

Y el tiempo discurre veloz, sin tregua, se escapa.
Y aquí sigo yo con este dolor seco, viviendo con ansias, sin saber perdonarme.
Encontrando algún alivio entre lo abstracto de las palabras, sabiéndome amada.
Y aquí continuo, improvisando el instante, con una chispa de orden con la  que el amor me agasaja.
Vencida ya,  no sé si algún día podré hacer honor a mi nombre.

Me pienso vencida y sin embargo tengo todo lo necesario para la felicidad, para ser yo.
Y la vida me regala la sonrisa más hermosa y yo resucito por un instante, sin entender que es algo más que sangre lo que corre por mis venas.
No soy sólo lo  malo, hay algo bueno en mi que da vida. Necesito aferrarme a ello. Necesito mi sentir acuático y mis lágrimas.

Sé que puede llenarse de amor cada uno de los instantes.

El rojo es mucho más que un color mayestático.

Vamos a crecer ese chispazo de orden, a ver que pasa.

Buenos días.






Lo que la náusea remueve

Son muy extraños los mecanismos del olvido. Olvidar (a drede) es algo así como intentar desconectar del presente vivencias del pasado. Pero esa desconexión sólo es posible en la mente. Los recuerdos que habitan en el corazón, no se pueden borrar, sólo ocultar al consciente por un tiempo determinado. Al principio y al final, la estructura sustentante del hombre son esas vivencias, con personas muy especiales para cada uno de nosotros, que quedan grabadas a fuego dentro del alma. El corazón acoge. La mente filtra y desaloja cuando es necesario para su paz. Pero hay habitantes que se ocultan y permanecen en nuestro interior para siempre formando parte de nuestra sustancia. Lo mejor es ser consciente de toda la familia que vive en nuestro corazón y aprovechar esta vida para ofrecerles el amor y el tiempo que se merecen.
Aprovechar los encuentros del presente y fomentarlos, porque las personas nos vamos a dormir, a veces, para siempre.

Estas impresiones son cosas que la náusea remueve y que las manos vomitan a raudales a falta de lágrimas para purificar un poco el alma. Para disipar este dolor seco que, a veces,  me asola y atrapa.


A qué huelen los recuerdos

Han pasado más de tres años de la separación y de repente su olor, al ordenar esta mañana impregnaba la ropa de mi hijo, me remueve todas las entrañas. El instinto en conexión directa con el corazón.  El corazón que al sentir y reconocer el olor "pega" un sobresalto, sin saber muy bien cómo ha de responder a ese estímulo.  La mente interpretando (intentándolo, al menos) todo.
Aparece la náusea en el fondo del estómago, recordando (ahora sí) que es un olor que pertenece a alguien con  quien has vivido una gran historia con final triste (de ahí la náusea).
Puede que sea cierto y lo confundamos con muchas otras cosas. Puede que el amor nunca muera y sólo cambie (radicalmente, en su caso) su manera de expresión.
Me siento muy triste por no haber sabido hacer las cosas de otra manera, mejor.
La nausea ahí continua, ahora más cerca de la garganta.
Ojalá pudiera llorar, pero hace tiempo que no puedo llorar.

Bueno, vamos a continuar la mañana, subidos en el carro, la vida continua.

jueves, 11 de abril de 2019

miércoles, 10 de abril de 2019

Elucubraciones al lado del pretil florido

Volvía con terca insistencia al pasado,
Y el pasado sólo me devolvía un ansioso silencio.
Y sentía todo el peso muerto de lo que una vez fue ingrávido y florido.

No se puede volver, en la vida no hay retorno posible a nada ni a nadie.
No se puede volver a ninguna parte, ni siquiera allí donde una vez hubiera reciprocidad y deseo de permanencia.

La eternidad es un rostro de mil caras que acontecen en simultaneidad en un solo y único instante.

Una vez conseguí tejer juntos disparates deshilachados y mantenerme en la ilusión de que, así relacionados por los azares de mi mente, tenían un cierto sentido. Sin entender que de fragmentos particulares no pueden extraerse conclusiones generales.

Dicen que las partes mantienen la esencia del todo, que añoran volver a la unidad. Yo, a estas alturas ya no tengo nada por cierto, ya no sé nada.

A veces, el pensamiento es adictivo y es el peor de los  vicios.

Me siento como una página en blanco añeja, abandonada de si misma, esperando ser usada para cumplir su función antes de quebrarse en mil pedazos por tiempo y falta de uso.

Ocurría que me olvida de mi al pensar en él.
Ocurría que todo era para mi, leyéndote.

Ahora, hoy, ya no puedo alimentarme de palabras ni de recuerdos, porque el tiempo terrenal se me agota y necesito transcender de alguna manera.

Su recuerdo fue mi olvido,
tus palabras mi rara presencia
y el silencio es energía potencial que espera ser colmada con creaciones reales.

Yo ya no soy la de hace un rato, en este continuo mutar lo único que permanece se llama conciencia.
Del amor, mejor no hablamos.