jueves, 31 de agosto de 2017

Le pregunto a Marcos si se le ocurre como puedo recurar la inspiración para escribir, que pienso que ha debido de irse a otro lugar o se ha convertido en algo nuevo cuyas reglas (si es que las tiene) ignoro.

Siento que, de manera abrupta, estos últimos meses algo ha cambiado tan radicalmente en mi que apenas  me reconozco.

Mientras escribe un ejemplo, Marcos me ha respondido que escriba sobre cosas que conozca, que hay muchas cosas sobre las que se puede escribir.

Luego de escuchar sus impresiones, me dice que hoy se encuentra lleno de energía, que se siente como si tuviese cinco años (tiene nueve).

Con una sonrisa que me acaba de encender, le doy las gracias y se marcha.

Escribir sobre lo que se conoce es, de alguna manera, escribir sobre lo que se ama, pues sin amor no hay conocimiento.


Sea como fuere, ahora sé que la inspiración también tiene sus estaciones.
















Llevarte dentro es el modo más dulce de habitar el mundo.



📷Thomas Knights

miércoles, 30 de agosto de 2017

The archer

Parecía algo imposible.
No lograba comprender como un ser tan majestuoso, pudiese haber sido abatido.
En el frenesí que precede a la fiesta, me acerqué sigiloso, con mi caminar invisible.
La vida se le escapaba en un lento fluir viscoso. Todo era rubí.
Acaricié su rostro, por primera y última vez. Cerré para siempre sus ojos. Volví al hogar.
Sentí una extraña y honda pena. Desolado, contemplé mis manos cubiertas de su sangre aún húmeda.
Le imaginé bramando, corriendo libre en las verdes praderas, azotando al viento. Después, en descanso, recobrando de nuevo su perdido aliento.
Fue en esos instantes, que se produjo la alquimia de mis manos, a la piedra.
Fue en aquel momento que decidí ser arquero.





Desde el más remoto origen, el arquero encontró en el firme suelo, el nexo de unión con el mundo de los sueños.
Y con determinación, emprendió su vuelo al encuentro de su arte.

El arquero es hombre de un único ciclo en la tierra.
Sólo le acompañan su arco primigenio, en el que se apoya y las flechas, que moldea adecuándolas a los paisajes del camino.

Perfecciona el arco en su devenir continuo. Va tomando una curvatura que lo hace cada vez más recio y profundo. Alcanza el refinamiento necesario para que llegado el momento final, con la tensión y fuerza adecuadas, proyecte al arquero y lo eleve más allá de las estrellas.


El arquero, no necesita ningún punto de referencia establecido, como son los vértices geodésicos, con los que se referencia la cartografía terrestre.
El arquero, no utiliza proyecciones ni ilusiones ópticas en su trabajo.
El arquero, crea sus propias coordenadas. Su sistema de referencia es de "n"  dimensiones
El arquero, se construye al mismo tiempo que el objetivo.
El arquero ve.


El arquero proyecta su vector con la intención tácita de que adquiera su alcance máximo.  
Se encuentra en aquel punto que no tiene nombre, en ese en el que se tocan las líneas paralelas.

Cielo, arquero, arco, vector, suelo, ámbito y objetivo, en un instante certero, son una única cosa.
Son el instante pleno.


Un arquero no caza, alcanza objetivos. Más su objetivo, nunca es quitar la vida a un ser: nada más lejos de su voluntad y de su conciencia. Al contrario: el arquero es expresión singular de la vida misma, en la forma que atraviesa todos sus estratos. Penetra la vida, en lo más profundo y, a la vez, simultáneamente, asciende hasta lo más elevado.

El arquero es medio.


Un arquero no tiene nombre propio.
Un arquero es un ser solitario. Pero gusta, en ocasiones, de moverse entre los espacios comunes y compartir su arte para deleite de muchos.


El arquero, a veces, tensa hasta casi llegar al límite de rotura la cuerda de su arco. Entonces, la misma, es extensión de sí y de todas las condiciones de contorno del instante.

Es necesario avanzar, aunque cueste mucho, mucho. Lo hace conduciendo sus pasos ingrávidos hacia el objetivo, siempre,  sin perderlo de vista.


El arquero, con la actividad de su cuerpo, modifica el entorno para adaptarlo y adecuarlo al momento perfecto. Pacientemente, ha ido construyéndolo en su mente.

El momento no llega: se sabe. Entonces, la flecha se dispara.
El blanco, es certero.

El arquero porta con honor en sus cueros cicatrices.
Cada una de ellas representa el punto de inflexión sobre aquello que le hizo vulnerable.
Fue herido en diferente grado.
Enfrenta, tenaz, cada miedo.
Lo disuelve en la mente.
Gana.
Ágil, se centra, en su próximo objetivo.
Cada vez, es más liviano su arco y está más repleta su aljaba.


El arquero se escabulle, sigiloso, entre la fronda del oloroso bosque.
Va en busca del blanco manto del lento invierno.
Es ingrávido, en su cuerpo. No deja tras de si nada, ningún indicio que delate su presencia. El orden se mantiene. Todo está como tiene que estar. Todo sigue como tiene que ser.
No siempre fue así.
Para llegar a ser arquero ha transcurrido toda una vida de objetivos fallidos.
El arquero ya no celebra los aciertos. Agradece la oportunidad de poder construirlos. Y continuar.
El arquero no mira al calendario. No hay más que dos fechas importantes, que mantiene en su memoria.
El día que nace su hijo.
El día que renace el arquero.
El día se aproxima.
El arquero se inquieta.


El arquero, alcanza su objetivo, entonces, canta.
El arquero es música de agua, de olas de mar, de fuego, de aire.
Su canto, despierta a la tierra.
Es la verde voz de ese trigo que se vuelve masa y que al calor, fermenta, crece y alimenta.


El arquero infatigable perfecciona los instrumentos de su arte.
Adapta su arco a su musculatura cambiante. A las estructuras de nuevas flechas, precisas para dejar al descubierto nuevos objetivos.


El arquero nunca cesa de buscar. Comienza a hacerlo con los arcaicos mecanismos del pensamiento.
Es un avance arbóreo. Se aleja de lo concreto e intuye lo importante.
Entonces, encuentra. Se encuentra a si mismo.
El arquero es incansable.
Anhela un perfectísimo arco. Arco etérico que lo conduce, presto, al cielo.

En ese  último instante, ese que ocupa el lugar de cualquier instante, se ancla a la tierra con todas las fuerzas de las que es capaz, hasta derramar el último aliento, para impulsarse más allá del cielo.

Sólo entonces, es música. Vibra con la armonía de acústicas ondas. Siente el abrazo de miliares de partículas de oro.

Es con la luz. La esencia.













martes, 29 de agosto de 2017

Joplin


Era una luminosa tarde de primavera tardía, cuando llegó a casa.

Venía dentro de una caja de zapatos de cartón sin tapadera, a cielo raso.

Con una emoción de contento que le dibujaba en la cara una contagiosa sonrisa, mi hermana me entregó la caja, anunciando que era un regalo para mí.

Asomaba su preciosa cabeza y temblaba de miedo, quizás también de frío.

Era una preciosa cachorrita de algodonoso pelo negro.

Al tomarla en mis manos me pareció la criatura más bonita que hubiese visto nunca. Enseguida, la acurruqué entre mis brazos, acercando su pecho blanco al mío.

Mi hermana sabía lo sola que me sentía entre tanto bullicio y  lo mucho que me gustan los perros.
Surgió la ocasión de poder adoptar uno y sin más la aprovechó.

Joplin, vino a ser el centro de mi existencia y la delicia de los niños de la calle donde vivía.

A finales de los setenta, en mi pueblo, no era frecuente que alguien que no fuese pastor, tuviese un perro en casa.

Yo me ocupaba de todo lo relativo a los cuidados y demás menesteres de Joplin. Esa fue la condición que me pusieron mis padres para que se quedase en casa: llevarla al veterinario, preparar su alimentación e ir yo a comprarla, ocuparme de su limpieza y ordenar lo que ella trastocase...

No recuerdo cuantos años tendría yo, pero unos nueve o diez años.
Todo esto lo hacía yo encantada, siendo consciente que recibía mucho más de lo que yo podía hacer por el animal.
Me sentía feliz jugando con ella, veía sus alegres ojos oscuros como me miraban y todas las inseguridades cotidianas y el ruido desaparecían.

Crecía y se hizo más preciosa, si cabe.

Recuerdo en los veranos, muchas tardes los chicos de la calle cogían toallas o telas grandes y se imaginaban que era un enorme miura y la toreaban.
Ella se volvía loca de contenta notando la buena energía que emanan siempre los niños alegres.

También era estío, aquella tarde.
Volvía a casa después de jugar en algún lugar cercano que ahora recuerdo.

Ese fatal verano, la casa estaba en obras. Entonces, no sabía yo que, a veces, construir un nuevo orden conlleva la aniquilación del orden anterior.

Entré y, como en un acto reflejo busqué a Joplin.
La llamaba y no acudía; no la encontraba por ningún sitio.
Más el corazón ya sabía lo que le mente apenas empezaba a vislumbrar: allí no estaba, no,  y no volvería a estar jamás.

Cuando esto sucedió, había en la casa una única alma junto a la mía. Era un amigo carpintero que trabajaba allí en la cocina, cepillando una puerta.

Se acercó a mi y me dijo:

- Chica, no busques más que se han llevado a la perra hace un rato.
Tus padres se la han regalado a tus tíos de Madrid. Anda, ve a ver si aún no se han ido tus tíos del pueblo y se la pides.

Al escucharle, incrédula, sólo sé que me desplomé y me quedé en cuclillas a ras de suelo, sin poder soportar el intenso dolor de la primera brecha que se abría en la substancia de mi alma.

Permanecía inmóvil durante horas, en el pasillo, con la espalda pegada en la pared y la cabeza apoyada en las rodillas. Lloraba a mares.

Nadie se había molestado en decirme nada.
¿Cómo era posible?
Y era aún peor pensar, porque saberme invisible me dolía aún más que la pérdida.
¿Era eso necesario?

El carpintero, al verme así, fue a buscar a mis padres.
Les dijo que como podían hacerle eso a una criatura.
Más no sirvió de nada.

Nadie, excepto el señor carpintero, me ofreció consuelo.

Sentí la puñalada de la soledad doler como nunca.

Al llegar la noche dejé de llorar.

Y decidí comportarme como si nada de esto hubiese pasado. Decidí olvidar, sin entender entonces, que para curar tan enorme e innecesaria herida, sólo bastaba un abrazo, un enorme abrazo que me curase.


domingo, 27 de agosto de 2017

¿Cuál es ese dedo  o instrumento mágico que toca las palabras y las convierte en aliento y peso, en música y ruido, en calor y sombra?

Bastó un instante para modular las primeras palabras.
Toda la eternidad para entender que es imposible olvidar tu nombre.


sábado, 26 de agosto de 2017


Sé claramente consciente de las estrellas y del infinito de las alturas. Entonces, la vida parece casi encantada después de todo.


Van Gogh



viernes, 25 de agosto de 2017

No estés triste

No estés triste.

Cuantos besos por nacer aún en tus labios.
Cuantos secretos por descubrir en cada piel siempre nueva.
Cuantos matices por sentir en el terciopelo de las almas.

No sientas más pena.
Que al reloj ya no le duele
el vacío de la arena,
Que del agua se hizo el mar
para encontrarse con ella.

Qué no existe mayor pecado
que sentir dolor por un anhelo
y no saber apreciar
a quien permanece a tu lado.

Ojalá que también sepas
llorar de pura alegría
Que cada día alcance tu noche
en un templo de caricias.

No estés triste, no.
Que nada queda en esta casa
y el amor sólo es entrega,
Y en unas manos abiertas
no hay lugar para tristezas.








Estar en modo pensamiento

y ser de todo corazón.

martes, 22 de agosto de 2017

Tremenda y deslumbrante la aurora me mataría si yo no llevase ahora y siempre otra aurora dentro de mi.
También nosotros ascendemos, deslumbrantes y tremendos como el sol,
también nosotros, alma mía, encontramos lo nuestro en la calma y en la frescura del alba.

Mi voz llega hasta donde mis ojos no alcanzan y con el giro de mi lengua lazo mundos y nebulosas de mundos.

León Felipe

lunes, 21 de agosto de 2017



"Hay en ti demasiado fuego para las almas prosaicas".

 Stendhal
(La cartuja de Parma)





Pintura  de Dorian Vallejo

domingo, 20 de agosto de 2017


De soledades perdidas, se encuentra lleno el desván de los sueños rotos.





El mundo de los demás


El mundo es como aparece
ante mis cinco sentidos,
y ante los tuyos que son
las orillas de los míos.

El mundo de los demás
no es el nuestro: no es el mismo.

Imágenes de la vida:
cada vez las recibimos,
nos reciben entregados
más unidamente a un ritmo.

Pero las cosas se forman
con nuestros propios delirios.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

Trabajo y amor me cuesta
conmigo así, ver contigo:
aparecer, como el agua
con la arena, siempre unidos.

Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.

Somos algo más que vemos,
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.

Nadie nos ha visto. A nadie
ciegos de ver, hemos visto.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

Miguel Hernández


Con tus palabras aladas
Se representan los cielos
Ya no hay peso en tus anhelos
Sólo ganas de ser aire.





viernes, 18 de agosto de 2017

Crecer es, de todo lo habido, permanecer en lo mejor

Como fantasmas acechando el portal de mi casa, vuelven  algunos recuerdos que quedaron varados en  la otra orilla.
Son recuerdos en sordina revestidos de ternura, que pugnan por encontrar su orden en medio del caos de la cordura.

Para poder continuar, necesito evocar esas cosas que hacen liviano el camino. Son algunas cosas en las que me demoro y paro, aunque sólo sea un poquito.

Me quedo con todo eso que sentimos con los ojos cerrados, más allá de la piel, al compartir un mismo aliento, enredados nuestros cuerpos y los corazones juntos a galope.

Permanezco en el perfume del bosque de tu alegría, en el misterio alado de sus sombras y el cielo verde dentro de tu mar.

Me lleno y expando con tu belleza que, desde el poder del amor en ti, se manifiesta fragante y siempre nueva y dota de sentido los instantes.


La corriente de la vida va erosionando todo de olvido, mientras se va fraguando lo nuevo.

Por eso es que el ser mora más allá de la memoria.













miércoles, 16 de agosto de 2017

Despierto en una caricia de piel nueva, con olor a chocolate y a estival mañana.

Me levanto, guiada por el eco que produce en mi alma la apertura de las risas de los niños, el bullicio de sus juegos y la alegría de vivir que exhalan.

Y sin darme apenas cuenta, me encuentro con un lápiz escolar en la mano garabateando palabras, comenzando un nuevo día.

Y escribo:

"No quiero que estés triste, no quiero que te inunde la tristeza, no quiero que sean tus labios un sobre lacrado"

Y no quiero estar triste, porque muchas son las cosas que nos decimos pensando que son para otros.


Por eso me voy donde los niños a contagiarme de su alegría, a seguir aprendiendo.












Y las nubes se vestían de todos los colores del fuego para celebrar el ocaso del sol estrella.

Y justo en el instante que todo se volvía gris y el sol descansaba más allá del horizonte, sólo entonces, encontraba la calma.









sábado, 12 de agosto de 2017

El profeta

Cuando el amor os llame seguidlo,
aunque sus modos sean duros y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, doblegaos a él,
aunque la espada oculta entre sus plumas pueda heriros.

Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños,
como el viento del norte convierte el jardín en hojarasca.

Porque así como el amor os corona, os crucifica.
Así como os hace crecer, también os poda.
Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia
vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol, también
penetrará hasta nuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.

Como espigas de trigo, os cosecha.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para libraros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta que seáis ágiles,

y luego os entrega a su juego sagrado, y os transforma
en pan sagrado para el festín de Dios.
Todas estas cosas hará el amor por vosotros
para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón
Y con este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si vuestro temor os hace buscar sólo la paz y las mieles del amor,
entonces más vale que cubráis vuestra desnudez,
y os apartéis de la senda del amor,
Para que entréis en el mundo sin estaciones,
donde reiréis, pero no todas vuestras risas,
y lloraréis pero no todas vuestras lágrimas.

El amor sólo da de sí y no recibe sino de sí mismo.
El amor no posee y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.

Khalil Gibran
El profeta (fragmento)



El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca

Confiar

Toma mi mano.
Ven.
Sal  de toda esa tristeza, pues eres la más hermosa luz que refulge en lo profundo de lo obscuro.

En mi mano está tu mano.
El amor es  la fuerza, no hay nada más. Es expresión en ti de infinita belleza.

Eres el hechizo que llena de sentido este silencio.

Siente mi mano en tu mano.
 Así, juntos,  nada malo puede pasarte y en el refugio de mi abrazo podemos construir una sonrisa.






miércoles, 9 de agosto de 2017

Historia de la noche


A lo largo de sus generaciones
los hombres erigieron la noche.
En el principio era ceguera y sueño
y espinas que laceran el pie desnudo
y temor de los lobos.
Nunca sabremos quién forjó la palabra
para el intervalo de sombra
que divide los dos crepúsculos;
nunca sabremos en qué siglo fue cifra
del espacio de estrellas.
Otros engendraron el mito.
La hicieron madre de las Parcas tranquilas
que tejen el destino
y le sacrificaban ovejas negras
y el gallo que presagia su fin.
Doce casas le dieron los caldeos;
infinitos mundos, el Pórtico.
Hexámetros latinos la modelaron
y el terror de Pascal.
Luis de León vio en ella la patria
de su alma estremecida.
Ahora la sentimos inagotable
como un antiguo vino
y nadie puede contemplarla sin vértigo
y el tiempo la ha cargado de eternidad.
Y pensar que no existiría
sin esos tenues instrumentos, los ojos.

Jorge Luis Borges







Besos de brisa

- ¿A ti te he dado ya un besico?, me dice Avelina.
Y yo, sin poder evitar una sonrisa al contemplar en sus ojos verdes su halo de niña, le contesto que sí.
Entonces se marcha, después de haber repartido besos a todos los presentes.
- ¿Verdad que estamos muy a gusto?, decía feliz unos minutos antes. Están sus hijos y su nieto y empieza a correr una suave brisa fresca.

Se necesita poco para ser feliz desde un interior tan resplandeciente.

El otro día decía Avelina que a ella le da mucha lástima de todo el mundo.

- Cada uno es como es, añade.

Y no hay nada más.

Es, quizás, aceptar cada persona que encuentra como un regalo que le hace la vida, una oportunidad para compartir el instante.
Y la aprovecha.
Y sus besos saben a polo de fresa.

Alaba la hermosura de los árboles y sin tapujos narra lo que ve, sin más.

Ella hace sentir con cierta intensidad el lado amable de las cosas sencillas.

Ella es un amor.


martes, 8 de agosto de 2017

lunes, 7 de agosto de 2017

Esculpiendo momentos


Todo aquello que haces con amor resuena en el mundo de lo eterno.



Foto: David Peña


Soneto XVII



No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Pablo Neruda

sábado, 5 de agosto de 2017

Tanto tiempo sin saber

Me detengo a sumar el tiempo transcurrido desde el ultimo encuentro contigo y siento el vértigo de la indiferencia.

Noto el peso del aire en tu silencio, aire  aún denso pero que ya se respira mejor sin toda esa carga de dolor.
Tan enganchada estaba al dolor, que había olvidado que cada lamento por lo que no fue ni será ya, no hace sino ensuciar el presente y restar plenitud al regalo maravilloso que es el potencial del ahora, lleno de vida.

Al ir reconociendo los (últimos) elementos a los que me aferro y son mi freno, voy entendiendo que, en ocasiones, por no mirar dentro de mi, había llegado  a ser capaz de creer en cualquier cosa antes que afrontar el miedo que sujeta la mente a la ficción, todo ese inconsciente en el que se enmascara la verdadera realidad mezclada con impropios pensamientos.

Cuando creo haber alcanzado la meta, descubro que tras cada hito alcanzado hay otro todavía más elevado en una concatenación creciente sin fin.

Pienso en la alquimia transformadora del orden de los acontecimientos en la memoria y me parece un misterio que lo antes dolía tanto se sienta ahora tan distinto. De fracción fugaz de tiempo a fracción fugaz de tiempo, cada recuerdo se aprecia de diferente modo según el ánimo que impulsa el momento presente. Conseguir en la mente una buena convivencia con los recuerdos es la antesala de la calma interior. Encontrar el orden preciso de los acontecimientos es dotarles de sentido  en el ahora, integrarlos con lo que se es, procurando mantener el difícil equilibrio de cada instante.
Realizar ese orden es todo un arte, pues no hay vuelta atrás en el camino hacia uno mismo,  cuando has visto que es el único posible. Sus trazas empiezan a generarse desde la aceptación.


Desde una paciencia nueva, conmigo misma, empiezo a relacionarme con lo que realmente soy casi por vez primera.

Hace mucho, escribí o dije que me gusta quedarme con lo mejor de cada persona, siendo consciente de que cada ser tiene también cosas en las que no vibramos, con las que no sintonizamos.
De lo que no eran tan consciente, quizás, es de haber olvidado mis zonas luminosas que conviven con el mundo de las sombras.

Ahora,  pensaba que es probable que no vuelva a coincidir contigo
Antes esa idea me angustiaba y me ponía muy triste.
Lo cierto es que he aprendido a amarte más desde la soledad y el silencio.
Luego de amarte, a abrirme un poquito a los demás.
Y como nunca se sabe (que diría el Principito) llevo siempre un bote llenos de puntos y comas camuflado entre la arena de mis bolsillos.

Una vez quité el reloj de mi pulso, pues aprendí a medir el tiempo y el espacio entre presencias y ausencias, de persona a persona, de corazón a corazón.

El ser esencial que somos se enriquece con las armoniosas notas de todas esas flores que tienen a bien salir al encuentro en el camino. Sin ellas la vida sería algo insulso e insoportable.

Cuando una persona amada decide salir de mi vida, me quedo siempre con la sensación de si existiría  algo, alguna cosa que pudiera haber hecho o pudiera hacer para no caer en el olvido de esa persona. También con la quemazón de saber que podía haberlo hecho mucho mejor.

Apenas  comienzo a atisbar ahora, que el corazón carece de olvido.




































martes, 1 de agosto de 2017







Tómalas y convierte en hechos mis fantasías.


Cyrano de Bergerac




Descripción gráfica de perrito grande, ande o no ande












(Heroico es ir "tirazando" de un peluchón de ocho quintales a 40 grados a la sombra como prenda de amor y sin perder la sonrisa en ningún instante)

¿En qué creen los que no creen?

“Hace años que pienso que el término "creer" no describe bien la relación de una persona con Dios. Muy pocos santos o devotos de distintas religiones hablan de "creer". Ellos y cualquier "creyente" serio, viven en relación con Dios, así Dios sea una idea en sus cabezas. Del mismo modo que no decimos: "creo en el lápiz", "creo en el mantel" o "creo en el árbol", un "creyente" no se plantea si cree en Dios. Para él, Dios, de alguna manera, es una realidad, y uno no cree en realidades, sino que las vive, las experimenta, se relaciona con ellas. Incluso las olvida, en un sentido muy heideggeriano, como olvidamos unos zapatos que llevamos puestos que son cómodos, precisamente porque son cómodos. Y si esto es así con los creyentes, ¡Qué decir de los no creyentes! Pero en general, para vivir una vida plena y de un modo u otro trascendente, no hace falta tener o no tener creencia religiosa. No es "lo que creen" o "lo que no creen" lo que hace a los hombres, sino como viven su relación con un posible sentido de las cosas”.

Umberto Eco

¿En qué creen los que no creen? Un dialogo sobre la ética.
Fragmento