viernes, 31 de marzo de 2017

Avatar




Yo sentía su eco lejano. Vibraba sutil.

Cerraba los ojos pero no lograba sumergirme en sus aguas.

Nada más relativo que lo obvio, o algo así, escribí una vez. Y ahora otra.

Es sencillo: ahí no estaba.
Escribimos para decirnos cosas, lo que necesitamos. Y luego, lo olvidamos, mirando en otras partes para intentar completar un puzzle que se nos antoja siempre incompleto.
Escribir es una ayuda. Pero al mismo tiempo si sólo es escribir te termina encerrando en una nueva burbuja.

Lo justo y necesario.

Me lo digo, y no me hago caso.

Aquí tampoco está.


Cuando desperté por primera vez me veía a mi misma como un fósil, una concha. Y muchas cosas más que dan para escribir varias bibliotecas, como a todos nos pasa sin excepción.

El fósil de la imagen es un pequeño trilobites, que alguien de mi familia trajo alguna vez, de ese mar antiguo que fue La Mancha.
Por aquí hay muchos fragmentos de memoria dispersos.
Siempre fue buen sitio para empezar

Ahora sé, que su eco no es el mar.

Acontecemos en un susurro, en beso siempre distinto directo al pecho, en  caricias galácticas, en orgasmos de mil flores.

Nada importa nada más.















Mar

Buscaba y rebuscaba, en la incierta cartografía de la memoria. Y me aferraba con deseperación a la búsqueda de un no sé. Temblaba.

Hasta que caigo en la cuenta. Sólo son necesarias las palabras mágicas:

- Abreté, sésamo.

Soy mar


Margarita

Anoche, sentí en sus sutilísimos invisibles besos acariciando mi alma,  la belleza en sí misma.

Esa perfecta mezcla de las esencias de cada una de las flores que somos, es el misterio.

Y es la maravilla.


Gracias por tanta ayuda para curar mi ceguera.

Gracias, amor





Vive y sé feliz

Elegimos.

Continuar o esperar.
Crear ilusiones o ser el Gran Viaje.
Padecer o sentir.

Vive y sé feliz



jueves, 30 de marzo de 2017

Ojalá me hubiera dado cuenta antes, que no siempre lo urgente es lo importante (Fito)

Muchas veces estamos pendientes de seres y de cosas que no son.
La mayoría de estas "urgencias" no son importantes.
Y sin embargo, se nos olvida lo mucho que ellos, los niños, nos necesitan.

Cuidarse muy bien para cuidarlos mejor.

Ser luz de luces.


Foto: Fernando Calderón

...y se respira mejor

Nos dejábamos llevar deliciosamente por el sueño nocturno.
Su dulce voz compañera interrumpió el instante de la entrega para decirme:
-¡Qué bonitos son tus ojos!
Y yo, pensando en los de mi rostro, le contesté.
- Muchas gracias, amor.
Al escucharme, añadió:
- No me refiero a los de tu cara, aunque ésos también lo son.

Sus palabras son mi aliento. Y con su perfumado aliento, se respira mejor.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Miedo me doy

Amanezco con la peor de las resacas, esa que acontece tras vagar perdida entre siniestras sombras y dudas.
A veces, me parece que escribo a cadáveres apuntalados por vanos deseos de permanencia, a fantasmas y a espíritus que mi imaginación construye.
Siento tambalearse las sogas que sujetan los excesos que lacran el espíritu.
Cuando esto ocurre, el pánico me invade y desde ese horror mi pensamiento cobra autonomía, poblándose de monstruos, de voces que a nadie pertenecen, porque sé que los construye mi mente.
A veces, no sé salir de la antesala del infierno.

Cuando creces, recuerdas algunas frases que se han quedado grabadas en tu memoria sin saber muy bien porqué, pero con el beneplácito de tu sonrisa interior. Para mi, son algo así como las piezas doradas del tesoro que yace bajo la losa secreta del jardín.

Anochezco, con un dulce cansancio, de saberme bien, de sentirme a gusto en mi piel.
Y en este estado acabo de recordar unas palabras que le oí hace muchísimo tiempo a una mujer.
Decía, la buena mujer, que se daba miedo a sí misma, que de hecho era lo que más miedo le daba del mundo.
- Miedo me doy.
Escenificaba estas palabras, teatral, llevándose las manos a la cabeza mientras las emitía.

Debe de ser el miedo una de las cosas que aun tienen cabida en mi cabeza.
Cuando me empiezo a chamuscar de miedo me levanto y me encuentro en mis amores. Noto mi pecho que se hace muy grande.

Y toco el pelo suave de Fénix.
Y veo como asoma el pelo de Marcos escondido entre las mantas sin verse nada más de su cuerpo.

Y, así, vaciada de miedo, me duermo.


Abejas, flores y estrellas

Un día luminoso, las flores congregaron sus colores admirando juntas el cielo.

 Con un leve murmullo, se decían:

- ¡Cómo es tan grande tu fuerza, cielo, que conviertes en real todo aquello que tus manos pintan!

Mientras, las estrellas soñaban en su fuego, con gustar el néctar de miel que las abejas liban.








Aunque sólo son palabras


En la noche de su espectro me confundo.
Muchas veces, zozobro entre millones de sus fragmentos e intento hacer pie para descargar el miedo que me da su ruidoso estruendo.
A veces, no hago fondo, y me pierdo dentro de una corriente ignota.

¡Qué poco sé de las palabras!
Unas veces son verdugos,
Otras jilgueros del alma.
Y, sin embargo me nacen,
Me dan consuelo  y la calma.



Camino al mar

Si alguna vez he de morir, sólo deseo que sea de mar.



martes, 28 de marzo de 2017

Desde el silencio

La inteligencia de la vida es infinitamente superior a cualquier herramienta a su servicio, como es el pensamiento.

Hace unas semanas estuve podando las plantas de la casa.

Dejé unos tallos de geranio, apoyados en el alféizar de una ventana, con la intención de sembrarlos. Se me olvidó completamente.

Esta mañana, me ha llamado la atención unas pequeñas flores que intentan eclosionar en la ventana. Como no veo muy bien, al acercarme, he comprobado que era uno de los tallos de geranio que estaba floreciendo. Sin agua y sin nada.

La planta ha concentrado toda su energía en florecer.

El pensamiento que nos domina, es un poseedor que nos inyecta las ansias de poseer. Se fija en lo que cree que no tiene y se rasgas las vestiduras para alcanzarlo. Es su droga, su hambre.

La vida es, mientras es, en lo que es. Cambiando incesantemente su avatar.
Es ofrenda de belleza hasta el final. Sin pedir nada.

Alguna vez, entenderemos que nada nos separa de la naturaleza, ni de nada, sólo un pensamiento.





Corazón



El corazón es agua
que se acaricia y canta.
El corazón es puerta
que se abre y se cierra.
El corazón es agua
que se remueve, arrolla,
se arremolina, mata.


Miguel Hernández



Irisado

El frío se siente en la piel como un rápido vapor que se disipa.
En el camino, los pájaros construyen con sus cantos afilados rascacielos que se proyectan en ascenso hacia el desierto del cielo. Creciendo en picado, veloz, sin nubes que perforar.

Es tan sencillo dejarse llevar guiada por los pasos del amor combinados con caricias de sol entre los dedos.

Y me acerco a los iris, atraída por su húmeda belleza fragante.
Y mi mente aprende sus curvas.
Y todo su ser es caricia del alma.



lunes, 27 de marzo de 2017

Un guiño





A veces, la tierra le pare al mundo un genio.
A veces,  el mundo lo devora, como Saturno a su hijo, porque no el mundo ni entiende nada, ni entenderá nada nunca.

Pero, en su humildad como hombre y desde su fina inteligencia, en una sola toma nos deja como legado la respuesta a lo que somos, a lo que son el universo y la vida.

Yo les invito a jugar a un juego.
No es exactamente el juego de las siete diferencias pero similar.

En esta ocasión no hay dos imágenes, sólo esta.

Se trata de un juego de observación y atención.

No hay tiempo límite para jugar, ni prisas: fíjense en la pose relajada de Tésla. Además, la muerte no es el final, hasta los legionarios lo saben aunque no nos guste admitirlo, ni lo uno ni lo otro.

Umm...muchas pistas estoy dando.

Miren. Despacito.

En una manera de mirar, no verán más que formas, luces y sombras.

Al encontrar la otra, sonreirán a Tésla, sentirán la honda tristeza que le produjo su paso por el mundo. Pese a todo, esta foto, que muestra que nunca se extinguió su esperanza en la humanidad.

Un guiño.




Lo mejor del sol es el brillo de la luna (Fito)

Muchas veces, no he encontrado las palabras con la que expresar mis sentimientos.
Algunas veces, de esas muchas veces, me surgió intentar acercarme a esos sentimientos a través de un pequeño dibujo. 
Esta imagen es uno de algunos de esos intentos de buscar cercanía, pero se quedó velada.
Buscando otras cosas, me lo he encontrado entre mis dibujos.
Sólo quería decir que  la omisión sentida, también puede ser una vía para construir y recrear.


En ocasiones, la luna de tan llena, quisiera desbordar los límites de su esfericidad.
Se proyecta con un halo inmenso de luz con los colores del iris en abrazo.
Al contemplarla parece que quisiera curvar todo el espacio con su amor.




Yo sigo pintando la luna
Ella, llenando de magia mis instantes.







Habitar

Tú me habitas,
Dulcemente.
A veces con furia
Navegando en mi vientre
Mar antiguo y sereno.
Mientras mi rostro
Se pierde entre tu pelo
Que sabe a salitre
Y es de viento.

Es justo y necesario


Hay un mundo posible sin muros, límites, ni fronteras, cuando no lo pienso y sólo es Tierra.



Caperucitas



Somos de naturaleza trina.



Absoluta mente Nada










Ni  siquiera la muerte es un concepto absoluto.





Pintura: Chris Peters 

Al abordaje

Se cruzan con una incómoda frecuencia en tu camino, o tú en el suyo, lo de la pertenencia importa un bledo.
Hablo de esos seres opacos y densos, cuya relación con el prójimo podría reducirse al concepto de "vine al mundo a dar por saco, porque de algo hay que morir".

Si los veo venir con antelación, se enciende rápidamente en mi mente el instinto de supervivencia. Con suerte, encuentro una intersección próxima de calles y me desvío evitando el suplicio.
Dios lo propicia y yo no lo permito.
Uf, ¡pero qué poco dura la alegría!

Ocurre que, las más de las veces, más que andar voy volando, mirando la bóveda que nos guía y protege; así es que me suelen pillar estos personajes de sopetón, con una cara de susto in-disimulable, delatora de la presa fácil que soy. Me noto mis piernas, tirando de mi para atrás y en un instante se activa su mecanismo de hablar.

El guión del encuentro es sencillo, previsible hasta la nausea:

- ¿Qué tal?, ¿cómo estás?
-  No sé, dímelo tú que ahora mismo soy tu espejo, pienso.

No merece la pena entrar en detalles de la continuación. Da igual lo que contestes, pues el personaje una vez ha logrado detenerte, vomitará una serie de sandeces y prejuicios que a nadie importan. Cuando se quede satisfecho, sin el más mínimo rubor ni piedad, se irá por donde ha venido.

Y tú te quedarás aturdido, pensando que no te habías planteado nunca postular para ser mártir; diciéndote lo que no has sido capaz de decirle a esa persona: déjese usted sus bucles en casa y no me refiero precisamente a los del pelo.

Los últimos encuentros que he tenido con algunas de estas gentes, me he ido dejándolos con la palabra en la boca a las bravas o diciendo una "bordería". Me parece que me estoy empezando a curar.

Hay muchas cosas que se deberían de purgar a solas, en la intimidad. Limpiamos nuestro cuerpo, execramos los humores y, también, se debería lavar la suciedad que hay en la mente.

Será por eso que no sabiendo que hacer con toda esa des-información (pero que el instinto sabe que sobra) se vierte sobre los oídos o los ojos del otro.
Pero como se vuelve a volver a formar, casi instantáneamente la imagen de lo mismo, se convierte en círculo sin fin.
Todos lo padecemos en mayor o menor grado, excepto quien alcanza la santidad, supongo.

Nos pensamos muy avanzamos, pero estamos aún en el deshielo de la mente.

Uno de los trabajos con más empleos del futuro, mejor nos iría si fuera del ahora, debería de ser el de higienista mental.
Limpiar y reeducar.
Quizás, así, viésemos ese dentro, en el que realmente somos.





















sábado, 25 de marzo de 2017

Memoración

Ella, vino a trasgredir los ritmos de nuestra vida una tarde de septiembre.
Era mi época de estudiante en Madrid.
Entonces, compartía piso con Ana, María y Toñi.
Memoración, llegó ese otoño, con su cara de nieve y un mohín de desdén.

Era una mujer que se pretendía etérea. Sobre-actuaba mucho y resultaba todo lo contrario: pesada hasta la asfixia.
Estaba como una cabra o a mi, al menos, me lo parecía.
No sé si por justificar sus excentricidades, su hermana Toñi, nos contó que su hermana era una persona muy especial. Por lo visto, siendo una bebé había dado sus primeros pasos en el aire, en levitación. Su madre, al ver a la criatura caminando por el aire, le pareció estar viendo a Moisés abriéndose  camino en las aguas del mar Rojo.
Después de este hecho, la habían criado consintiendo todos sus caprichos, pues debían de considerar que era una elegida de los dioses.

Ella misma se jactaba de tener poderes psíquicos paranormales.
Yo, hasta la presente, no alcanzo a definir lo que es normal o no en la vida y, a estas alturas, ni falta me hace.

La convivencia jovial que existía antes de su aparición en escena, se convirtió en algo insoportable. Si bien, algunas veces, las situaciones tan surrealistas que su locura generaba eran muy divertidas.

Acostumbraba Memoración, a dormir hasta bien entrada la mañana, pues pernoctaba como un vampiro.
Se levantaba y comenzaba su ritual de purificación.  Se lavaba el pelo, las manos y el cuerpo innumerables veces. Luego, desayunaba y salía a comprar el periódico, el Segunda Mano, para ver las ofertas de empleo del día.

Sí. También vivimos tiempos sin internet, ni teléfonos, ni aparato más sofisticado que la lavadora o la radio.
Por consenso, en esos años nunca tuvimos televisión. Para distraernos, en los ratos de ocio, escuchábamos música, o fumábamos sin parar entregadas a largas conversaciones sobre chicos, o lo que fuera que se nos ocurriese sobre la marcha.
Lo que más nos gustaba era hacer el bufón. Nos inventábamos personajes, o hacíamos parodia de algún profesor o alguien conocido. Y hacíamos una representación dentro de la representación de nuestra existencia.
Terminábamos muertas de la risa y diciendo que si nos iban mal los estudios podíamos dedicarnos al mundo de la farándula.

Aún recuerdo alguno de los personajes que inventamos. Se trata del viejecito que está a punto de fenecer, con la nariz afilada que procura al rostro la muerte inminente. Una de nosotras,  hacía de viejecito y el resto eran los ávidos herederos. Con dificultad, el abuelito entre ahogos, intentaba decirles a los nietecitos donde tenía escondido su tesoro, Al llegar su último aliento, moría. Y se quedaban bien fastidiados los herederos, ignorantes para siempre del lugar de la fortuna.

Pues bien, a Memoración, nuestra alegría, nuestras risas, nuestras ganas, le molestaban, porque no se aguantaba ni ella misma.

Recuerdo una noche que me levanté sobresaltada, como un zombi, asustada por el sonido del centrifugado de la lavadora en medio de la madrugada. Me acerqué a ella y le dije que si no se había planteado que no eran horas de lavar, que algunas personas teníamos por costumbre dormir por las noches.
Al decirle esto, se sintió muy ofendida conmigo y dijo que no soportaba la dictadura a la que estaba sometida. Sin poder contenerme la risa delante de sus barbas (que bien largas las tenía), me dí la media vuelta y me acosté.
A la mañana siguiente, anunció su hermana, también muy ofendida que Memoración se marchaba.
Por fin.

Sólo hubo una ocasión en la que fuimos capaz de hablar compartiendo algo más que malas maneras.

Yo estaba en la cocina guisando unas lentejas y ella me observaba religiosamente.
Cuando completé todo el proceso y el guiso hervía, me dijo:

- Pues vaya, las lentejas no se cocinan así.
Yo le contesté:
- Según tu sabia opinión, ¿comos se supone que se cocinan?
¿O es que existe acaso una receta universal que es tu manera de hacerlas?
- Pues sí, añadió, pero ya con la semilla de la duda en el rostro.

Por unos instantes, se mostró receptiva conmigo.

Recuerdo que le dije que las lentejas se cocinan como somos las personas. Todos tenemos los mismos ingredientes, por muy exclusivos que nos pensemos, pero lo que nos diferencia son las diferentes proporciones de los mismos. Es sólo cuestión de matices.

Y mis palabras no debieron de sonarle descabelladas, pues por una vez, se calló.

A mi las lentejas, no recuerdo quien me enseñó a cocinarlas. Sea quien fuere y siendo como soy, me gusta guiarme un poco para después obrar a mi aire.

Memoración se fue. Pero ella permanece en mi. Sí, el nombre es importante, aunque sólo sea un matiz más.

De ella tomé la idea de Sanchica, que era como llamaba a Ana. Le decía, no sin falta de razón, que parecía una Sanchica, de tosca y espaldi-ancha.

De Memoración, Sanchica y del lugar, Estrella.





El descubrimiento del espejo

Era un día de clase, semejante en sus ritmos a otro cualquiera. La maestra, doña Filo, nos estaba explicando los conjuntos numéricos.
Para ilustrar el concepto nos puso como ejemplo de conjunto a todas las niñas que componíamos la clase. Para que entendiésemos los que eran los subconjuntos, nos pidió que hacia su derecha se colocasen las niñas que tuviesen los ojos oscuros y a la izquierda las niñas de ojos claros. Al escuchar su demanda me sentí muy azorada, pues no tenía ni idea del color que eran mis ojos, ni si eran claros u oscuros.
La clase rompió su calma y comenzó a atarearse en formar los subconjuntos.
Yo sin saber cual era el que me correspondía, permanecí inmóvil. La maestra, al ver que no me movía, me preguntó si me sucedía algo. Le contesté que no sabía de que color tenía los ojos. Al escucharme, se me acercó y me dijo, pues son verdes claros y me fui hacia la izquierda.
Las niñas cuchicheaban y se reían incrédulas. Sin embargo, a mi me importaba bastante poco.
Así es como a la edad de 9 o 10 años, al volver a mi casa del cole, tuve necesidad por primera vez de mirarme en el espejo. El hecho es que no tenía ninguna conciencia de mi aspecto.

Ahora pienso que al margen del espejo de mercurio, encontraba en mi entorno pocos espejos donde mirarme. Quizás es por eso que siempre me he sentido invisible.

Sea como fuere, soy hija de mi padre. El tampoco tenia una relación fluida con ninguno, la justa y necesaria para afeitarse por las mañanas y peinarse e ir con un mínimo de decoro por la existencia.

En casa, siempre había un espejo redondo de doble de cara, una de ellas con mucho aumento, ideal para maquillarse y depilarse.
A mi padre, le gustaba mirarnos cuando nos veía entregadas en buscar la imperfección mínima e intentar arreglarla, en nuestros rostros jóvenes y hermosos.
Se asomaba de refilón invadiendo nuestro espacio y se le iluminaba la cara con una sonrisa y decía:
- ¡Qué guapas os estáis poniendo!
Y con tono jocoso, añadía:
- Yo es que no soy tan guapo y no me miro ahí adentro porque soy muy "carón" y no me cabe la cara entera.

Claro.
Ahí queda eso. Te lo digo de cachondeo, pero te estoy diciendo la verdad.
Lo mires por donde lo mires, no hay rostro que quepa en espejo alguno.

Pocas cosas sé. Una de esas preciadas cosas es que mi padre fue una persona bastante inteligente.
Mantuvo intactos su ironía y sentido del humor hasta el final.

Muchas veces, me he perdido en las formas y en las florituras. Perderme para entender, quizás, que todo es más sencillo de lo que parece.

Decía, Alejandro de la Sota respecto de la arquitectura algo así como que la mejor manera de hacer arquitectura era no pensar en hacerla. Que nadie echó de menos en sus edificios la Arquitectura que no tienen.

De alguna manera, esto es extrapolable para todo, para la vida.
No hay fórmulas magistrales que la definan, ni se trata de demandar supuestas demostraciones que cuando uno se las encuentra de frente, se pierde en su complejidad y lejos de esforzarse en entender, decide hacer un auto de fe y creer.

Vivir. Como te le de la real gana, como quieras, respetando esa misma vida que vives y de la que formas parte.
Nadie, echa de menos lo que no fuiste, lo que no eres ni serás, pues sólo lo que eres permanece, es la esencia.


A solas


Vosotros miráis hacia arriba cuando buscáis elevación, yo miro hacia abajo, porque estoy elevado. Decidme, ¿quién de vosotros puede reír y a la vez estar elevado? El que asciende a las más altas montañas se ríe de todas las tragedias: de las del teatro y de las de la vida».

Friedrich Wilhelm Nietzsche



Foto: Martin LLamedo

Vida


Sentía, con la intensidad de saberse efímero.
Y jugaba en secreto a ser un dios.
Pero, sobretodo, no paraba de escribir preciosas historias en cada habitación del universo.




La desmemoria-1

Estoy leyendo una novela de Louise Erdrich.
A cierta altura, un bisabuelo encuentra su bisnieto.
El bisabuelo está completamente chocho (sus pensamientos tienen el color del agua) y sonríe con la misma beatífica sonrisa de su bisnieto recién nacido. El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El bisnieto es feliz porque no tiene, todavía, ninguna memoria.
He aquí, pienso, la felicidad perfecta. Yo no la quiero.

Eduardo Galeano.


Según leo este "abrazo" de Galeano, recuerdo un día de visita a mi madre con mi hijo. Marcos se quedó mirando a un punto indeterminado y dijo, que la abuela y Sofía se parecían mucho.
Mi madre, sufrió un grave accidente vascular y ha perdido la memoria. Sofía es la bebé de la familia y casi que empieza a asomarse a esta tierra.

Las historias se suceden, pues a nadie pertenecen.

Yo no sé si eso es la perfecta felicidad.
Lo que experimento junto a ellas es algo muy precioso. Es que sin la participación de la memoria, el lenguaje del amor fluye a raudales. En cada gesto de ellas, se manifiesta en toda su pureza.

Coexisten muchas realidades distintas dentro de cada ser.  La felicidad es lo más próximo al orden y la armonía de todos los aspectos latentes.




La desmemoria-2

El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El miedo de saber nos condena a la ignorancia; el miedo de hacer nos reduce a la impotencia. La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos enferma de amnesia; pero no se necesita ser Sigmund Froid para saber que no hay alfombra que pueda ocultar la basura de la memoria.

De El Libro de Los Abrazos
Eduardo Galeano

Aprendiendo a respirar

Cuando era muy niña, a veces iba a encontrarme al refugio de mi soledad. Me encerraba en mi cuarto y me sentaba por un tiempo indeterminado frente al espejo. Intentaba imaginar como serían mis rasgos cuando fuese mayor, cuando me hiciera mujer. Quería ver superpuestas a mi imagen las facciones que alcanzaría.
Había un momento en que me acercaba mucho a mi reflejo, sin rebasar el umbral en el que las imágenes empiezan a distorsionarse.
Inducía un leve movimiento milimétrico para ver como la pupila se agrandaba o encogía en función de la distancia. Me parecía la cosa más rara del mundo y a la vez me maravillaba poder adentrarme en el abismo de un ojo por medio del otro. Y me angustiaba no poder ver mi rostro más que a través del espejo. Y al pensar esto, se me aceleraba la respiración y me hundía más allá de esas luces y sombras que percibía. Miraba mis manos, mis piernas. ¡Qué seres más extraños somos!

Hoy he recordado esto al re-encontrar mi voz sonora.
Al comenzar a brotar desde su eco original, ha ido a encontrarse con esa niña que se miraba en el espejo llena de ganas de ser grande.
En su cara, no se apreciaba edad alguna, no era un rostro de tiempo.
Y mi cuerpo entero se ha henchido de  aire fresco, sumergida en la tibieza de las aguas.
Era como vela aérea tensada a todo trapo, a barlovento, ingrávida, renaciendo en mi canto.

Canto


La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser el mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cáscaras de un mundo primario. Unos no llegan nunca a ser hombres; se quedan en rana, lagartija u hormiga. Otros son mitad hombre y mitad pez. Pero todos son una proyección de la naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos en común nuestros orígenes, nuestras madres; todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende hacia su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede hacer cada uno consigo mismo.

Hermann Hesse



Foto:Daniel Zuppinger
Wren asiático

Aufheben

Me gusta despertar en la mañana planeando. Parar por unos instantes y dar las gracias por poder sentir la belleza de cada vuelo, siempre distinto, siempre nuevo.



Foto: Boris Smokrovic 
Golondrina del Pacífico

Pájaros de barro

Y dijo Dios:
- Hagasé la luz
Y sintió su esplendor en el barro de los hombres que había creado.

Hay hombres que ignoran que el fuego no es lugar para cocerse y después quedarse seco y quieto para siempre.
Que pararse no es la calma, que endurecerse es ser frágil.
El ser viviente se hizo estatua.
Y piensa que se rompe y estalla en pedazos. Se reúne y repega. Se dice que es resiliente.

Que un alma no es nada sin un cuerpo lleno de agua viva, que se modela y recrea a golpe de latido, el dulce lenguaje del fuego.


viernes, 24 de marzo de 2017

Espacio "n"


A veces, la percepción se compone de planos de irrealidades superpuestos.





Cat



En lo obscuro se encuentra el más hermoso lucero.




Foto: Mark Johnson

Somos flores


Me gusta tu sexo.





Polvo de estrellas

Somos un camino para que el cosmos se conozca a sí mismo.

Somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas.

Carl Sagan




Silencio

Debe ser eso evanescer, me decía.
Lo sentía esfumarse con la gravedad de una losa que cierra una tumba descuidada que jamás supo de flores, sin fechas ni nombres, de cadáver ausente, vacía, sin nada.
Me esforzaba en encontrar el olvidado conjuro que lo hiciera  aparecer entre las gentes, así de repente, por sorpresa, entre el zozobrar de mis pasos.
A veces, al pasear mi insomnio, confundía sus facciones en otros rostros y mi corazón, engañado por mi mente, se aceleraba. Me acercaba con sigilo, por si fuera verdad. Al verificar mi desatino, desaparecía el espejismo y caía presta con  mi decepción al fondo de una pena amarga.
¡Qué ilusa es la razón destemplada por el deseo!
Que difícil caminar con tan escaso descanso y sin sueños.
Era vagar con la ilusión hecha añicos.
En la vorágine de su silencio comencé a comprender la naturaleza de mi estado, de mi expresión ausente, de todo ese tiempo que había construido imaginando espacios imposibles, arrastrándome en total desgana.
Era la arquitectura efímera del absurdo.
Al principio, el silencio estaba lleno de ruido, de palabras sin control que se apoderaban en bucle de mi cerebro.
Pensaba el silencio en forma de omisiones.
Sentía el silencio como pequeños rincones que me atrapaban y aprisionaban.
Fuera de todo y dentro de mi, comencé a entender algunas cosas.
Era evidente que no cabía en su cabeza ni en su mundo. Ni tan siquiera en mi cabeza cabía, ni quepo.
Me agotaba en estirar el instante de una caricia furtiva, prohibida, en la que tampoco había lugar donde meterse.
Me asfixiaba sumida en una inercia de dolor, que se había hecho con el control de mi mente y de mi cuerpo.
Y así, midiéndome sin tregua con todos los no-es dimensionales imaginables, comprendía que había permitido encogerse y hecho chiquitita la grandeza de mi alma.
Y en un instante de un buen día, quizás mejor que muchos instantes por luminoso, entendí que no hay amor en aquellos lugares que al evocarse sólo nos llenan de tristeza.
Supe que el silencio no era suyo, ni mío. Era ruido sin nueces.
Así es que del silencio desposeído llega el verdadero silencio.
Es potencial en estado puro.
Es respirar siempre la calma.















Sin llaves


Dicen, los que saben, que al cielo se entra descalzo.





jueves, 23 de marzo de 2017

Cuando sale la luna

Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.

Cuando sale la luna
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.

Nadie come naranjas
bajo la luna llena
Es preciso comer
fruta verde y helada.

Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata,
solloza en el bolsillo.

Federico García Lorca

No hay flores sin estrellas

Nieva.
Son bríos de nubes nuevas que quieren probar y prueban su metamórfica fuerza, desplegando con furia toda su belleza.
Los niños salen de las aulas corriendo, como cada mañana.
Y sorprendidos por el bullicio de tan abundantes copos revoltosos, envueltos en una discontinua albura, detienen sus pasos mientras elevan sus rostros al cielo.
Se va prendiendo en ellos la alegría, como a través de una corriente invisible que proclama el inicio de una gran fiesta.
Muchos de los niños elevan las manos al cielo, intentando asir pequeños copos. Otros, abren la boca y sacan la lengua para gustar la nieve. Y me siento niña en ellos. Y me da risa, pues parece que comulgan estrellas sagradas de agua de cielo.





miércoles, 22 de marzo de 2017

Los llamares

La luna llama a la mar y la mar llama al humilde chorrito de agua, que en busca de la mar corre y corre desde donde sea, por muy lejos que sea, y corriendo crece y arremete y no hay montaña que le pare la pechada. El sol llama a la parra, que queriendo sol se estira y sube. El primer aire de la mañana llama a los olores de la ciudad que despierta, el aroma del pan dorado, aroma del café molido, y los aromas al aire entran y del aire se apoderan. La noche llama a las flores del camalote, y a medianoche en punto estallan en el río esos blancos fulgores que abren la negrura y se meten en ella y se la comen.

Eduardo Galeano

Gracias

A veces, yo quisiera que la luz del sol fuera tan hermosa como el fulgor de tus ojos.

Me gustaría que el mundo se parase un instante y se impregnase del halo de tu esencia, porque sé bien que se convertiría en un lugar más amable y habitable.

Yo no sé apenas nada, pero sí que cada vez me interesa menos lo que se exhibe y se enseña en el juego del "yo más".

Siento tu sentir, pues nos fluye navegar juntas en las honduras del ser, que son muchas y diversas.

Hoy quiero que sepas que los ratos que compartimos son momentos alados y que la verdadera vida se construye en personas como tú. Poco necesita un alma grande.

Gracias a tu bondad, empezó a crecer mi confianza.

Gracias, siempre.





La uva y el vino

Un hombre de viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto:

- La uva -le susurró- está hecha de vino.
Marcela Pérez Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizás nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

Eduardo Galeano



Re-cordis





Recordar es volver a pasar por el corazón.


martes, 21 de marzo de 2017

Olmo



Por estas cosas me gusta mi tierra.

La primavera comienza en las mimosas






¿Te he dicho alguna vez que el perfume de las mimosas se compone con la esencia de tu sexo?





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Regreso a el origen, a la Tierra, lejos de estos límites que distorsionan y dispersan todo lo que gravita en el mundo.




Pintura: Marina Dieul

Uno para todos, todos para uno




El sueño de la razón divide.

Divide. Y acabas pensándote fragmentos.

Agua

Encontraba un raro placer en salir fuera y pasear entre las nubes de la más densa niebla.

Camino despacio sin más referente que mis pies y la parte de mis piernas que soy capaz de ver, a la par que ando. Así, voy atravesando ,sin más objeto que el deleite, su materia.
Me siento envuelta por sus partículas mágicas. Éstas, al engullirte en su matriz, otorgan infinitas posibilidades a tus deseos. Te conviertes justo en aquello que quieres ser, alejada de todo condicionante y referente.

El alborotado praná del cielo se suma a su vapor difuminando los instantes.
Es la bruma el sitio de la más extraña ingravidez, el triunfo del agua sobre las luces y las sombras, el denso velo de un elemento que, al ocultar la luz directa del sol, todo lo iguala. Es el lugar donde se pierden los puntos de fuga de las perspectivas.

La mente es continuo transitar, no se detiene un solo instante.  A veces muta, en su manera de componer, de una manera abrupta. Cuando ocurre esto,  lo que un instante anterior era tomado como referente vital, se percibe como algo algodonoso y poroso. En ese estadio, apenas se atisba un pensamiento, sin poder terminarse la secuencia de su crecimiento se desmorona, hasta que cae sin llegar a conformar idea alguna, sin consistencia ni voluntad de permanencia.
Es como intentar andar con paso firme en redes flotantes de grandes luces.

Otras veces, las nubes del cielo se explayan dentro del cerebro. Su presencia invasora, distorsiona la percepción y la capacidad de relación; te hacen percibir como fragmentos lo que antes parecía ser continuo y con coherencia.
Es estar sin estar. Es desear dejar de estar así.
Es entender que no va a quedar nada en pie de lo que antes considerabas te sostenía.
Sabes que ya no puedes continuar más así. Se trata de ser el creador de tu vida.
En este estado nebuloso, andas por las calles y no sabes encontrar el sentido de los pasos: flotas.
Las sensaciones y lo que has aprendido hasta entonces son como una engañosa construcción difusa de irrealidad, de angustioso ensueño.
La combustión de tu yo primitivo te atrapa.
Aunque no sabes salir y no encuentras el descanso, decides no vivir más presa del miedo. Y es difícil, pues el miedo es mentiroso y astuto y se disfraza de cualquier cosa para atraparte. Y no existe: solo es pensamiento.

Navegaba entre algunos jirones de niebla que aún se aposentaban en mi mente.
Con inspirada pericia me dirigía hacia sus zonas más densas y frías.
Escarbaba un poco y enseguida afloraban algunos recuerdos que, escondidos en un pretendido olvido, se habían quedado aprisionados en la memoria con el interruptor del dolor en posición de encendido permanente.

Identifico esos recuerdos porque al salir fuera, al volcarse al plano consciente, se manifiestan en forma de importante caudal de lágrimas sin control. Quizás son todas esas lágrimas que no fueron expresadas en su momento.
El dolor y los sentimientos enquistados, terminan por descubrirse entre los estratos de datos que constituyen la memoria. Al suceder esto, se explayan hasta desarrollar su plena expresión.

Poco a poco, en cada milímetro que se amplia mi capacidad torácica al inspirar, al irse liberando mi ánimo de tan ingrata carga,  comprendo que estoy experimentando la misma sensación que se interrumpió, que se cortó, más en otro tiempo y espacio; se están reproduciendo las mismas emociones y sentimientos que pensaba se habían disipado en el olvido. No es posible el olvido voluntario, pues convierte en eterno justo aquello que deseas pase pronto.

Agua mensajera.
Desde lo más hondo de las entrañas comienza a precipitar, ascendiendo hasta los ojos.
Gota a gota, genera una compleja síntesis que hace mutar la química del alma entera.
Intuyo que, la única manera posible de integrar lo que soy, pasa por dejar que el dolor me atraviese por completo, para conseguir que no ocupe ningún intersticio del interior.

En la vorágine de la  tempestad, el rayo perfora toda la bóveda celeste conduciendo hasta la tierra su pesada carga. Es estruendosa majestuosidad.
Una vez que la electricidad equilibra su carga, se alcanza la ansiada calma.
Así es como se manifiestan los más graves sentimientos. 

Diseccionaba enquistados sentimientos  y  comenzaba a comprender la compleja anatomía de mi ser. Es una manera extraña de exorcizar el dolor. El hecho es que, ahora mismo, no conozco otra.

Es dejar que la luz interna se derrame en los polvorientos y descuidados anaqueles de la memoria.
Y descubrir que sólo tú eres quien puede establecer el orden preciso en cada situación para que la claridad permanezca.

Y al llegar a los fragmentos dispersos de la memoria, entiendo que no soy eso.

Que todas las lágrimas, que ni siquiera me pertenecen, no son más que lágrimas en la lluvia.














Con acento

De todos los caminos posibles, el único que conozco y en el que me siento bien, es el construido con pasos sabedores de estar haciendo lo que tienen que hacer, al dictado de lo que sale de mi pecho.

Muchas veces, me acobardo y me paro. Tomo aire y miro al cielo. Desde allí, siento el amor de todos los seres que me impulsan.

Entonces, vuelvo a pisar tierra firme y continuo caminando.







lunes, 20 de marzo de 2017

No es ver para creer






Amar es crear.


Horizontes (I)

No son horizontes perdidos.
Nada se gana, cuando nada se tiene.

Son estratos de espacio y de tiempo que no han aflorado aun a la superficie.
En ellos, gravita la fuerza que los culta y late el potencial que los emerge.



Foto: Conor MacNeill

Veo, veo


Empiezas a bien mirar, cuando te haces invisible y te confundes con lo mirado.


Foto: Lyudmila Lucienne

Amo

Amo la alegría y por eso me la encuentro junto a mi.
Amo la amistad y por eso recojo estrellas y mi vida es una maravilla.

Phil Bosmans


domingo, 19 de marzo de 2017

sábado, 18 de marzo de 2017

Puntos de mira




Sólo en algunos puntos hay correspondencia entre la realidad física y lo representado.

A veces, se nos olvida, que el resto es sólo proyección.




Pie derecho



El mundo es una idea cambiante en la historia del pensamiento.

La tierra, es experiencia es hogar.

Reciprocidad es sólo idea





Se encuentra en todos los seres y las cosas de la naturaleza.
Su expresión más sutil es la esencia de las flores.
Su alma ingrávida se manifiesta en el vuelo de las aves.

Llena de sentido las palabras que permanecen dentro, como un mensaje siempre latente.

En todos los besos

Me gusta despertar contigo, lentamente.

Sentir en tu piel el dulce compás de la música que amo.
Y recrearlo, con los labios.









viernes, 17 de marzo de 2017

La arquitectura del sonido

Recién me levanto, la primera sensación que percibo es un trinar cercano.
Su profundidad es tal que parece expandirse sin límites. Es como un edificio sonoro muy alto que, en apenas unos instantes y con suavidad extrema, se va transformando en cascada.
Presiento en este canto el día despejado y sereno.
Me asomo de soslayo, a la ventana, como queriendo comprobar lo que ya sé. Y el cielo me saluda, sin una sola nube de dudas.

Reconozco en este sentimiento, el eco de estivales mañanas de mi niñez. En ellos la intuición era mi única guía.
He conseguido volver.
Quizás sea eso permanecer.



Donde la curiosidad nos lleva


Si un ser tan delicado confía en nosotros, ¿por qué no confiar?



Vibración


El encuentro con la belleza es vibración, que prende luz en la mirada.




L'embrace


En tu beso más sutil, despierto
Y se llena de ti todo el espacio.

Deliciosamente, se alborota la calma
Emerge la dicha entre tus brazos.



Foto: Nataly Buhaienko

jueves, 16 de marzo de 2017

La vaca



El acto de reinventar los límites no los anula, pero evidencia la arbitrariedad, parcialidad e intrascendencia de los mismos.



Theo van Doesburg.
Abstracción de una vaca  (1917)

Y tú, la pluma





Poesía es potencial
que se siente en cada alma
como música nueva.

Sun


Sólo aquel que siente el amanecer sabe hacer de la luz del sol su guía.



Foto: Gable Denims

Villus


Hay casi tantas formas posibles de erizar los vellos de la piel,
como modos de alcanzar el orgasmo.