miércoles, 30 de diciembre de 2020

Exorcizando

El tiempo que me ha sido asignado no te pertenece. Tampoco le pertenece a mi hijo. Ni siquiera me pertenece a mi.

Estoy intentando sobreponerme a mis miedos porque ya no puedo más. Siento tu odio hacia mi como un animal hambriento, insaciable. También, veo tu odio como una lente deforme que crea monstruos imposibles allá donde sólo hay una voz humana.

Nunca pensé que transitarías territorios pantanosos llenos de cadáveres antes que tender puentes hacia la cordura.

Deberías sentir tormento cada vez que cierras una puerta, que el sonido de cada uno de sus goznes te recordara aquella fatídica vez que me cerraste la puerta y me abandonaste a la enfermedad y la muerte. 

Mi corazón se paró por unos instantes. Luego mi mente. Pero antes de extinguirme del todo quedaba dentro una misteriosa llama que poco a poco me volvió a la vida. 

Entonces supe que la muerte no duele, es tan solo descanso de esta vida tan cruel.  Y al volver, se dibujó en mis labios una sonrisa, porque ya nada podía importarme. De alguna manera se había desvelado parte del misterio.

No sabía entonces que aquello no era el final, era tan solo un nuevo comienzo. Era un eslabón más de una infinita cadena de acontecimientos preparados para elevar la conciencia.

No merezco tus comentarios, tan poco inteligentes y dañinos. 

Tampoco merezco tus supuestas ironías.

Ya no quiero hablar contigo.  

No quiero dedicar más tiempo a las cosas y a los seres que no tienen alma.

Estas palabras no van dirigidas a ese hombre anodino que no se atreve a mirarme a los ojos cuando por las forzadas circunstancias de la vida se cruza en mi camino.

Me dirijo a su yo superior que se encuentra perdido, quizás en las brumas del dolor o en los cerros de Úbeda (que nunca llegó la poesía a dejar poso en su ser).

Déjame en paz de una vez. 

Yo no pude hacer otra cosa  que dejar de quererte, por tantos boquetes que, con el puñal invisible de tu ignorancia, infringiste a mi pobre corazón. 

Sé bien que yo hice cosas muy mal, pero después de todos estos años creo que es el momento que también salgan a la luz tus culpas.

¿De verdad no oyes los goznes de las puertas cuando se cierran?

¿Sabes? De pequeña rezaba. 

Yo confieso ante dios todopoderoso de pensamiento, palabra y omisión. 

Sólo que cuando se reza se repiten cosas de memoria y muchas veces uno no entiende muy bien. En realidad no se trata de entender, sino de que las palabras lleguen al lugar adecuado. Yo no sabía que era eso de la omisión. No lo he sabido hasta que no lo he sentido aquella noche en que te pedía por favor ayuda, que tenía mucho miedo, que me encontraba muy mal. Lejos de ayudarme cerraste con furia la puerta tras mi cara. Nunca podré olvidarlo. Y seguramente tampoco perdonarlo.

Mientras tanto, el tempo ha pasado. Y sigues buscando matarme con las palabras cuando como un rayo me fulminaste tras una puerta hace más de seis años.

Recuerdo que después de volver a latir mi corazón y de alguna manera recomponerme, al amanecer llovía. Y pensé en la canción: y si llueve, saldremos a la lluvia. Y salí a la calle. Y todo me parecía irreal un decorado ideado con un complejo algoritmo matemático que lo relacionaba todo.

Aunque viví esa madrugada, la herida que dejó el acontecimiento en mi corazón y en mi mente nunca pudo cerrar, probablemente sólo pueda hacerlo si alguna vez lo perdono. 

¡Hay tantas cosas que quiero expresar! Pero no me salen las palabras. Mi voz se quiebra quizás presa del miedo.

Yo no quiero que tu odio me empape.

No puedes imponerme tomar las decisiones cuando a ti te surgen las necesidades. No puedes imponerme nada.

Tienes la desfachatez de decir que hacerme favores a la vez que te burlas de mi y difamas.

¡Bah! Me aburro. Me aburres.

Sólo quiero que me dejes en paz. 

Empezaba diciendo que el tiempo que me ha sido asignado no te pertenece y, sin embargo, estoy dedicándote ya demasiado tiempo. 

Digo que el tiempo no me pertenece. Así es. Es un regalo de la vida. 

Como esta voz. 


O como su sonrisa.





 

 




Ojos de mirada perdida,  reflejo de un alma que dejó de recibir su alimento.

 Hacer lo que amas, como única vía para que se derrame en aquello que construyes, un poquito de tu alma.

Volver un poquito

 Una vez más, me paralizan el miedo y la angustia.

Una vez más, necesito aferrarme por un momento a algo de la materia para poder salir de esta parálisis.

Me digo a mi misma que todas esas ideas y cosas que, con afán suicida, construye mi mente  no han sucedido y lo más probable es que no sucedan nunca. Al menos como en este ahora las pienso.

Una vez más, acuden a mi mente nuevas palabras que pugnan por salir para reconciliarme con el momento.

En mi bloqueo, intento hablar con alguien, pero compruebo que no es mi momento, a quien acudo parece ocupado en otros menesteres que no me incluyen a mi.

Si pudiera llorar todo lo que siento, dejaría todo un mundo mojado de sentimientos.

Me cuesta tanto trabajo llorar que a veces me planteo que pudiera parecer una fría máquina vivivente.

Vuelvo a mirar ese bloc de notas virtual, tan vacío ahora de sensaciones y de sentimientos.

Necesito reconciliarme conmigo misma en forma de hacer algo que me gusta y que me abstrae hasta olvidarme de todo lo cotidiano.

Necesito escribir. Por eso he vuelto. 

Acaricio las teclas de las letras con los dedos entumecidos por el frío y la poca práctica.

Y vuelvo a ver esa infinitésima fracción de mi que me reconforta un poquito. 

Y no conozco la fórmula para que se vacíe en lo que escribo, a veces, un poquito de mi alma.









Pasaba la vida temiendo perder aquello que nunca tuve.




 

Ojalá que el miedo nunca esté presente en tu silencio.









martes, 20 de octubre de 2020

 Quizás, somos lo que imaginamos.





I have a dream

 Esta es mi voz, sin el eco lejano y persistente de la suya.



Ojalá que algún día se confundan los deseos meditados con los sueños y se hagan realidad. Es que tengo un sueño recurrente, que voy construyendo a raticos, cuando estoy despierta y que no termino nunca de imaginar, porque no tiene principio ni fin. Me gusta mucho este sueño, porque lo voy modificando a mi antojo y adaptando según evoluciono. Pienso que en su estructura, apenas esbozada para que sea flexible,  podrían estar contenidos los rudimentos de una nueva realidad para mi.

La imaginación se pone al servicio de todos esos sueños que me mueven a la vida. 

Somos lo que imaginamos.





Nunca fue dulce el tormento

 Si al soltar se siente vacío es que todavía existe apego.

Creo que uno de los pocos deseos expresos que se me han cumplido (en un ataque de ego), es aquel de desear no verle nunca más. (Por eso se dice que hay que tener cuidado con lo que se desea, pues en ocasiones los deseos se cumplen).

Ahora, al pensar en su ausencia no siento vacío, lo que siento es una extraña sensación que es algo así como si él estuviese aun  en mi, sin estarlo en realidad; algo parecido deben sentir los que han perdido un miembro de su cuerpo que, a veces, parecen sentir el miembro amputado sin tenerlo, tan acostumbrada como estaba a pensarlo y sentirlo en todo momento.

Estaba pensando estos días que va muy rápido esto de la vida. El otoño avanza imparable, devorando horas de luz solar a su paso y revolviendo los estados de ánimo y los sentimientos. Para compensar, quizás como bálsamo para la tristeza, nos ofrece puestas de sol y paisajes vegetales llenos de belleza.

Antes me gustaba pensar que dentro de su silencio, me gustaría ser presencia. Necesitaba pensar que sería buena cosa que yo permaneciese en él, de alguna manera, que fuese con suerte, algo más que un lejano recuerdo de risas y fiesta.

Ahora pienso que ya me da igual, pienso que aunque eso fuera así,  no tiene sentido si no me llega a mi.

Ahora entiendo que desde hace mucho tiempo respecto de él, sólo me quedan recuerdos de recuerdos y, eso sí,  muchas líneas por mi parte quizás para compensar todo su silencio y abandono.

Con todo esto, lo único que quiero decirme a mi misma, es que ya no estoy enamorada de él. Y no es algo que me haya propuesto, porque además eso no funciona así, ha sucedido y ya está. Y siento mucho alivio, pero me siento muy rara sin estar enamorada.

Es tan raro. Cuando ha aparecido en mis sueños no he sentido nada especial y me es muy extraño, después de tantos años anclada en lo mismo. No sé si es el triunfo del tiempo y el desengaño. Yo creo que él se ha desprendido de mi porque ya no lo necesito en mi vida. 

A veces me da la sensación que hay algo de tiranía en el esto del enamoramiento.  



He soltado, por fin, y me siento libre. Ha llegado la hora de celebrarlo.



















 


Ser luz entre tanta sombra.






 Yo sólo aspiraba a ser presencia dentro de tu silencio.

Ahora solo quiero la paz que siento cuando me abandono.





domingo, 18 de octubre de 2020

El lado obscuro

 







Todos tenemos ese lado obscuro que nos negamos a admitir continuamente y que reaparece en los momentos más inoportunos, con carácter intermitente. Cuando entra en escena, hace estallar en mil pedazos, una realidad bien construida.

El lado obscuro es volver a caer en un instante de inconsciencia, a veces de ira, otras de debilidad. La caída consiste en estrellarte contra un muro de tristeza y desolación. 

Lo obscuro es la acción cuyo peso carga en la conciencia y desata los más amargos sentimientos  de culpa. Porque esa obscuridad que también nos conforma (o deforma, nunca se sabe) es la responsable de los peores gestos y acciones y siempre se encuentra al acecho. Cuando no tiene rienda suelta, se ubica en lo más enquistado de la memoria y desde el recuerdo, se va liberando en el momento presente para ir ganando terreno y hacernos sentir que somos una puta mierda.

Para que no actúe es necesario obrar a cada instante de manera consciente, no abandonar nunca la templanza.

Pero el orden de los acontecimientos, en ocasiones nos deja fuera de si y sin pies de plomo es previsible la caída.

Hace poco que caí. Volví a la negra sensación aledaña a la locura. Mientras caía, en ese fatal y breve instante, notaba cada uno de los fragmentos a los que se iba reduciendo mi alma.

Ese ser violento que creía exorcizado de mi, apareció de nuevo y en solo un instante todo el trabajo de muchos años se fue a tomar por saco.


En ese abyecto instante, mientras caía sentía desde fuera la fragilidad del instante mismo, que no es sino el reflejo de la fragilidad y debilidad que me habitan. Aborrezco saber que esto está en mi o que yo también puedo ser eso. La mayor parte de mi existencia consigo ver los matices de la luz, pero, no sé porqué, voy y me caigo y todo se derrumba una vez más. 

Por ello, he de admitir que hay una faceta en mi que me deforma y hace sacar lo peor, yo que aspiro a la bondad como más alto estandarte.

Más la caída esta vez fui distinta, fue una caída en la me recompuse rápidamente, enseguida me puse de pie. 

Caí por una milésima de segundo pero conseguí parar el espanto apenas se desataba y me dije:

- monstruo, qué coño estás haciendo. 


La obscuridad nos hace distorsionar la realidad y las cosas no son lo que pudieran parecer. 

No se puede destruir lo que se quiere. 

En un apagón, dentro ese lado obscuro que nos agobia y enseña, se puede sentir el vértigo del vacío;  sentir los huesos desnudos rodeados de tierra. Pero esta vez el cordón de la dinamita se apagó antes de llegar a la carga, pues sentí todos los huesos del mundo proclamando su reino y una punzada aguda se instauró en mi pecho: era la muerte llamando a mi puerta. 

Y en contra de lo que pudiera parecer era yo la que se moría por una fracción infinitesimal de tiempo. Y comprendí que todo lo que hago, aunque pudiera parecer una acción exterior hacia otro, es lo que me hago a mi misma. 

Y sentí que el lado obscuro no es un lugar de visita al que se acude en momentos extremos o de locura, sino que también somos eso. 

Y saber esto me da miedo y rechazo.

Y mi miedo se convierte con frecuencia en angustia. 


Hoy vuelvo a poner el contador a cero, y esta vez solo espero que la luz sea mi camino y que el amor me aleje de la obscuridad.









  


domingo, 11 de octubre de 2020

Echo de menos

 Echo de menos tus preciosas palabras, justo todas esas palabras que me hacían soñar con el amor verdadero.

Sin ellas se hace más áspera y dura la existencia. Antes, cuando te leía a diario, cada día tenía su tiempo de momentos brillantes y de buenos alimentos para el alma. 

Ahora me conformo con el susurro de colores del cielo al anochecer. Con la sonrisa llena de vida de los niños. Con el latir límpido de mi corazón cuando es movido sin miedo. Pero en todas estás cosas y en más aun, está la maravillosa corriente en la que se también se conecta el recuerdo  de tus hermosas palabras que añoro sin medida.

Te busco y te buscaré siempre, por si algún día volviera a encontrarte, inspirado, pleno y lleno de belleza.







 

sábado, 3 de octubre de 2020

La vida se pasa

 La vida se pasa y ya no vuelve.

Los ojos se cierran para siempre, más la luz sigue acariciando los otros cuerpos y las miradas, quizás ignorantes de la dicha de ser.

La vida se pasa y no espera.

Y los pies cesan de hollar los caminos del mundo, testigos mudos de un tropel de fechorías.

La vida se pasa y ya no hay más lágrimas.

Mientras el mundo sigue consumiéndose en un infierno de estulticia. Pero se buscan otros lugares para poder descansar en su belleza.

La vida se pasa y ya no vuelves.

Aunque estarás en mi en cada amanecer. Y te buscaré siempre en cada aurora de rosados dedos.

La vida se pasa y, poco a poco, en ella me disuelvo.

Como lágrimas en la lluvia, de un suave lluvia que no cesa.

La vida se pasa y no hay olvido.

Y sin olvido no hay lugar que no ocupes de mi memoria, cada vez que unas letras deciden juntarse y deslizarse a través de mis manos.






 

Hay cosas que no tienen remedio

 Y cuando ya no lo esperaba, en menos de una centésima de segundo, volví a caer. 

Y por vez primera, todavía  sintiendo el punzante dolor de mi error, pude perdonarme. 

Y entonces, supe que en esta vida hay pecados para los que existe perdón, pero no hay nada para la herida que se forma, carece de cura.

Y entendí que ahí, al lado de lo que sostiene, se encuentra agazapada y siempre al acecho la locura.



Sin más espera

 He perdido la esperanza de encontrarte. Justo ahora que conseguí emerger de lo más hondo de las aguas del silencio.

No volveré a anclarme a un punto indeterminado del pasado como promesa de dicha. Ya no me da miedo desenvolver el hermoso regalo de la vida.

Yo miraba hacia tu ventana y ,en todo este tiempo de ausencia, sólo encontré arquitrabados muros de oscuridad. Estuve siempre fuera de tu muro, aunque mi corazón fantaseaba con tenerte sentia la angustia de saber que nunca más volvería a verte. Y me parecía, que sin ti la vida, sería un lugar insulso. Sin entender, como ahora entiendo, que sólo debo querer el magnífico vuelo de tus alas planeando en el infinito.

Pensaba que tú eras el camino y sin encontrar los pasos adecuados para seguirle, yo me entretenía en los aledaños, visitando uno detrás de otro, bosques de tristeza.

Ya no será la fronda el lugar donde te encuentre mi memoria. Siempre serás el fulgor del agua del mar afilando tus pupilas.

Y te sigo soñando, pero ya no me auto-despierto para sentir la felicidad de estar junto a ti también al otro lado, sino que mi mente se adentra en el sueño para que desde el propio sueño me advierta a mi misma que no es la realidad, que es un sueño más para entretener mi ser. No quiero sentirte como un privilegio, merezco ser amada y he estado apuntando ya demasiado tiempo en el sitio equivocado.

Quiero llenar mi tiempo con instantes de amor en reciprocidad o, al menos de momentos que me hagan sentir  paz. 

Ahora sé que existió la ocasión y yo la desaproveché. Era el tiempo de las flores del amor y por un instante, dos realidades que parecían imposibles de suceder, se tocaron. Y sentí miedo y huí.

Quizás todas las letras escritas desde ese día sólo sean páginas que componen el diario de una huida hacia ninguna parte.

Pero por mantente vivo en mi memoria y en mis recuerdos he terminado por encontrarme. Y, finalmente digo que no cabe más tiempo entre sus páginas. Y he vuelto a saborear la sencillez de la vida y me he dado cuenta que ya no tengo tiempo para cosas que no tienen alma.









jueves, 1 de octubre de 2020

domingo, 2 de agosto de 2020

Me gusta sentir tu presencia invisible, pues de alguna manera me aleja de la soledad.


Te quiero verde

Cuando el desengaño se encuentra con una briznilla de esperanza, mueve de nuevo a la acción, a la creación.

Briznillas de esperanza fueron una vez aquellas uvas que se han convertido en el vino que hoy llena nuestra copa.





Vida

A veces, detenemos la mirada en ventanas con vistas a ningún horizonte y balcones que miran a la nada, negando ignotos rincones  por descubrir y caminos que andar.
Pero los ojos ahí detenidos tanto tiempo, se cansan de rememorar mil y una vez aquellos paraísos que perdimos, al entender que ese punto fijo que una vez nos llenó de belleza y amor, no se encuentra en el exterior, tras esas vistas veladas. Se ubica muy  adentro, más allá del espacio y del tiempo. Está en nuestro interior y nos mueve a ser. Descubrirlo supone ir más allá de la materia, supone desprendernos de nuestras anclas y salir afuera para proyectar y alcanzar poquito a poco nuestros sueños.

Al otro lado del silencio, de la realidad velada, hay un bullicioso mundo  en el que co-crear. Y el "ahora" es el momento adecuado para hacerlo. No hay nada más, y a la vez, es todo lo que hay: ahora.



Podemos emplear el tiempo en lamernos las heridas, conformarnos con recordar aquello que perdimos y que nos hizo felices alguna vez, o quizás muchas. Podemos alimentarnos de pasado y experimentar una permanente indigestión. Pero merecemos algo más que silencio, algo que sea un verdadero alimento.
Estamos vivos, merecemos vivir y vida es lo que hay a uno y otro lado del silencio.

A veces, una ventana no es más que una herida en un muro, un recuerdo que poco a poco se disuelve en un mar lleno de recuerdos, recuerdos que son la sal de la vida.

Y la vida es imparable.








Otherside


Nada volverá a ser igual para aquel que consiguió volver del otro lado del silencio.
El tiempo vuelve a medirse pero, ahora, se siente a golpe de latidos.


sábado, 1 de agosto de 2020

41º celsius

Hace mucho calor...
Y en tu corazón escarcha.









Ahora sé que es imposible el olvido, pero si se puede re-estructurar en el presente para vivir mejor, el orden del cajón de sastre de la memoria.





La aurora de rosados dedos rozaba al despertar su piel de azahar.








En los abismos más obscuros también existe la vida, que es luz y es imparable.



Inside



De tu vasta oscuridad, aprendí a bucear dentro de mis sombras.




Vivo


Vivo inmersa en un gradiente de ausencias, justo en el umbral donde la luz y la sombra se unen para modelar la realidad.



Tu ausencia

Cuando no estás, mi mundo se hace más pequeño y denso con el peso de tu ausencia.
Se hace tan espeso que me cuesta imaginar un futuro inmediato sin el eco de tu risa.

Cuando no estás, las cosas parecen perder mucho de su sentido, sentido que recobran al notar dentro de mi el latido de tu amor.

Cuando no estás, a veces cierro los ojos y, ¡te siento bullir tan cerca, en el centro de mi alma!

Así, sin ti, se pasan las horas largas y los espacios vacíos, tanteando sin cesar como será el tiempo de tu regreso.

Y no puedo hacer, sino acompañarte en crecer, a la par que crece el esplendor de tus alas.

Y el tiempo corre inclemente, cuando estás a mi lado. Cada instante que estoy contigo vertebra mi mundo, que también es tu mundo, y se hace grande al son de tu mirada.





domingo, 26 de julio de 2020



Tan sólo los recuerdos rompen el silencio de tu ausencia.





La vida está llena de motivos para continuar, por eso seguimos. Y, quizás, porque una vez fuimos belleza y sentimos el amor loco. Porque la rosa que se marchita también pierde sus espinas, pero su esencia permanece.








El miedo no nos salva de caer en el abismo. 





Madurar es sobrevivir dignamente cada día, siendo conscientes de la certeza de que,
en cualquier instante, puede acaecer la muerte. Es mirar de frente el miedo y terminar por exorcizarlo.




sábado, 25 de julio de 2020

Yo que muero de amor por tus palabras, encuentro en tu silencio mi condena
Ojalá que alguna vez escribas allá donde yo pueda encontrarte.






De nuevo, palabras

Devanándome los sesos entre tanto ruido, creo merecer algo más que tu constante silencio.

Daría lo que fuera por leer unas líneas procedentes de tus manos. Me volvería, una vez más, loca de amor si las palabras  procedieran de tus labios. Dichas así, como en un pequeño susurro, cruzando con mil puentes dorados los abismos.

Creo que sabes esto y por eso tu eterno silencio es mi condena.

Me gustaría que supieras que una sola palabra tuya bastaría para sanarme del olvido.

¿Qué he de hacer si mi obsesión se construye con las letras de tu nombre?

Y me parece que el tiempo se hacía oro embriagado con el encanto de tu risa.


Y pensar que, en mis ansias de futuro, todavía apareces en mis sueños.

Se bien que para ti soy cero y ,sin embargo, no sé porqué, no puedo evitar proyectarte al infinito.

El tiempo no me sirvió para curarme de tu olvido, sólo me hace poco a poco el ahora algo más soportable.

Si pudiese pedirte algo, te pediría que escribas donde yo pueda leerte, me haría mucho bien.

Espero que este deseo se cumpla. Que no hay olvido, sólo hay cosas que se guardan bien hondo.


















domingo, 5 de julio de 2020

miércoles, 13 de mayo de 2020

Las notas se deslizan con suavidad en el aire.
La luz llenando de irisados reflejos cada una de mis lágrimas.

Quisiera poder expresar sin palabras como noto que me vuelven las ganas de vida.
Desde este extraño encierro, en este nuevo mundo.

Ya se mecen orgullosas las preñadas espigas doradas en el campo.





Desde arriba

Puede que la luz, junto con la belleza, sea el único consuelo que le queda a quien una vez se perdió en la parte más honda y obscura del alma.






Solitude



A veces, la soledad es una forma de descanso del alma.





Me gustaría decir que yo también estuve aquí y que alguna vez a alguien, quizás,  mi ausencia le provoque un sutil resueno de dulzura.

Es hora de hacer todas esas cosas que quedan pendientes de un hilo de pereza.




El tiempo discurre inclemente, y se come poquito a poco las ganas. Las oportunidades se agotan.

Hoy quiero, necesito verme en otros rostros, en otros gestos, en otras manos.

Hoy  amaneció gris pero sólo me reconocí en la luz rosada, en la aurora de mi alma.

Y la música suena. Y una solitaria lágrima discurre en mi rostro. Porque pesan las ausencias, las de esos seres que nos hicieron pasar momentos tan felices. A los que tanto hablas desde el silencio y la soledad.

Aunque nunca más me escuches, ni me leas, quería decirte me siento acariciar el ser por cada una de las  notas de tu música.

Y si  llueve, saldremos a la lluvia, y descubriremos en las gotas el secreto de la verdadera vida.

Marchons!










Días de sueños nuevos, alimentados de viejos y hermosos recuerdos.






jueves, 7 de mayo de 2020



Derrotar el miedo y la angustia.
Vivir sin la pereza de crear el instante.





Una y cuarto

La solitaria campanada anuncia la llegada de la una, una de la tarde.

La mente recurrente escarba de nuevo en el pasado.

Él me descubrió un universo sonoro de una belleza sublime.
Y sucumbí a un amor que jamás supo de besos y de abrazo.
Parecían bastarme la música y las hermosas palabras.

Era más bien una idea fija que resonaba en el fondo de mi alma.
No conocía espejo más perfecto en el que mirarme.

Entonces, quise ver reciprocidad donde sólo hubo cortesía y, después, silencio.

¡Hace ya tanto que no siento sus ojos de mar acariciando mi alma!

Ahora sé que sólo fue, que me lo imaginé erróneamente.

Ahora son la una y cuarto: ha llegado mi hora.

viernes, 1 de mayo de 2020

Aunque en su apogeo no lo parezca, todo dolor tiene su tiempo de descanso.

El orden de sus palabras fue el dulce tormento de mi alma.



Sus besos no eran de este mundo.
De ahí, luego, la hondura de la caída.





Orbitar dentro de un beso.





Y,  poco a poco, su voz se marchitaba en los aledaños del olvido.





Todas las palabras que me fluyen, se encuentran impregnadas de tu esencia.





Ser la luz al final del túnel.





martes, 21 de abril de 2020


Saldremos fuera, luego de esta primavera que se marchita, ajena a nuestra presencia. Más nada volverá a ser como antes. El cielo será más límpido y azul. Y, a la noche, estará cuajado de nuevas estrellas, solitarias estrellas que conmueven el alma con su profundo silencio.



Los mayores

Y las muertes se suceden como un goteo constante, en soledad, en silencio, sin poder contemplar con ese último aliento el rostro amado, sin el calor de una mano a la que aferrarse hasta llegar al final del camino.

Y no se escucha en el campanario ningún tránsito, nada que avise al resto, sin poder recibir antes de la inhumación una pública despedida.

Y se van por decenas cada día, y cuando nos dicen los medios las cifras, se nos hiela la sangre, porque desde este extraño encierro, pensamos que tampoco podemos hacer nada.

Y los que aún viven se pasan el día solos, enjaulados en sus habitaciones, sin un horizonte en el que converger la mirada en otro congénere.

Nuestro mayores  desaparecen y nosotros entendemos que lo que ocurre es que se está extinguiendo la voz de nuestra memoria colectiva.

Ya no hay tránsitos, debiera haberlos por cientos. Y así vivimos confinados en una verdadera ignorancia de los hechos.

Pero saldremos fuera, luego de esta primavera que se marchita ajena a nuestra presencia. Más nada volverá a ser como antes.

Y el cielo será más límpido y azul.

Y, a la noche, estará cuajado de recién nacidas estrellas, solitarias estrellas que conmueven nuestras almas con su profundo silencio.




jueves, 16 de abril de 2020

Mañana de encierro

Los momentos brillantes quedaron desangelados en algún oscuro lugar de la memoria.

A veces se revelaban en forma de extraños sueños, y al despertar, dejaban su intacta estela en el ánimo.

Podría decirse que todo lo que sabía de él lo había aprendido a través de los sueños en (durante?) los amplios márgenes de su ausencia.


Las campanadas de las diez sonaban, acompañadas de una voluptuosa primavera, ajena al drama que inundaba los hogares del mundo. Los elementos eclosionaban imparables y al pensar en el dolor resultaba insoportable la exultante belleza.

Los sueños se componían de retazos de realidad mezclados con los deseos y los anhelos más profundos.

Despertar del sueño, impregnada de su presencia; era él con nuevos matices nunca soñados o imaginados, con la angustia pugnando por campar en todo el tórax,

Me preguntaba donde se había ido tanto amor, como había permitido que enmudeciera y ensordeciera, dónde estaba.

Y ahora qué hacer en este nuevo orden del mundo: afuera los trinos de los pájaros explayándose por cada rincón de la casa, haciendo soportable la tristeza del encierro.

Dentro de mi, la cuarentena iba logrando su efecto de cambio y, a ratos, sentía plenitud admirando la belleza y grandeza del alma de mi hijo, mi compañero junto con la gata Fénix, en el encierro. Él es como el día claro más fragante de mi niñez, el centro de un majestuoso universo posible.






















miércoles, 15 de abril de 2020

domingo, 5 de abril de 2020



Cuando el cielo no nos salve del espanto, al menos que nos alivie su belleza.





Confinados III

Hoy la angustia se ha quedado instalada en el centro de mi ser.

Deambuleo por las noticias intentando encontrar una chispita de esperanza.

Despierto a mi hijo y le pregunto una vez más que qué tal está. Bien, responde, y siento alivio en mi centro sobrecargado de incertidumbre, angustia y miedo.

Y me digo a mi misma, hemos de continuar, como si este día fuese el mejor del mundo porque en realidad es el único que tenemos ahora.

Ir a la compra se ha convertido en un acto de heroicidad. A mi me va entrando pánico cuando veo que se van acabando las provisiones y tengo que salir a comprar.

Rostros enmascarados de toda clase, miradas que se cruzan en unos ojos que se centran en el objetivo de ir echando lo más rápido posible los alimentos al carrito. El supermercado se ha convertido en una trampa mortal (en cuanto a fuente de contagios) y al menos para mi en una paranoia. Pienso que todo lo que cojo está contaminado (como yo deben de pensar la mayoría) y al llegar a casa voy desinfectando uno por uno los productos, que vienen sobre-envasados. Los envases, lejos de disminuir, han aumentado. Yo pienso que los envases se ponen de manera masiva porque les deben de salir tremendamente  baratos, porque hoy compré unos croissants que venían en una cajita que en apariencia vale más que el contenido.

Nunca me gustó ir a comprar. Ahora menos. En los pasillos nos cruzamos y ocurre que ese alguien que antes observabas con curiosidad, ahora se ha convertido en alguien a evitar. Nos movemos entre los estantes rápidamente como si fuésemos todos unos apestados. No sé. Todo es extraño y se reviste con un halo de miedo al contagio. Ahora que vamos sabiendo que el bicho es un hijoeputa voraz y que nos han engañado: se ceba en el organismo y destroza los pulmones de un día para otro, al margen de la edad y condición física. Los que saben la verdad son los sanitarios que trabajan en los hospitales y ven lo que hace en los casos más graves.

Yo tengo miedo. Mi gata y mi hijo no parecen tenerlo, son mis guías.
Su ausencia de miedo hacen que mi miedo se manifieste sólo de manera intermitente y así no me paraliza como me ha pasado en otras situaciones vitales extremas.

Escribo porque el ratico que consigo echar unas líneas me siento un poquito más fuerte para continuar.

Al despertar, durante todo este tiempo de confinamiento, supongo que todos pensamos un día más, sabedores de lo corta que es la distancia que nos separa de la muerte.

Ahora voy a ver si soy capaz de seguir poniendo orden en la casa.

Hasta otro rato, si Dios quiere.







miércoles, 1 de abril de 2020

Confinados II

Ayer llovía todo el día. A ratos con gran fuerza.
Por primera vez sentía la lluvia como lágrimas negras y su incesante repiqueteo semejaba al castañetear de dientes del miedo atávico a la muerte. Por eso, también por primera vez, quería que cesara la lluvia, porque creaba un gran desasosiego dentro de mi ser.
A la noche, el sueño me llevó consigo a su lado más profundo. Hoy, al despertar, el sol arropaba a todo el mundo.
Al recomenzar a pensar, mi angustia sabía que no era una pesadilla, era real, que un ente diminuto se explayaba en extinguir la vida de millares de hombres.

Y me salió orar un desenfocado padrenuestro.
Me autochequeo y recapacito: estoy bien y caigo en la cuenta que siempre se puede hacer algo bueno, en cada instante.
Miro a mi hijo: ha pasado buena noche, espero que también esté bien. Y así, un día más me vuelvo a sacudir la angustia al levantarme y poner los pies en la alfombra.

Vamos a ver que inventamos hoy para asesinar el tiempo.

Vamos a ordenar y limpiar un poquito la casa. Y después, cuando se levante Marcos vamos viendo. Vivir en el ahora.

Quizás, el ahora es lo único que existe realmente, y futuro y pasado sólo son ficciones para ordenar el tiempo del sueño de la existencia.

Aquí y ahora, construyendo la ansiada calma con los retazos de vida que están a mi alcance.
La calma, calma chicha.

Marcos se ha levantado y al abordarme para darme los buenos días, me ha asustado (ensimismada como estaba).

Le pregunto que si se encuentra bien y me dice que sí. Vamos a empezar juntitos la mañana.

Desayuna y después organizamos sus tareas escolares. Miramos en el correo del instituto a ver si hay algo nuevo de tarea (para tomar nota) y comenzamos.

Recibo una llamada de un número que no conozco, decido cogerlo. Es el enfermero de la residencia en la que vive mi madre. Me acojono. Pero son buenas noticias: mi madre ha dado negativo en el test del coranovirus y se encuentra mejor. Se cruzan muchas sensaciones en mi mente, pero el pensamiento que más destaca es que vaya par de ovarios que tiene la abuela. Es durilla.

Siempre pensando en ahora, el instante de ahora es bueno, vamos a compartirlo con la familia.

Pero como siempre que sucede algo bueno, me vienen al encuentro sensaciones contradictorias. Por otra parte, pienso en la soledad de mi madre, allí, confinada en su cuarto durante toda la cuarentena. Ella aborrece la soledad, como casi todos los humanos, supongo. No podemos visitarla, ni decirle la buena noticia. No podemos hablar con ella, verla al menos, por video - conferencia. Yo que sé.

Es todo tan triste.

En un rato pensaba, que la tierra necesita respirar (como es arriba es abajo) y el virus hijoeputa este se está cargando a millares de personas con unas neumonías terribles (no sé exactamente, pero se instala en los pulmones y lo destroza.

Yo que sé. Supongo que desvarío.

Bueno, que el día ha transcurrido con relativa calma.

Tengo ganas de tumbarme y dejar de pensar unas horas.

Y me marcho a dormir, pues no se me ocurre ahora mismo ponerle otro final al escrito.

Aquí y ahora, las 23:55 h del 1 de abril de 2020

































miércoles, 25 de marzo de 2020

¿Cuando termine?

Casi todo el mundo habla de lo maravilloso que va a ser (o puede ser) el mundo después de que todo esto termine. Sin entender que, a lo peor, no llegamos a ese anhelado después. Para no volvernos locos o para evitar que nos paralice el miedo, no hay otra cosa que pensar en el ahora. En el ahora se genera la simiente que crece o se arruina en el después. De las acciones que efectuemos en este tiempo de crisis dependerán los otros "ahoras" que vendrán después y que, quizás fructifiquen con un mundo mejor que el que tenemos hoy.

Se dice, cuando termine, y se acompaña a ese "cuando termine" de situaciones, paisajes o evocaciones del pasado, de ese antes de que sucediese la pandemia.
Yo no sé lo que va a suceder en este nuevo tiempo que ya vivimos, lo que si sé con la certeza de lo que es obvio, es que nada va a volver a ser igual. Nunca nada es igual. Pues ahora menos.

Se trata de la vida humana que se extingue a millares. Personas mayores y de toda edad e índole, personas que aman la vida, que quieren seguir viviendo. Ahora, campa a sus anchas, o más que de costumbre (como si eso fuera posible de decir o de ser), aquella que a todos iguala,  la señora de la guadaña. Tenemos miedo, mucho miedo y por instinto, se nos vuelve la mirada hacia los paraísos perdidos y hacia los nuestros.
Quizás podemos hacer para detenerla más de lo que pensamos. Hemos de sacar la presencia abrumadora de la muerte de nuestro pensamiento, y  también hay sacar fuera de nuestra mente el pensamiento en la enfermedad. Podemos, sin embargo, detener la mirada y entregarnos en cuerpo y alma, sin reservas, a los seres con los que estamos compartiendo este confinamiento y recurrir al encuentro con esa belleza sin rasgos concretos que también se extiende por doquier ahora mismo, no hay que esperar a luego, a un luego, o un después, o un cuando termine, que deseamos pero de los que no tenemos certeza.

Lo que quiero decir que lo se fragua y ronda demasiado en el pensamiento también crece en el plano de la realidad, de alguna  manera somos co-creadores de la misma.

Cuando esta crisis acabe, si sobrevivimos, quizás no nos interesen muchas cosas de las que hacíamos antes de ella. Me repito, nunca nada es igual y ahora menos aún.

Pensemos en términos de belleza, escuchemos nuestra música favorita, hagamos esas llamadas que siempre dejamos para un luego que nunca llega, que se yo; hagamos lo que nos gusta, pero sobretodo hagamos lo que amamos, o simplemente pongamos "un chupito de amor" en cada uno de nuestros actos. Es la única vía para crecer y alejar momentáneamente el espanto.

Ya sé, a mi también me puede muchas veces el desánimo.

Vamos a luchar, pero ahora, cada cual como le inspire su ser, pero luchemos ahora para conseguir que esto se termine.



La cara buena

La dualidad de este mundo y, por ende, del ser humano nunca va a desaparecer. Lo mejor y lo peor. Lo que si podemos a través de nuestros actos es inclinar la balanza hacia la cara buena del mundo.

martes, 24 de marzo de 2020

"Detrás de este triste
espectáculo de palabras,
tiembla indeciblemente
la esperanza,
de que me leas,
de que no haya
muerto del todo
en tu memoria".

Julio Cortázar

domingo, 22 de marzo de 2020

Confinamiento 1

Mamá, ¿sabes que todos ahora tenemos que ser asesinos?

_ ¿Cómo asesinos?¿Por qué? No te entiendo, hijo.

_Pues que tenemos que matar al tiempo para pasar esto.

sábado, 7 de marzo de 2020

Y yo me pregunto por qué tanto derroche de hermosas palabras y poesía,  me nacen para un alma que no me corresponde. Y, sin embargo, las palabras fluyen como si fuesen  una fuente de inagotables aguas, aun sabiendo que todo se encuentra perdido, que todo se perdió hace ya mucho tiempo, puede que antes incluso de llegar a empezar.

Aún sabiendo que no eres importante para esa persona que te cautivó el alma (su indiferencia lo delata), todavía, con una grave insistencia que roza la obsesión, quisieras encontrar las palabras que se aproximaran a todos esos sentimientos que se niegan a marcharse.


¿Cómo es posible que en los aledaños de la muerte sólo encontré la magia de tu nombre?
¿Cómo es posible que tanto amor que me brota de las entrañas no roce siquiera tu corazón alado?

Pero he aprendido a vivir, a vivir sin respuestas, a vivir la soledad, a vivir en las ruinas de mi palacio de sueños rotos. Y continúo.

Yo para continuar miro la rosa, con tanta intensidad como si pudiera acariciar sus pétalos con mis pestañas, reteniendo el momento como suave bálsamo ante todo el dolor que necesariamente ha de venir. Pues cuando el dolor llega y te ahoga, para poder sobrellevarlo es necesario saber que también es efímero como todas las demás cosas de este mundo.

A veces es necesario que nos suceda lo más terrible para parar y comenzar a hacer lo que nos da realmente la gana.

lunes, 2 de marzo de 2020

Imposible olvido.

Hay cosas, que se pasa una, gran parte de la vida intentando soltarlas.
Finalmente todo cae por su propio peso. Y qué alivio cuando se desprende aquello que nos causó tanto dolor y desengaño.

¿Qué sentido tiene seguir pensando en aquello que no puede alimentarse y nutrirse de sentimientos y renovadas ilusiones?

Es camino si puede recorrerse en ambos sentidos.

No supe disimular que te quería. No quise disimular que te quería. Todo lo que hacía era quererte cada día un poco más y tú, al comprenderlo, te situabas cada día un poquito más lejos de mi: me rehuías.

Yo no sé si fue un amor correspondido. Sólo se que una vez vi en el interior de sus pupilas, ardiendo de grandeza, una misteriosa llama que calentaba lo más hondo de mi alma.

Sólo se una cosa de él: que durante mucho tiempo su sola presencia hacia mantener en mi la esperanza.

Ahora que ya casi ha desalojado mi mente, no puedo parar de escribir. Palabras, sólo son algunas palabras.

Del amor pasado me quedo con la parte en que él fue mi alimento para desear e intentar ser mejor.

Ser mejor es por amor.

Él es el mar.
Y toda la música que es tierna caricia para el alma.

Una vez, por miedo, esquivé su abrazo y eso no voy a perdonármelo jamás.

La ocasión perfecta que no supe ver. Y perdí. Lo perdí.

Al borde del precipicio mortal, te das cuenta que la única constante, que todo lo enlaza que hay en la vida es el amor. Todo lo demás, lo creamos o no, no son más que datos.

No se puede olvidar la más dulce de las caricias, como tampoco se puede repetir ni recordar (en el sentido de reproducir literal). Como mucho se puede evocar.

Las sensaciones y los sentimientos son irrepetibles y únicos.

El amor es quien modela las sensaciones y los sentimientos y la mente, a veces, se enferma porque son muy adictivos y quiere volver a esos momentos cúlmenes todo el rato. Y pretende hacerlo en forma de pensamientos. Y un pensamiento nunca alcanza un sentir.

Mi olvido se encuentra impregnado de su risa, de las tardes joviales y llenas de encanto en nuestros encuentros. De las despedidas infinitas, de las ganas contenidas ante lo prohibido. De las notas de bergamota desprendiéndose de su pecho.

Mi olvido son sus manos danzando al son de las palabras. Sus dedos "filosóficos" haciendo girar su alianza, desafiando a la muerte.

Mi olvido es que siempre te amaré porque formas parte de mi alma y siempre te amaré porque te llevo en lo más hondo, tan hondo como la fosa de las Marianas.


He perdido el tiempo, hundida en la prosa vil.

Pero aún respiro y vivo.

Aquí y ahora.

A mi imposible olvido.




viernes, 31 de enero de 2020

Yo no sé si volveré a verte.
Lo que si sé es que no puedo dejar de amarte.



Los momentos se construyen con trayectorias compuestas de piruetas amables y saltos al vacío sin red.

Y yo, prefiero el trapecio.

Vemos  y vivimos cosas terribles.

Como también hay ocasiones en que alcanzamos con la mente la  ilusión de lo sublime.


miércoles, 29 de enero de 2020

La belleza siempre encuentra su camino.



La espera termina cuando muere la esperanza.

Tus ojos profundos,
Escudriñando mi alma
Tu piel perfecta,
tu estar  abrupto,
tu dulce ser.
el color de tu voz
tu olor a vida.
Tus manos  me recorren,
como si no me conociesen,
con el ansia de lo que se sabe nuevo.
Y volveré a caer,
en tu insondable abismo
para subir al cielo,
siempre cercano.

A veces, precisas compañía para volver a confiar. Cercanía de palabras sinceras.
Silencios glotones
Un afuera certero, para poder comprender tu adentro.