lunes, 25 de enero de 2016

Aprendiendo otra vida

Te aferras con fuerza a mi palma.
Noto tu sangre. Pulsante. Su latir entre mis manos.
Calor con calor, nos conectamos.
Es el impulso de vida, que sentí por primera vez, cuando estaba dentro de tu vientre.
¿En qué obscuras e inhóspitas regiones has estado deambulando?
Volviste.
Exhausta.
Perdida.
Tu mirada divaga. Es un continuo interrogante.
Lentamente, muy despacio, vuelves al espacio de tu cuerpo.
Inmutable, tu esencia.
El ser intuye y reconoce aquello que la mente no recuerda.
¡Eres creadora de tanta vida!
Vida que se expande. Siempre en crecimiento.
Desde tus delicadas raíces, viaja, proyectándose en las nubes.
¡Tantas vidas distintas en un único envoltorio!
Mas, cesará este letargo.
Volverán las hermosas flores a llenar de colores el verdear de los campos.
Volverá la serena belleza, descanso de la mirada.
Visión quebrada a cada golpe fatal.
Y pasearemos por las crecidas mieses, olvidando a cada grano la tristeza.

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