martes, 27 de noviembre de 2018

Crescĕre

Para continuar creciendo  no basta con recrear una y otra vez los más preciados y preciosos recuerdos.
No se trata de que yo me auto-imponga la tarea de no recordar, es que el pozo de los recuerdos mágicos también se agota.
Se desdibujan las sensaciones pasadas y se van fusionando  los contornos difusos de la realidad que fue, con los parajes del ensueño. Un extraño continuo en el que se mezclan, unidos por el desengaño, los espacios y los tiempos.
No hay mayor contenedor de historias y de palabras que el silencio impuesto unilateralmente, al menos para la parte que es silenciada y que en plan suicida sigue escuchando sin rendirse para ver si puede dilucidar su voz por un instante.
La vida sigue desarrollándose y te sorprendes en un momento preguntándote que para qué, que no tiene ya sentido continuar aferrándose a un recuerdo.
En los momentos más bajos, de mucho pensamiento y poca acción, es cuando me han sucedido siempre los desengaños, ese tu sola te vas a dar cuenta que me decía a modo de advertencia mi madre cuando ya no era tan niña.
Nada es en mi vida como yo me había imaginado tiempo atrás y, al margen de la asimilación de la que soy capaz de los acontecimientos, creo que ha llegado el momento de crecer, de continuar creciendo en este proceso tan complejo que es la vida.

Quizás  el mar son sus ojos fuera sólo un oceánico pensamiento.
 Y claro, el mar no mira, no observa, quizás es tan sólo una de las múltiples manifestaciones del infinito.
Yo nunca fui barco viajero en ese mar, pues me costó mucho soltar amarras.
Fui más bien una extraña embarcación  que zozobraba amarrada fuertemente en la orilla.
Pero eso ahora ya no tiene importancia, ahora que es de por si tarea difícil respirar el aire en su justa medida.

Me gusta la palabra crecer, ese ir en aumento que parece no tener límite.
Me gusta dejarme llevar y escribir, porque siento que al hacerlo modulo mejor el aire que respiro y a veces, escondida entre las manidas palabras noto alguna semilla de crecimiento.
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El sol brillaba encendiendo los contornos, sin importar las penas ni las glorias.
Y parecía que el camino se hacía menos áspero al abrigo de sus sesgados  haces luminosos.

Al recrear en su interior los pasajes del amor no podía construir sino lugares de extremada belleza.





domingo, 25 de noviembre de 2018



Y de entre todos mis miedos, surge el chispazo de valentía que me mueve.




No se puede tener miedo a las palabras, ya que con miedo las palabras no se revelan.

No se puede crear ni amar con miedo, el miedo te hace esclavo del pensamiento.



Algunas cosas que nunca te dije

Si algún día quiero volver a ti, regresaré a la casa de los sueños y encontraré en sus límpidos anaqueles algunos preciosos recuerdos de las cosas que nunca te dije. Pues hubo un tiempo en que yo también fui alada, y mi vuelo fue más allá del alcance del pensamiento. 
El humo del incienso impregnará de notas sensuales todos esos paisajes que fueron los más brillantes momentos. Y entenderé que esta soledad que con frecuencia me invade es tan solo un tránsito de desapego.

En la cercanía propiciada por la intimidad, me gustaba imaginarme diminuta mientras escudriño cada rincón de tu rostro y subida en la perfecta curvatura de tus pestañas, atalaya perfecta donde contemplar la luna, respirar el aroma de los sueños cumplidos.

Que nos gusta mirar cada facción y cada rasgo del amado hasta aprendernos de memoria los mapas del territorio de los rostros y de los cuerpos.

En medio de tanto frío, la primavera siempre re-comienza en lo más hondo de la mirada.