lunes, 18 de enero de 2016

Fruto de la tierra

Puede que sea un pequeño fruto. Escondido entre la fronda de un espinoso arbusto. Puede.

Es lo bueno. Y lo hermoso. La diversidad de las formas en que se manifiesta.

Detrás de tantos pares de ojos. Y monóculos. Esos que sienten lo que miran.

Llegó el momento, en que me dijo:

- Pero estás hablando de amor verdadero.

Claro. Pensé. Para nunca contestar.

A partir de ahí, sobraban las palabras.
Como si el amor pudiese ir acompañado de cualquier otro adjetivo.

Puede que, alguna vez, te encuentres muy perdido en esta vida.
La verdad te conducirá siempre a él. De nuevo. A tu fuente original.

Entonces, se empieza a sentir los lugares donde habita.
Donde está sin estar.
Se es con.

Al respirar, en su compañía, se genera la corriente más cálida.

Nos volvemos invisibles.
Poderosos.
Reales.

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