martes, 27 de marzo de 2018

Recordando algunas cosas

 La primera vez que te vi, fue  a lo lejos, te sentía tan llena de belleza. Eras más radiante que el sol que iluminaba tus rasgos. Eras muy hermosa y dulce.

Recuerdo nuestras largas conversaciones a pecho descubierto, las tardes de tibios paseos por la playa infinita, las ganas de escuchar, de auscultar el más mínimo detalle para, poniéndose en la piel de la otra, comprender la vida.
Había en cada pequeño rincón de tu casa una suerte de santuario perfumado por el humo del incienso.
Echo mucho de menos hablar de todas esas cosas de las que no me es posible hablar con nadie más, pues me tildarían de loca. Añoro el ir sin prisas, sin pausas, con muchas ganas de disfrutar el estar juntas.

Echo de menos muchísimas cosas de ti, en primer lugar, la inmensidad del  abrazo de bienvenida de cada reencuentro, que tenía su propio tempo y espacio y que siempre sabía a gloria bendita.
Recuerdo los momentos de meditación con las cartas del tarot y que no he vuelto a practicar desde que tú te marchaste.
Añoro los paseos entre los frondosos y centenarios ficus de raíces aéreas, perder la vista entre los miles de colores de las flores, aprender contigo el nombre de las cosas que realmente merecen la pena.

A la noche, el tiempo se detenía y viajábamos a otras dimensiones, con la garganta templada por el delicioso ron miel y el espíritu ligero, desbordándose de las paredes, expandiéndose hacia el reino del silencio. La madrugada nos sorprendía viéndonos como realmente somos. Es fascinante ver  lo enormes que somos cuando la mirada del alma atraviesa la aparente realidad. En las raras ocasiones que esto sucede, el alma emana belleza verdadera, algo que va mucho más allá de los rasgos físicos, de las palabras y de la materia.

¡Es tan sencilla la existencia cuando la compartes con la persona adecuada!.
Con la persona adecuada acontece el instante brillante entre dos almas cómplices, entonces, los silencios son tan deliciosos como las palabras.

Estar contigo era sentir la hermandad plena, esa que une más allá de los lazos de sangre.

Tú estabas hecha de otra materia distinta a la que conforma el común de los mortales. Ni el más terrible dolor lograba exiliar la sonrisa de tu rostro. Nunca perdiste el interés hacia nuestras cosas y penurias cotidianas.

Cuando te dijeron que no podrías comer nada, comenzaste a escribir recetas de cocina de deliciosos platos y así (imagino) construías con tu mente todas las cosas que eran límites severos para tu cuerpo físico.
A mi, quizás desde mi ignorancia. se me partía el alma al verte así, con tu cuerpo diezmado por la enfermedad y, a la vez, con esa fortaleza interior pugnando por mantenerte en este mundo. Nos dabas ánimos para resolver los problemas o cosas que te contábamos (como si tuviese alguna importancia cualquier cosa frente al hecho de que la vida, en un doloroso goteo, se escapaba de tu cuerpo).

Decías que te gustaba mucho el color lavanda suave, que te hacía mucho bien verlo. Así te regalé las sábanas más bonitas para que cuando abrieses los ojos te encontrases envuelta en tu color favorito, sabiendo que en ellas pasarías los últimos momentos de tu vida.

¡Qué bien olía la semana santa en tu hogar!

Aquí, ahora, resuenan en las calles el sonido de los tambores y trompetas de los músicos que acompañan las primeras procesiones  y yo no puedo evitar recordar todas esas semanas santas en tu compañía.

Y los años pasan. Y yo no consiento olvidarte.





















sábado, 17 de marzo de 2018

Luchamos

Aunque estemos separados, luchamos juntos.
@eltorerotuerto




Aunque estemos separados, luchamos juntos.

Configuramos una delicada red de seda invisible que se va tejiendo de corazón a corazón, de buena voluntad a cálida acogida, más allá del espacio y de la memoria.

A veces, caemos de manera desastrosa en el agujero sin red de algún enquistado pensamiento y nos quedamos por un tiempo indeterminado ahí, aislados, atrapados, esperando nada, incapaces de experimentar los más nobles sentimientos.

Hoy quisiera, desde mi aparente desorden, decir cosas en abundancia, como esta lluvia que todo lo empapa e impregna y que no cesa, mientras la primavera verdea los campos y florece en ignotos rincones sembrados y que otrora fueron olvido. Se instaura una vez más la esperanza, en el diálogo incesante de la tierra y el cielo. Puede que tú no la sientas, la esperanza, no importa demasiado un punto de vista infinitesimal respecto de aquello que se perpetua per se.
La vida continua imparable, aunque a veces nos hagamos chiquititos y olvidemos mirar desde nuestro interior toda la maravilla que acontece ahí fuera todo el rato.
Siento que, de alguna manera, la esperanza es el continuo renovarse de la naturaleza, se encuentra en las semillas brotadas de vida que se expande, vida que también cesa por doquier. En el caos es el punto de generación de lo nuevo que perfecciona lo antiguo que ha de morir.

Luchamos por salvar este mundo desde el lugar que cada uno ocupa  co-creándolo de manera original, intentando ver desde el origen, es la difícil tarea de transcender al sí mismo.
Es tarea ardua,  trabajo de quitar mucha apariencia hasta acercarse lo más posible a la esencia de las cosas.

Luchamos por cambiar el mundo cuando cambiamos en nosotros mismos todas las cosas posibles que no nos gustan de él y que se encuentran a nuestro alcance (cambiarlas).

Es un trabajo solitario para el que siempre hay ayuda, a veces sólo hay que pedirla en el lugar adecuado y la ayuda llega en muy diferentes formas.

Luchamos por entender que en este mundo dual de la polaridad, el odio y el amor no son pareja de contrarios. El amor no tiene opuesto, el amor es un estado de conciencia que se crece y eleva cuando obramos para bien en confianza plena, sin miedo. Donde hay miedo, no puede haber amor las vibraciones de lo uno y de lo otro son incompatibles.

El amor se realiza en el acto altruista dirigido hacia el otro, al descubrir el nosotros somos, en la relación.

El amor es potencia, acto y sentimiento.

El amor es una dimensión del ser.

Cuando tenemos mucho miedo el amor se aprecia en forma de fogonazos.
El miedo es un estado transitorio al que terminamos sobreponiéndonos, intuyo que por el instinto de supervivencia que también, a veces, en algún tipo de miedo es su causa.

El odio y el miedo son terrenales. El amor es el motor del universo entero.


El agujero en el que caes es un bucle, dentro de él renuncias a lo más precioso de tu ser, que es vivir intensamente el ahora, entonces vuelcas toda la energía en describir ese bucle que no conduce a ninguna parte, solo al sufrimiento. El pensamiento te atrapa. Dejas pasar el tiempo, sin entender que el tiempo por si mismo, sin actuar,  no va a cambiar nada de lo que no quieres en tu vida.

A veces escribir "me vacía" y me saca del bucle de pensamiento, pero si estoy muy metida en un bucle es difícil que las palabras fluyan.

Pero yo me he puesto a escribir  porque he leído:

"Aunque estemos separados, luchamos juntos".

Y profundizando en la belleza de estas palabras he dejado de pensarme y sentirme sola.

Y después me he puesto a perorar.

Tampoco trato de analizar porque nos llegan determinadas palabras e incluso nos tocan.

A mi me reconforta saber que mi alma no se encuentra sola, en la lucha diaria por hacer de la vida un lugar un poquito más amable y auténtico. Con suma suavidad, sin hacer ruido, sin esperar nada.




























viernes, 16 de marzo de 2018

"Si un día llego al paraíso y puedo encontrar a Dios, tengo dos posibilidades: si es el vengativo del Antiguo Testamento, me doy la vuelta y voy al infierno; si es el del Nuevo Testamento, entonces hemos leído los mismos libros y hablamos la misma lengua. Nos entenderemos."

Umberto Eco

miércoles, 14 de marzo de 2018

Lo que nos vamos a llevar no, es lo que nos llevamos

Pascual hablaba mucho, muchísimo, tanto que no dejaba participar al resto en algo que no fuese un continuo monólogo.
Recuerdo una vez que hicimos una apuesta con él, para ver si era capaz de aguantar un minuto sin hablar nada.
Iniciada la prueba, se le comían los nervios y perdió la apuesta.

Después de muchísimos años nos acabamos de encontrar y saludar y ambos hemos coincidido en que antes, en los tiempos en los que nos juntábamos en la misma partida, estábamos mucho mejor que ahora sin ningún quebradero de cabeza.

Hoy me ha parecido que ya no habla tanto, pero nunca se sabe.

Mientras observaba en la media distancia ,  los estragos del inclemente tiempo en su rostro, escuchaba a una mujer decir : "es lo que nos vamos a llevar", refiriéndose a los pequeños placeres (alimenticios en este caso) que le dedicamos a nuestro cuerpo.

Yo, atenta a los cambios de mi amigo, que no son sino el reflejo de los míos propios, no he podido dejar de contestarle mentalmente a la señora, que no nos vamos a llevar nada, nada de nada.

Así es que construyamos estoicamente el ahora, porque no hay nada más.

Sólo triunfan el tiempo y el desengaño.










lunes, 12 de marzo de 2018

Donde morarás

Me preguntaba, todo este tiempo, dónde se habían ido a esconder mis lágrimas.
En qué lugar de mi ser se habían quedado presas mis emociones.
Hoy, después de muchos meses, me he dado cuenta de que somos mucho más poderosos que la mera química que nos sujeta y sostiene.
Más allá de lo que es imposibilitante se encuentra el amor que todo lo suelta y aclara.

Dos manos que se unen para vencer el dolor, ahí estaban escondidas mis ausentes lágrimas, en todo ese dolor que yo no podía evitar a mi madre y que ella, por su parte, tampoco hacía nada por evitar. En medio de un caos de gente y de centenares de  tubos de colores.

Hoy he descubierto que la manera en que logro conectarme a la fuente de todas las emociones más nobles es a través del amor de mi madre. Ella con su manera de vivir, entre otras muchas cosas, nos enseña lo que es ser una gran fortaleza en apariencia frágil.

Sin poder liberar y expresar las emociones y los sentimientos, no somos nada, más que un ente pensante más o menos racional.







Algunos recuerdos

La otra mañana, recordaba Jose, esas tardes en el parque en las que con una esbelta rama dibujábamos sobre la arena. En especial se le encendía la imagen de mi mano dibujando rosas. Yo no recuerdo si las rosas eran el motivo que yo dibujaba, pero es hermoso juntar las diversas visiones de los recuerdos y hacer más grande el espacio de la memoria, reconstruirlo uniendo varias mentes que han participado de lo mismo (lo que, por fortuna siempre vemos con un matiz distinto).

Sí recuerdo el ritual de alisar la arena antes de proceder al dibujo, en el espacio situado bajo el banco de madera en el que nos sentábamos a pasar la tarde.Y recuerdo el placer de descubrir humedad en la arena tras realizar varias pasadas en una misma línea. También evoco la sensación de estar en paz, muy a gusto en un tiempo sin medida, como es el tiempo estival de un niño.

Cuando fluyen esos recuerdos de una infancia feliz, por unos instantes te sientes afortunada de haber vivido todas esas experiencias tan hermosas y tan sencillas, de haberlas compartido con muchas personas que se han quedado grabadas a fuego en el interior del alma y que dicen mucho de como es uno realmente.

La cara amable del pasado.

Cómo no dibujar rosas si el parque era una frondosa rosaleda cuajada de rosas en sus arcos y en la mayoría de sus parterres.





miércoles, 7 de marzo de 2018

Su mirada


Era la despedida y en aquella mirada se encontraban todos los te quiero que jamás pronunciaron sus labios.

Y por vez primera descubrí en unos ojos, en sus ojos, el fulgor de la misteriosa llama custodiada al resguardo de mi pecho.

Y entonces supe que lo amaría por y para siempre.


Sin saber

Ahora no sabes ni después sabrás
de toda la hermosura que me inspiras
del sitio donde mora la alegría
de todo lo que soy en realidad.

El musgo, reseco de olvido
ya no crece en el norte de mi espacio

Más una vez más saldrán a mi encuentro
las oscuras golondrinas  juguetonas, 
Aérea buena nueva primavera,
genera la esperanza de la tierra
eclosionando amores sin medida.

Es oficio de bagaje incierto
el  ser sin que sepas de mi.
Respiro el aire sin sentir
cómo  modela  tus contornos.
Y se llena de silencio mi memoria.








lunes, 5 de marzo de 2018

Yo no quiero

Yo no quiero olvidarte
Yo sólo espero milagros,
Como poder renacer de una vez entre tus brazos.

Yo no puedo olvidarte
Yo no sé olvidarte,
Sólo sé de hermosas primaveras
Orlando de color la oscuridad.










domingo, 4 de marzo de 2018

Yo puedo


Yo puedo ser mejor para esta chica, pensaba la otra tarde mientras estudiaba Matemáticas con Andrea.
Pensaba, en un momento dado, que ella se merecía la mejor versión posible ahora de mi, y no este ser un poco sombrío en el que me he ido convirtiendo.
Y nada más pensarlo, se ha iluminado mi rostro con una sonrisa. Y ella algo ha notado porque se ha animado y todo ha fluido para bien.
Al marcharse me ha dicho con una hermosa sonrisa que se le había pasado el tiempo volando.
Demasiadas malas andanzas por terribles mundos imaginarios han ido arrebatado muchos jirones de mi fondo de alegría, la alegría de vivir.


Yo puedo ser mejor, de nuevo para mi.
La mejor versión de uno mismo está siempre  fraguándose, no es algo estático ni terminado y es, más que nada, mucho de ir ganando conciencia en cada uno de los múltiples aspectos de la existencia a través de los actos.

A veces, asusta y agobia mucho ver todas esas cosas que quieres cambiar para ir ganando coherencia y verificar que la puesta en práctica es lenta e incluso impredecible.
Cuando empiezas a ver el trasfondo de la realidad no hay vuelta atrás posible, no queda más remedio que ir cambiando todo lo que vas entendiendo que está mal programado en tu existencia. Es la necesidad imperiosa de un nuevo orden.


Poder es coherencia entre pensamiento, sentimientos y actos.
Es equilibrio estable que tiende a un (casi) inalcanzable hiperestatismo.
Sin equilibrio nos enfermamos.

Aunque todo viene de dentro, soy incapaz de verme a no ser por medio de la relación, para poder hay que salir ahí fuera.

Yo puedo ser como quiera ser.













Ni una más

Ni una página en blanco más, 
Siento el asombro de un un transeúnte solitario.


Manolo García 



Desnuda de prejuicios
Enterraré mis penas
Despacio en el agua
Sin rumbo en mis velas.

Avanzaré muy lento
Caminado en la arena
Con la lluvia perlando
Verdes primaveras.

Llegaré hasta tu espacio
Ése que veneras
Y allá en lo más alto
Exorcizaré  lo que duela.

No había imaginado
Como es esta entrega
De fuego en los cielos
Y de mar en la tierra.