¿Cómo se pueden plantear esta situación?, me digo. Perpleja, ante la descarnada crudeza
que contiene la existencia.
No soy quien para juzgar sobre la vida de nadie.
Es su vida.
Es sangre de mi sangre la que lentamente se escapaba.
Ella, me ha dado todo.
Lo bueno que hay en mí es de ella.
Venía del mercado. Cargada de bolsas y con el carro de la
compra lleno.
Sin embargo, siempre tenía un hueco en sus manos para llevar
una planta.
Adora las flores. Las mima y le dan alegría.
Dejaba todo en un aparte y colocaba su planta nueva en el patio. La regaba y
nos la enseñaba.
- Es un príncipe, decía,
- Es que me gusta mucho su flor.
De color lila claro. Es su favorita. Con las lilas y las
rosas.
Ahora, esta asimetría.
Todo me parece irreal.
Nada podrá destruir tu belleza.
Ni las flores de tus
instantes.
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