miércoles, 27 de octubre de 2021

Espejismos

 Parece irreal. Bueno, ¿es que es irreal el subconsciente?

Ocurre que campas a tus anchas por mis sueños. Me despierto encontrándote dentro de algunos de mis sueños y no sé si alegrarme  o ponerme a llorar.

Así no voy a conseguir dejar de pensar en ti.

Porque no quiero pensar más en ti. Estoy harta de mirar un chat vacío y muerto, en el que una vez, hace mucho, me abrí en canal, dispuesta a vaciar mi alma. Total, ¿para qué?.

Me separan de ti toneladas de tiempo y millones de silencios en los que dejó de brotar la esperanza.

Tus facciones se desdibujan en un plano de la realidad y, sin embargo, cuando te sueño, en mi subconsciente permanecen intactas.

Gota a gota te vas desvaneciendo de mi mente.

¿Dónde están las cosquillas de mi alma?

Te recuerdo cada vez que te sueño. En los dedos alados de Einaudi. En una fina ironía que oigo, cogida al vuelo. En cada uno de mis viajes que nunca te supe contar. En los pizzicatos que semejan lluvia, en tantas cosas que dejaron de pertenecer al mundo de lo abstracto para convertirse en extensiones de tu ser.

Recuerdo. ¿Qué cosa es un recuerdo?

Tomaría un trago duro por todas esas cosas que me duelen y que no puedo cambiar y, a duras penas, aceptar. Aunque ahora sea otra y apenas quede nada de mi de esa que era en el pasado. Querría parar por un instante, sentir el fuego del licor en mi garganta, mientras siento aligerarse la pesada carga en mi mente.

Pero no, la realidad es la que es, conteniendo lo que fue, abrazando lo que será.

Querría poder contar las obras que hago. Pero por ahora, parece que me conformo con haber salido del abismo y tener vida para contarlo.

Me detengo en lo sencillo y me abstraigo en la belleza, el suave bálsamo que calma mi desazón y alimenta mi alma.

Hago más y digo menos. Y las sucintas palabras se parecen mucho a los actos.

¿Sabes? De ti sólo puedo hablar en pasado con una estela extraordinaria  del tiempo combustionado.

El único presente que me queda tuyo son los sueños, en los que, a veces, toco el cielo con el roce  correspondido de los dedos de mi mano en los de tu mano.

Y me despierto cubierta de dicha.

Y quisiera volver al lugar de los sueños, antes de ser rotos por la realidad, cuando son plenitud.

Y a veces consigo volver a ellos. Pero ya no es lo mismo con la mente emporcada  de realidad. Sino, al menos duermo.

Bendito instante gratificante el del sueño. Ahora que no me es posible llorar. 

Quizás recordar solo sea el espejismo de un sueño que se mezcla con los ingredientes del ahora. Y a veces sabe bien rico. 

Quizás solo somos recuerdos de recuerdos de vida y de sueños.


Bonsoir





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