martes, 29 de noviembre de 2016

Escarcha


Deambulando en el otoño
Los gastados ojos miran
Al arrullo de la calma
El suspiro de los días
Coloreadas escarchas
Letargo son del penar.


lunes, 28 de noviembre de 2016

El lugar de mi recreo

Allí donde no estás
recreo un prístino espacio
impregnado del almizcle de tu esencia.

Escondido entre la fronda
siento brotar el manantial de tu risa
de tus labios en mi piel nacen caricias
modelando mi fugaz presencia.

Paseo entre tus vertientes
en dulce y escarpado ascenso
hasta alcanzar el goce de tu cielo.

Y con los ojos cerrados
Y el pecho al descubierto
tus fuertes manos cincelan
los pasajes que se fraguan en los sueños.








Resonadores (I)


En arbórea soledad
Se siente un eco
De profunda espesura.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Sólo, eso. Todo eso.

No hay olvido en quien llama a los seres y las cosas por su nombre.

No existe fuego que no arda en su  memoria.



Cuéntame un cuento

Erase una vez que hubo mucho tiempo en mi.
Tiempo animado por los relojes, la cadencia de las estaciones y los años de espera.
Había una vez un tiempo en que soñaba.
Soñaba mucho y muchas cosas.
Algunos de esos sueños se repetían de manera cíclica.
Otras veces, si el sueño me hacía sentir alegre, me despertaba adrede, para trasladar a mi otra realidad la sensación de contento.

En uno de esos sueños repetitivos, soñaba que caminaba por sitios comunes. Caminaba despegada del suelo, a un palmo del mismo. Iba, por ejemplo, por las aceras, felizmente levitando, dando zancadas en el aire, exenta de gravedad.
Comenzaban a aparecer personas en el sueño, con las que me cruzaba, e iban andando ellas con sus pies en el suelo. Yo miraba a todas esas personas que se cruzaban conmigo y comenzaba a pensar. Pensaba que como era posible que esas personas no se dieran cuenta de mi extraña manera de caminar flotando. Debo ser invisible, concluía, pues nadie manifiesta sorpresa ante mi presencia.
Sí, debía ser invisible en el sueño, pues en la realidad bien que lo era.
Entonces, había tiempo y cierta concordancia entre lo que era mi vida y mi subconsciente; más no le prestaba demasiada atención.

Recuerdo la sensación de sentirme en la gloria en el sueño.
Era un alivio no tener que contender con quienes se cruzaban en mi camino, puesto que no me veían, tampoco existían ellos.

Ocurrió que aterricé, desde esos treinta centímetros, y toqué suelo.
Lo breve me supo tan hondo, que sentí como salía por el otro lado del mundo.
Fue todo un ecuador excavado en el mayor esfuerzo auto destructivo jamás pensado.

En la apreciación y en la sensación, cuando no en la necesidad, se encuentra el sentido de la medida.

Antes de llegar, veía el mundo por un agujero.
Con desordenada curiosidad comencé a escarbar en el mismo y ,con absurda insistencia, me puse a hacerlo más profundo. No sé porqué le cogí el gusto a lo oscuro.
Salí por otra oquedad, al otro lado del diámetro terrestre, para ver el cielo en todo su esplendor con los pies tocando la tierra.
Entonces, comprendí, que el cielo comienza a ras de piel.
Entonces, dejé de tener el sueño en que levitaba, quizás porque comencé a vislumbrar que la gravedad es necesaria para volar sin ser arrastrada por las corrientes.

¿Cuanto consideras que cabe en un palmo?

Yo, un palmo, podría llenarlo de todo el tiempo que se me acabó, que ya ni tendré, ni tuve,  ni tengo.
Podría hacer miles de millones de secciones transversales de todo ese tiempo habido, llenas de billones de millones de espacios.

Camino y no me caigo.
¡Qué cosa tan rara!
Me he caído tantas veces que tendría que tener innumerables e innombrables miembros motores llenos de dedos para contar mis caídas.

Ando y observo con atención.
No me gustan muchas cosas de esta vida terrestre. Cosas que suceden y que duelen en lo más profundo del alma. Cosas que no deberían caber ni en mi cabeza ni en la de nadie y, sin embargo, hacen arder el mundo y lo pueblan de terror y de miedo.
E inevitablemente, las huellas de mis pies, se imprimen en esta tierra.

Sé que el dolor es el medio ideal del que se sirven pretendidas voces para enturbiar las palabras.
Y se permiten adjetivos justo en los lugares sustanciales que son puntos de fuga.
Aunque sea posible, no todo vale. No.

Mi bálsamo para disipar el dolor es encontrar la belleza por doquiera que transito. Y su antídoto, jugar a que todos somos personajes de una comedia que, en ocasiones, hasta tiene un buen guión.

Es éste un pisar sin espera, con unos pies que saben que una vez que caen las hojas en otoño, se entregan al universo con toda la hermosura de la que son capaces, hasta el momento final. Y su final no es más que el inicio de la fabulosa química elemental de la génesis de la vida. De su substancia, nacen hermosas flores, fragantes notas de viento en su danza ancestral y eterna.

A veces, soy árbol, savia y hoja, mar y vela.
A veces siento que la vida
Merece todas las alegrías
Y ninguna de sus penas.

A veces, soy rosa en el desierto
Fósil cristalizado en la arena.

A veces, paro de pensar el camino
Y soy el devenir de las estrellas.

A veces, te acercas despacito
A mi cuerpo que te sueña.
Y nuestros labios, se encuentran.
Y somos luz en lo eterno.











viernes, 25 de noviembre de 2016

Tan antiguo y nuevo

Por un instante, te detienes.
Consideras, que has visto todo lo que tenías que ver.

Una vez más, te equivocas.
Errarás otra vez. Otra vez más.  Y te morirás de dolor.

Si decides continuar, renacido, te saldrán ojos nuevos.
A esos hermosos ojos, los llamarás alas.

Sí: así somos de extraños.

Y es que, en lo nuevo que vemos exento de anclas, nos sentimos vuelo.




Polen nuevo

Aunque el mundo ande loco, pero que muy loco, no por ello cesará en
su empeño de generar belleza, por doquier.

Y se esparcirá, como polen nuevo.



jueves, 24 de noviembre de 2016

Fénix

No existe un solo centímetro de su piel que sea por entero del mismo color.
Es una preciosidad jaspeada, salpicada de lustrosos matices.
Posee una belleza rara que no se aprecia en una primera impresión.
Es una belleza que se descubre en el extrañamiento que provoca su presencia.
Es hermosura que se siente en la intimidad de la cercanía, en un contacto tan próximo y pegado que la visión se empieza a emborronar y a desvanecer.
En ese inexacto punto,  se acentúan los otros sentidos: la nariz recorre la piel buscando los secretos de los rincones más suaves, mientras las manos acarician las delicadas formas, ocultas y tibias.
Dos pieles tan distintas formando un todo.

Ayer de camino a casa, al recoger del colegio a Marcos, éste decía, que le gusta mucho la sensación de saber que está ella allí esperando, y al abrir la puerta, le encanta descubrir sus grandes orejitas asomando con curiosidad, mientras se dirige hacia nosotros. Si se deja coger, es una delicia tomarla en brazos y arrullarla, porque se olvidan todas las preocupaciones y lo acaecido durante la jornada.

Gracias a Fénix, sé que mi memoria táctil está intacta; era sólo que había estado bloqueada mucho tiempo, como otros tantos aspectos en los que trabajo para solventarlos.

Dice Marcos, que cómo puedo querer tanto a un gato.
No sé que contestarle, porque cualquier respuesta sería poner cotas y límites a lo que es de otra dimensión y no los tiene.

Nunca imaginé que pudiese recibir tantas cosas de la vida y tanto bueno.

Fénix se da plenamente, per se, sin pedir nada a cambio, en el momento que así lo siente y le dicta su sabio instinto.
Cuando desea hacer otra cosa, con una rapidez extrema, se marcha. Sin más: así de sencillo.
Ser ahora. No hay más.

Tampoco pensé, que me pudiese reír tanto con Fénix, aunque me resulta muy extraño pues, a veces,  cuando río miro su rostro hierático y no se traducir lo que ella siente.

Hace unas semanas, una mañana, me entró una inspiración "marujil" y decidí hacer limpieza general y me dispuse a fregar todos los suelos de la casa del tirón. Para que secasen rápido, dejé todas las puertas abiertas.
La gata, acostumbrada a estar en su espacio particular, bastante restringido, percibió la amplitud de Castilla y mirando ella al horizonte más lejano, decidió echarse a correr como si no hubiese mañana. Con tanto impulso se arrancó, que nada más poner las patas sobre el piso mojado comenzó a patinar y a voltearse en el aire sin control.
Al aterrizar, se levantó de un sorprendente salto y se puso a cuatro patas toda encrespada, con la chepa tan alta que parecía que se le hubiese representado el maligno.
Yo, frente a la escena, lloraba de la risa.

Pero mi debilidad con Fénix es cuando estoy tumbada en el sofá, relajada o dormitando y aparece dando sigilosos y elegantes rodeos a mi alrededor. Olisquea todo, hasta que encuentra el sitio perfecto para tumbarse a mi lado y dormirse. Le gusta pegarse a mi abdomen y se enrosca buscando la zona más calentita. Entonces, se pone a ronronear de gusto y parece un pequeño motorcillo eléctrico.

Hace unos días, decidió acurrucarse sobre mi pecho.
Por unos breves instantes sentí, a través de mi piel, los rápidos latidos de su corazón, su vida latiente que fluía justo sobre el centro de mi corazón. Los percibía como un sutil murmullo, un susurro que hablaba su particular lenguaje a los latidos más pausados de mi corazón.
Al notarlos, mis latidos se aceleraron de emoción, acariciando sus latidos.

Abrí los ojos y la miré. Ella, aun estaba en otro mundo.
Las lágrimas discurrían por mis mejillas.

Los ojos.

Ojos que miran y ven la vida cada despertar como algo nuevo. Ojos guiados por haces de luz que, a cada paso, descubro y que acompañan siempre a los solares rayos.








El sentido de la medida

Había una vez, en un tiempo no muy lejano, una extraña señora a la que se le ocurrió una singular extravagancia.
Se ve, que se enamoró de una serpiente y decidió adoptarla como mascota.
Compró para ella el mejor terrario del mercado. Una vez reunida con ella, la agasajaba como al ser más precioso del mundo.
La sierpe crecía y se hacía, por instantes, más hermosa.
La señora estaba encantada con su nueva vida en compañía. Comprobaba que la serpiente crecía rápido y el acotado espacio del terrario se le quedaba pequeño.
Decidió, ante tal situación, que el animal serpentease a sus anchas por la casa, incluso tomó el hábito de compartir con el áspid su cama.
Las noches, se tornaban deliciosas, en tan ondulante y cálida compañía.
Pero, a partir de un momento dado, la serpiente comenzó a comportarse de una manera algo diferente en el lecho,
hacía cosas que a la buena mujer le resultaban extrañas.
La serpiente, en lugar de enroscarse y ser cobijo, se esforzaba en estirarse todo lo que era capaz; se tensaba hasta adquirir la forma de una recta y de esta guisa se colocaba al ladito de su yaciente y devota compañera.
Pasaron varias veladas en las que la mujer, pasmada, verificaba que esa era la nueva pauta de conducta que había adquirido su tersa amiga.
Una buena mañana, la señora decidió consultar tal respecto con el veterinario.
El veterinario, escuchó con suma atención a la mujer. A continuación, le indicó en tono grave que debía deshacerse lo antes posible de la serpiente.
La señora, pasmada ante tal imprevisto, le preguntó que por qué.
- Señora, ocurre que la serpiente la está midiendo.
- ¿Y qué si me mide?, añadió la mujer
- Pues es que la mide por que quiere saber si puede abarcarla.
- Sigo sin entender...
- Quiere comérsela...


martes, 22 de noviembre de 2016

Más vale trocar

Trocar pensamientos por una emoción.

Y al matar el tiempo, se encuentra su oro.


En amor

Las caricias aéreas con las que se eleva el alma, se gestan en su triclinio.

Sin él, nada se siente, no hay emoción.
Sin él, todo es confusión y ruido.











El aire se torna amor en un suspiro

Tú y yo.
Recogidos en el calor de nuestro abrazo.
Justo donde la piel se hace el hogar más perfecto.

Los labios recrean las suaves curvaturas que modelan los cuerpos.
Ardiente deleite es la dulzura del néctar perlado en sus espacios.

Te siento crecer en mi.
En el torrente de mi latir te elevas.
Y es contigo que asciendo.

Somos el mar profundo, mar de agitadas olas.
El fluir de la vida incendiando el cielo.





Eye

Emerjo de la luz y de la sombra.

Entonces, veo.

Es sencillo.

Es ser como soy.



domingo, 20 de noviembre de 2016

Lo terminaré cuando lo termine

Una vez lo hube terminado, me preguntó cómo lo había hecho.

Y yo le contesté:

- Con la mente, como se obra todo. Con la mente en línea directa con el corazón.




Blanco sobre blanco

Algún día, sobrarán los adjetivos y desaparecerán los juicios.

Seremos la delicada corriente en la que fluyen los sentimientos.

Confidentes del silencio, abrigados por el manto de la luz interior que nos une.

El suave susurro en el que se diluyen las palabras.



Los guardianes del alma


Algún día, entenderemos que los niños son los maestros de maestros.
Son el portal sagrado que une el corazón con el espíritu del hombre.




Acuarela: Marcos Torralbo García

sábado, 19 de noviembre de 2016

Rire ensemble

Me gusta mucho reír.
A carcajadas.
Hasta que el corazón desbocado me pide aire extra.
Para no morir, paro por un instante.

Pero hay algo que me gusta mucho más que reír, cuando río.
Es la sensación de ver como mi risa enciende chispitas de alegría en tus ojos.
In crescendo.
Hasta que tu risa acompaña a mi risa.
E irradias tu luz donde había noche.

Entonces, acontece el momento perfecto.

Rire ensemble.
Toujours!





Pasos de tierra y aire

Llega el momento. 
Sencillamente lo sientes.

Y los pasos que generan tu camino se componen, en su justa proporción, de cierta gravedad y de sutil vuelo.

Entonces, entiendes.

Caminar, también, es arte.



Only one

Sólo fue necesario sentir un beso de tus labios en mis labios.

Y ocurrió, que mi corazón se fusionó con tu alma.



viernes, 18 de noviembre de 2016

Energía potencial

Los ojos se pierden en un aparente intento de alcanzar el horizonte más lejano del que son capaces.

Mientras, cobran vida en ti, los ecos lejanos de otros mundos yacientes.

Es el momento exacto en el que desapareces, pues dejas de pertenecer al fantasma del tiempo.


jueves, 17 de noviembre de 2016

Soy instantes sin espera

No era el anhelo de regalos que no fueron, ni de velas infantiles que no tuvieron la oportunidad de ser apagadas con deseos.

Pronto supe que lo normal es un concepto que se aplica a todas esas cosas que les pasan a otros, una palabra proscrita del vocabulario de mi existencia.

Sólo es, que en esos instantes, echaba en falta un ecuatorial abrazo;  tan prieto que no cupiesen por sus rendijas ni el miedo ni las excusas.
Soñaba un abrazo en el que renacer; del que no saliera sino crecida, reconfortada y con un corazón dibujado en cada niña de los ojos.

No sé porqué, buscaba con vana insistencia, representado en algunos rostros,  lo que siempre estuvo en mi interior.

Es poco a poco que alcanzo a entender.

Alegría es construir la verdad,  justo ahí donde se ama.

Se puede cambiar el mundo cuando se hace desde dentro.

Nadie es de cicatrices, ni de heridas, pues la piel es sólo un traje y el infinito está en el alma.

Existen huellas indelebles que nos definen, desde el primer instante.
Todo lo que es está al alcance de la punta de los dedos.

Ya pasó el tiempo de la espera.

Es por eso que hoy, yo te abrazo.














miércoles, 16 de noviembre de 2016

Dixit

Despliega sus caricias aéreas.
Son infinitésimos instantes de belleza construyendo etéreas arquitecturas.
Se abre paso en ti, modificando tus ritmos, anulando el peso de la existencia.

La música siempre suena.
Puede que con tanto ruido, a veces no se escuche.

Es un sentimiento viajero, infinito, que engrandece el alma.

Es la expresión de la vida, en sus cotas más elevadas de abstracción.
Es la corona del ser en su grandeza y hermosura.

Y con ella, y sin razón, todo cobra sentido.





Volare


Algunas almas son tan grandes que, desde el silencio, sin apenas darte cuenta, te acogen y te elevan en su ascenso.


Emergencia

Sumergida por completo en el eco de la niebla, buscaba con ansia la proximidad de los seres y de las cosas.

Las manos tentando algodonosos vahos, como si fuesen algo denso a lo que poder aferrarse.

Es extraña la visión que esparce una luz desteñida, plana, en la que se diluyen los matices.

Es más rara, quizás, la fascinación que ejercen determinadas imágenes cuando llegan envueltas en apariencia de correspondencia.

Leía páginas de nieblas olvidadas, decorado perfecto donde pergeñar el refugio abandonado de un sueño de princesa.

Desenfocados amaneceres de fría humedad, auspiciaban los noviembres de la infancia, ese extraño limbo de la niñez que nunca acaba.

La desolada estepa cubierta por un manto donde se camuflaban fantasmagóricas formas.

Entre los vapores de la niebla, empecé a distinguir el humo del incendio que consumía mi alma.

Sé que no sabes que el alma confinada en un reseco y diminuto reducto, termina matando su cuerpo para convertirlo en nube y poder, así, explayarse en vastos espacios.

Soy la densa bruma.
Vapor de agua que desciende a confundirse con la tierra.

Soy el gélido aliento de los campos de dios.

Con grave determinación caigo en la cuenta de un instante en el que nada es importante.

Estoy hecha de gotas de aguas abisales que se elevaron desde la profundidad de su lecho.

Era despertar en una fría mañana de otoño.

Era salir de un camino tramado en un mundo sin profundidad, falto de perspectiva, sin la necesaria compañía de la penumbra.

Despertaba.
Y todo mi ser ardía.
Sabía que no era la vida el peor de los sueños.

Sentada a la otra orilla, siento la calma del amor, recogida en tu regazo donde volvió a prender mi llama.







martes, 15 de noviembre de 2016

Ser amanecer

Rendirse a la evidencia.
Dejar de mirar.
Retirar la atención de esos sitios donde no existe claridad.

Marchar, lejos, con tu luz.
Ser otros lugares.



Ser amanecer.


viernes, 11 de noviembre de 2016

Ser humano


El ser humano se concreta en el don de la palabra y la gracia de la risa.

Al descubierto

Mi alma no tiene puertas
Soy el aire, el mar y el fuego.
Soy la semilla que crece
Mientras se mece en silencio.

En mi alma no hay ventanas
De la tierra es firmamento.
Soy una vela sin anclas
Soy un suspiro de viento.


Yo el cálamo

Recuperé la conciencia.
Abandoné el espanto.

Aprendo la inalcanzable perfección de la caligrafía de los instantes.
Infinitesimales partículas de belleza, dotadas de pequeñas alas invisibles.

Escucha.
Los ecos del amor verdadero resuenan en lo eterno.

No hay espacio, ni existe tiempo que no alcancen las palabras cuando se encuentran plenas de ser.











jueves, 10 de noviembre de 2016

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortázar

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Dulce amor

Me gusta mirarte despacito
Sin entornar los ojos
Sin  pestañear siquiera
En conexión directa
Con las luces de tu llama.

Sé bien de tu inmensidad
Apenas comienzo a recorrer sus hechuras
En ella me pierdo.

Me gusta sentirte grande
Como una fortaleza
Cuando me rodeas con tus brazos
Y de puntillas te beso, suavemente.

Recorro, así, en tan precioso refugio
Los dulces caminos de tus frondas
Ésos que saben a bosque nuevo
Lleno de antiguas esencias
Y de deliciosos frutos.

Me gusta detenerme en esas cosas
Que te hacen humano hasta en lo más hondo.
Conmoverme contigo hasta la caña de los huesos.
Yo me abrazo por entero a ese universo que eres.
Tan distinto.
Tan extraño.
Tan hermoso.

Hubo un tiempo en que quise comprender.
Más ahora sé que no tiene sentido.
Y sólo siento mis latidos
acariciando tu alma.










martes, 8 de noviembre de 2016

En tus huellas


Y entonces lo sentí 
En la calma de tu abrazo
En el fondo de tus ojos
Trasmutando lo que es cerca en un balcón abierto al mundo.
Los horizontes no se pierden.
Cuando se evocan,  regresan.

Sólo hay que alcanzarlos con  la punta de los dedos.


Mar antiguo


Dicha es entregarse al sueño entre tus brazos.

Y sentir el rumor de las olas que habitan en tu pecho.


lunes, 7 de noviembre de 2016

In corpore presente


Escuchando sus clases magistrales. Atiendo a sus correcciones.

Sólo el cuerpo estaba ahí. No sé si él es consciente de la fascinación que ejerce cuando habla. El hecho es que, al escucharle, desaparecías del lugar, del aula, de allí donde fuera que estuvieses. Comenzabas con él un viaje a otros sitios, llenos de casas, habitaciones, estancias, encuentros, estares, materia, luz, de esencia del habitar del hombre, de humanidad. Allí nos llevaba, sin pretenderlo, sin más que levantar el vuelo de su imaginación, con la pasión de quien ama la vida y con la maestría de su alma.

Hay personas a las que se llega por casualidad, o quizás son ellas las que te encuentran a ti. El caso es que nunca se sabe. Nunca se sabe suficiente.

Cuando llegas a algunas personas ya no existe retorno posible. Y cada vez que acudes a su presencia, o meramente a sus huellas, descubres algo nuevo. No sabes bien si es algo que había previamente en ti y que desconocías. O algo que sin más es de la esencia de esa persona y que te enamora. Insisto: nunca se sabe.
No nos pertenece ni el aire que respiramos, ni tan siquiera eso que llamamos ego y que con pertinaz frecuencia nos enmascara y nos opaca.

Hace días volvía a sus referentes. Inconscientemente sin saber que buscaba, pero sabiendo que es una fuente de aguas siempre nuevas.

Me detuve en esta inquietante imagen:




Inquietante porque es de esas raras veces que no sé leer exactamente lo que estoy viendo.

Y sin embargo siento tantas cosas presentes ahí.

Veo un encuentro. Una cuerda suavemente apoyada en un extraño botón de madera atornillado a la pared adyacente. Un nudo de ahorcado.

No puedo evitar pensar "Killing my softly"

Vuelvo de la imagen al autor de la obra, de la persona que estoy hablando, de Santa María.

Sí: es uno de sus encuentros. Todo dialoga y sonríe ante la presencia del otro.

Entorno un poquito los ojos, como tantas veces nos decía que hiciésemos.

En un gesto en el que quitas luz de la proyección que estás percibiendo (para ser consciente que no deja de ser más que ilusión o símbolo) y te enfocas en el interior de tu espíritu, en la verdadera luz.

Sí: a veces me pasa. No me fijo en lo obvio.

Vuelvo a mirar y veo que  había letras en la imagen.

Joyería Jorge Rojas. Madrid. 1999.

Me río. En fin.

Indago. Socorrido San Google, aunque no por lo bendito.

Bien. Es el remate final de una barandilla de una escalera, realizada con cuerda de pita.

El imagen se ve o intuye el montante final de madera, donde se guían las cuerdas y el encuentro con el muro.

Es un gesto amable.

Parece una amarre de una pequeña embarcación, sin serlo, sin amarrar nada ni pretenderlo.

No es una tangencia, ni tampoco un apoyo, podría pensarse que es ambas cosas o nada de eso.

El arte sugiere.
Nunca da nada por sentado.
No se sujeta a nada ni a nadie porque nada le pertenece ni pertenece a nadie.

El arte no se somete.
Es revolución, muchas veces callada, silenciosa.
El arte expresa, te llega a las vísceras, es potencial en estado puro.

Imagino esa barandilla de cuerda como una seda de aracne. Un continuo fluir de idas y venidas, de subidas y bajadas, para al final ir a encontrarse con su principio. Y morir. Suavemente.

Es una suerte de uróboros: el eterno cambio.

Esa inquietud me sigue tocando las vísceras. Y se transforma en sonrisa. La satisfacción que produce la arquitectura da risa, que diría De la Sota.

Es, en cualquier caso, un hermoso encuentro.

Un encuentro que me lleva a recordar la Historia de los dos que soñaron.
Un cuento de las mil y una noches que me narró , hace mucho, un querido amigo.
Escuchar su cuento. Un hermoso e imprevisto momento. De cerrar completamente los ojos.
No me habían contado antes un cuento, no. Nunca es tarde.

A veces, quien nos sabe apreciar, ve en nosotros cosas que nosotros mismos no conocemos. Otras veces, se trata de nuestras dolorosas carencias.

Hay seres alados que reconfortan la espinosa grisura de lo cotidiano.

Hacen de sus alas tus alas. Y con suma paciencia te llenan de amor, porque saben que es la única manera de que nazcan tus propias alas.

Y dentro de su jardín, debajo de su fuente, desenterró el tesoro, terminaba el cuento.

Y entonces, se cumplió su sueño. De ambos. Los dos son seres del aire.

A partir de entonces, podía hacer desaparecer del lugar con sus palabras mágicas, a quienes tuvieran a bien soñar con otros mundos donde morar el alma.






De cuando desciende el cielo

No sabes cómo es el cielo hasta que no lo tomas entre tus brazos.
Entonces, ocurre, que te enamoras de su dulce olor a vida.
Lo acurrucas entre tus senos, como el mejor de los refugios.

Entonces, y sólo entonces, sabes que su fragilidad es lo que a ti te hace invencible.
Decides, dejar de ser un eco lejano e incierto.
Ahora, eres la voz, voz que palpita y ofrece el alimento de las más hermosas palabras.

El cielo es el mejor regalo que nos ofrece la vida.





domingo, 6 de noviembre de 2016

Escribir folías

Escucho que las palabras son vida.
Y que todas las páginas en blanco del mundo son para que las llenemos de palabras.

Millones de hojas, por doquier, tapizan las superficies y estructuran el espacio.

Germinan, verdean, danzan al ritmo ancestral de la música del viento.

Caen y vuelan.

Besan el suelo con delicadeza, absortas.

Hipnotizan el silencio con el leve susurro de su encanto.

Son una ofrenda de color con el que vibran los instantes, descarnando su belleza para quien sepa apreciarla.

Son el libro de la vida donde habitan tus palabras.

El refugio del misterio de donde nacen las flores que componen la alegría.

Las palabras nunca cesan, son el hálito del alma.



sábado, 5 de noviembre de 2016

Como es adentro es afuera


El mundo es tan grande como tú eres por dentro.

Gravitando cae el agua

Hoy el cielo vuelve a llorar en mis ojos.

Será que echo en falta tus palabras y el verde olivar que vivía en tu mirada.

Tu corretear de niña.

Tus canciones inventado los rayos de soles.

Eres esplendor en lo efímero de la vida.
Una estrella de invierno de infinitas simetrías.

Golpea la lluvia el techo con toda en la pena que tengo en el pecho.
Aunque yo la siento dentro, la tormenta se oye fuera.

Más cuando tome tu mano, de nuevo se hará la calma.




Es el vuelo de una flecha en lo que alcanza su centro

¿Cuál es el tempo de un instante luminoso?

La llama sagrada de tu amor
volviendo mi pecho a la vida.

Tu orgasmo orbitando el mundo
cuando se crece en mi orgasmo.

El silencio de un gemido
que se transforma en suspiro.

Recorrer una galaxia
desde el centro de tu alma.

Volver a la superficie
para fondear el cielo.

Las manos rosadas del alba
alborotando tu pelo.

Descubrir todas las flores
que se esconden en tus besos.

¿Dónde está el cabalgar de las horas
si no caben relojes en los momentos dichosos?

Blanca piel

Volvió a su origen y lo hizo aun más hermoso.
Lo modeló con el barro que fue encontrando en el camino.


Sus recoletos muros relucen
desgranados de tristeza
y peinados por el viento
con aroma de la estepa.



jueves, 3 de noviembre de 2016

Ombra mai fu


Un largo árbol estremecido toca siempre el alma.

Henri Bosco












En los árboles




A través de nosotros 
vuelan los pájaros en silencio.

Oh yo quiero crecer,
miro hacia fuera,
y el árbol crece en mi.

Rilke

Inmensidad y profundidad

Yo contemplaba el jardín de las maravillas del espacio con la sensación de mirar en lo más profundo, en lo más secreto de mi mismo; y sonreía, ¡porque nunca me había soñado tan puro, tan grande, tan hermoso! En mi corazón estalló el cántico de gracias del universo. Todas esas constelaciones son tuyas, están en ti; no tienen realidad fuera de tu amor.

Mitosz




Pequeño universo


Esta manzana es un pequeño universo por sí mismo, cuyas semillas, más calientes que las otras partes, difunden en torno suyo el calor conservador de su globo, y ese germen, de acuerdo con esta opinión es el pequeño sol de ese pequeño mundo, que calienta y nutre la sal vegetativa de esa pequeña masa.

Cyrano de Bergerac

miércoles, 2 de noviembre de 2016

En paz me siento y me consiento

¡Qué bien se está en cualquier parte si por dentro hay paz!

Es lo que queda después de muchas batallas perdidas. Paz y cansancio. Cansancio del alma.
Sí: el alma también se cansa, aunque no eternamente.

Lo mejor de estar en paz es que si te mueres te lo llevas todo por delante. Y es una ventaja porque así no tienes que volver por nada.
En paz sientes unidad. Se unifica la percepción ilusoria de ser fragmentario.
Quizás sería más propio decir que "se es" en paz. Y no que "se está".

En paz estoy leyendo.
¡Qué bonito se lee a quien fluye dentro de las palabras!
Ese instante de dicha divina. Creamos y recreamos. Al escribir. Al leer. Sin objetivo. El desahogo de ser.
Mi alma se esponja y crece, que de crecer no se cansa.
Se expande con los instantes en los que es amor y belleza.
Quizás, éstos son sólo los aspectos de una única cosa. Se alcanzan con la verdad. Ese saber sin intermediario que es. Un fogonazo. Sin atender a razones. Atenta mente.

Estás tan presente en mi existencia, amor, que podría decirse (y escribirse, claro) que conformas el ADN de cada una de mis células.

Cuando no puedo tocarte, miro mis manos, sus huellas. Ahí, dentro te encuentro. En sus profundas crestas siento las olas del mar profundo que habita tu ser.


Entonces, sé, que puedo ser cualquier cosa, transformarme en cualquier elemento.
Siento emanar felicidad al evocar tus besos.

Sólo tengo una certeza en esta vida. En las huellas de mi mano se encuentran las de las tuyas. Son huellas que componen universos, que a cada momento se desvelan y descubren, con un toque de gracia de la punta de los dedos.



La sombra del ciprés

Si miras bien, los frutos del ciprés parecen calaveritas.
Algo así decía la voz de uno de los personajes de una novela de Delibes.

Emerge la fronda áspera de los cipreses sobre las líneas encaladas de los muros del cementerio.
Semejan agujas punzando el cielo. Delgados brotes en la nada de la meseta desnuda.

Alguien, elucubraba una mañana, sobre la posible función de los cipreses dentro del camposanto.
Yo dibujaba y escuchaba.
Otro alguien, decía, que estaban ahí porque los frutos del ciprés se usaban a modo de rodamientos para mejor deslizar los féretros en los nichos.
La imagen me produjo risa.
¡Maldito empeño humano de buscarle a todo una función!
Ni siquiera lo que comemos se limita a lo funcional. Y pese a todo un movimiento postulando lo contrario, la función nunca hizo la forma.

El hecho es que esa entretenida mañana laboral, nadie parecía tener una respuesta convincente al porqué los cipreses se sembraban y crecían en los cementerios.
Yo, tampoco.
Pero había algo que me parecía tan obvio.
No me contuve y me sumé a la charla.
Les dije que los cipreses habitan los cementerios porque es insoportable tanta horizontalidad, ésa que ahí se explaya en el recinto dedicado a los muertos.
Entonces, sólo hubo silencio.
Y se pasó a otra cosa.

Los cipreses son líneas verticales vivientes en conexión directa con el cielo. Su presencia es un mero contrapunto a la horizontalidad de la muerte.
Eso pensaba en ese silencio.

Me gusta esa explicación: me quedo con ella, contestó al largo rato un compañero.
- Toda tuya, si quieres, le contesté.

El ciprés es sólo un símbolo que representa la postura erguida del hombre cuando camina, puente entre la tierra y el cielo. La vida coexistiendo con los despojos yacientes de esos otros que también fueron hombres.

En muchos lugares, junto con los cipreses se plantaban almendros. El almendro es el árbol que primero florece anticipando la primavera y representa la resurrección. El hombre observa  a ambos árboles: ciprés y almendro, siente a la vez que completa la naturaleza trina de la realidad.
Vida, muerte, resurrección.

La sombra del ciprés es alargada y se proyecta sobre las tumbas cercenando su percepción global. Pero las luces y las sombras sólo son aspectos de la misma cosa,  matices que sirven de excusa para aprender lo que somos.

Las palabras se mezclan y combinan con los recuerdos de lo que fue, con las trazas de otras palabras que dejaron algún poso. En otro orden, con otra forma.

Dice Alfredo, en la novela de Delibes:

- Los cipreses no puedo soportarlos. Parecen espectros y esos frutos crujientes que penden de sus ramas son exactamente igual que calaveritas pequeñas, como si fuesen los cráneos de esos muñecos que se venden en los bazares.

Símbolos de símbolos cuyo significado, quizás, se llena de lo que somos.



martes, 1 de noviembre de 2016

L'embrace

No se trata de creer.
Es sólo la necesidad de sentir
como el fuego que es origen
crece dentro de un abrazo.



Eros y Psique





Cada uno de tus besos desvela el sentido más fragante y dulce de la existencia.

El amanecer se torna contigo un sencillo acto. 
Es un pasear sereno en el pretil de tu sonrisa.

En los pies

En los pies están los pasos
Que componen el ascenso
Escalando los instantes
Bien sujetos al momento.

Se descubren horizontes
Se desvanecen los miedos.

En los pies están las huellas
Que dejaste en la memoria
El reposo de los arcos
Donde se sujeta el cielo
El sentir que eres del mundo
Un universo certero.



Fotografía: Marianne Breslau

Los ecos del bosque

De los caminos de savia
Ahora nacen las canciones
Lento fluir de caricias
Enredándose en tu pelo.

Juegan a besar tu rostro
E iluminan la mañana
Con tu preciosa sonrisa
Y los ojitos en llamas.


Sanchica Estrella