jueves, 30 de septiembre de 2021

Puntillismo

Voy caminando con los pies descalzos apoyando los calcáneos sobre los vértices del tiempo.


Soy consciente de mi desdicha y presa de mis pensamientos.

Cada mañana, se hace pesada la carga.

Más continuo y enlazo cada instante con el anterior. Y parece que se disipa la gravedad.

Avanzo, desde el abismo hacia la eternidad.

Voy dejando huellas indelebles de lo que soy.

La manera de ser es el arte del camino.

A veces, me sorprendo con un grito ahogado al entender que ya no estás y, es que te has ido esfumando poco a poco de mis recuerdos, de mi cotidianeidad, de mi presente. 

Eras mi loca obsesión. Mi dulce amor. 

Un imposible que, por un instante, rocé con la punta de mis dedos.

Más las letras se empeñan en traerte de vuelta una y otra vez...

Y no me pesa, al contrario, se me hace más liviana la carga mientras se forman las palabras que con insistencia esconden tu nombre. 

Aunque todo lo relativo a ti, es cada vez más en sfumato, excepto en los sueños, donde eres tan real...

¿Sabes? Son muchos ya, demasiados, los muy amados que se han ido para siempre. Y permanecen ocultos por mucho tiempo bajo la sombra de un recuerdo.

Quisiera sentir la brisa fresca de un recuerdo intenso, que me parta en dos, que me lleve a lo que fue. Muchas, demasiadas veces no puedo sentir nada. Me he resignado a existir sin mis presencias amadas que fallecieron. Necesito algo más que los recuerdos. Necesito sentir, pero sólo consigo sentir algo, cuando vengo a este espacio, el lugar de las palabras florecientes. Aquí se extingue mi soledad y me nace la esperanza de que quizás sea casi todo posible.

Doy gracias a que hace ya tiempo que no siento niebla en mi mente, pero no me reconozco en lo que soy, se ha extinguido parte de mi fuego. No es mejor ni peor. Supongo que esto es hacerte mayor, el tiempo de las renuncias, de las grandes pérdidas y el desengaño.

Y yo iba en mis sueños levitando a un palmo del suelo, apoyando los calcáneos en los vértices del tiempo. Y sentía todo. la ingravidez, la mezcla entre realidad y asombro.

Y ya no queda nada de mis sueños: están rotos, ya sólo me queda recuperar la esperanza.








 

viernes, 17 de septiembre de 2021

Buenos días

No hay ansiedad que se le resista a un buen lorazepam.

Ahora sí, buenos días.


Por la mañana

Necesito y quiero respirar con hondura el aire nuevo de la mañana. 

Y no puedo abrirme al mundo con estos jirones de pasado que me lastran y que invaden mi mente.

He de ocupar mis manos en hacendosos menesteres para poder desalojar poco a poco los inoportunos pensamientos.

Mientras tanto, me vengo un rato a este espacio de desahogo.

Y la respiración se va haciendo más profunda. Y comenzamos una vez más el día recogiendo los fragmentos de los sueños rotos.

Más continúo. Yo quiero vivir, pero no quiero vivir así, haciendo del pensar una tortura.

No consigo aceptar que he llegado hasta aquí por todo lo que he hecho. Por todo lo que soy. Lo mejor y lo peor.

Quisiera volver a la niñez en busca del paraíso perdido.

Luego de la niñez, a veces, hay aconteceres que te marcan aún más que la propia niñez.

Fui una niña feliz. Pero a mis casi 50 años no logro acostumbrarme aun a ser adulta. 

Y esque ahora no lo soy. Sólo soy una superviviente del naufragio. 




lunes, 13 de septiembre de 2021

De donde

El camino de donde miran mis ojos está lleno de pequeños fragmentos de ilusión y realidad y se dirige  hacia infinitesimales matices de belleza.

En mi camino se mezclan espacios y tiempos. El presente es el elemento transversal a esos fragmentos de pasado y futuro, de deseos y de recuerdos y los abraza como hilo a cuentas de collar.

Mis ojos se apartan poco a poco de esos enormes monstruos del pasado, que cada vez que acuden a mi mente me acojonan y turban mi paz. 

El paliativo a estos miedos atávicos es la búsqueda y hallazgo de la belleza en sus múltiples facetas y manifestaciones. Porque dicen que del amor, que también palía y mucho, es mejor no hablar.

A veces, mis ojos se pierden en la fascinación de otros ojos y muchas veces, anhelan el gran misterio que para mi supone tu mirar, que se me antoja profundo, bello y sensual.

No me gusta mirar lo burdo y abyecto, por eso no quiero detenerme jamás en ello, por más que insista el sistema en bombardear mi camino con ellos. También huyo de las personas y cosas tóxicas que me quitan o podrían quitarme la vida.

Avanzo a mi ritmo, con ese andar peripatético de los clásicos, mientras mis ojos miran a un tiempo y un espacio que todavía no existen, pero que a cada instante construyo, sea o no consciente de ello. Mi camino se va fraguando con pequeñas obras y acciones llenas de la mejor de las intenciones y en ocasiones con excelentes resultados. 

Muchas veces me pregunto quien soy y que hago aquí. Todavía no he encontrado respuesta a esa pregunta. Y muchas otras que transcienden el devenir humano. Pero aquí sigo, en la pelea, sin reconocerme en cada etapa que atravieso, pero amando profundamente la existencia.

Al cerrar los ojos conscientemente, despierta a veces la mente y crea y recrea nuestros sueños más preciados, los que son , fueron y serán. En mi camino éstos son los cimientos y motor de la vida. Muchos sueños son o a mi me parecen irrealizables, pero son un buen entretenimiento: imaginar lo que quieras sin las ataduras de la carne. Analizando un poquito, hurgando en sus entresijos, nos dan una valiosa información de cómo somos realmente.

Empezaba este escrito con una frase que hoy he leído y me ha tocado. Me parece una construcción de frase hermosa. 

Un pequeño regalo bello para una tarde que aspira a ser lluviosa y sueña con ser eterno verano. En realidad es la tarde que me está tocando vivir ahora y que yo puedo aderezar con toda suerte de acciones o inacciones. 

De donde y hacia donde miran mis ojos está hecho mi camino. Y he de decir que sólo se que es de muchas dimensiones.









sábado, 4 de septiembre de 2021

La felicidad son como chispitas de fuego efímeras, de un ser divino dentro de un ser mortal.

 Claro que hubo felicidad. Hubo mucha, hasta flotar a veces, en una nube de perfecto amor.

Hubo un tiempo feliz en que me refugiaba de mis miedos dentro de su cuerpo. Y se hacía la luz, cada vez más dulce , en cada uno de nuestros encuentros. Sin apenas palabras, sólo piel, sentir y sexo.

Me enamoraba poco a poco del vaivén de sus caderas desnudas. Las sentía como olas en aguas bravas. Otras veces como mar en calma.

A medida que aumentaba la frecuencia de nuestras citas, cuando dejaron de ser algo más o menos casual, comprendía que iba a perder un excelente amante para ganar un novio más o menos formal.

Al entenderlo sentí algo así como pena, pues la relación de noviazgo la asociaba yo como que estaría condenada a la rutina y a la larga al aburrimiento. No sé. Estaba descubriendo mi cuerpo a través de su cuerpo y sentía no necesitar nada más.

Pues sí, algo que terminó tan feo y con tanto dolor, había comenzado muy bonito. Y cuando se limpian los recuerdos de rencor, salen a relucir mágicos momentos, de esos que decimos que nos vamos a llevar por delante cuando nos muramos; en realidad, o más bien debiéramos decir que son esos recuerdos los que nos mantienen más o menos cuerdos en vida. Pues sí, porque las ganas de vivir y la alegría a veces desparecen. Y después, para volver, cualquier ayuda es poca, pero la ayuda fundamental es la interior, la que nos damos nosotros mismos. Después de mucha terapia, después de mucho hablar para analizar porque estamos así y no de otra manera, florecen algunos indicios que parecen indicar que te has vuelto a enganchar a la vida. Te vuelves a subir a la rueda y que sea lo que dios quiera.

Cuando se rompe un corazón por tantos lados es inevitable que se desajusten también los engranajes del alma. Es duro aceptarlo, pero algunos pedazos de corazón se ven tan afectados que los perdemos para siempre, pero seguimos adelante (cuando por fin podemos seguir) con la sensación de vivir mil vidas en un único cuerpo.

En algunas miradas, se puede vivir el mar. En otras obscuras, sentir la sensación cálida del suave terciopelo. Cada mirada transmite un mundo interior teñido con los suaves matices que el cuerpo otorga.

Y poco más se me ocurre por ahora, por aquí sacando a flote de mi mente todo lo que necesito para elevarme un poco de mi condición de mortal.














miércoles, 1 de septiembre de 2021

Cosas que se piensan a veces

 Quizás hay cosas que no se pueden olvidar, que no se olvidan. Son cosas que no se tienen presente. 

Por eso sobrevivimos al desastre, a los insultos,  a las mil y una omisiones. Sobrevivimos al dolor. A la infinita tristeza.

Sin saber cómo ni por qué, recuperamos la alegría de vivir, la concentración y la entrega en la lectura. Volvemos a escuchar con atención suma, viendo más allá de los gestos y de la piel.

Volvemos a callar. A emplear solo las palabras justas y necesarias. Limpiando un karma que se agotó en el exceso.

Un día quise ser mejor por ti. Y ahora que no estás y probablemente nunca más estés, seré. Seré  sin que sepas de mi. Sin que yo sepa de ti. Pero ya no me duele ese nunca más que es el vértigo de las palabras.

Muchas veces soñaba despierta en otra vida. Tanto me gustaba ese sueño inventado que quise poder hacerlo realidad. Pensé lo impensable, una nueva vida. Sin dolor de corazón, sin mentiras y sin lastres.

En el momento que fui consciente que ese sueño era posible, entendí que aborrecía mi realidad y ya no hubo marcha atrás, todo cambió. 

Mi ahora no es mi sueño, es otro sueño que estaba escondido en mi subconsciente, en el que hube de perderlo todo para empezar de cero.

Aunque nunca hay un cero absoluto, quizás empezase desde 0, 25 de regalo. 

La vida sin ti

 Quiero terminar con el absurdo pensamiento de que los aconteceres y las cosas, sin él, dejaron de tener sustancia y  sentido.

Qué veloz se ha hecho el tiempo tras su ausencia. Pienso en cifras, nueve años (por ejemplo) y siento el vértigo que transmite aquello que se extingue de manera meteórica.

Me parece, que sin sentir  amor, todo en mi se marchita.

Cuantas veces he acudido a este espacio virtual para convertir en palabra más o menos acertadas su recuerdo. Cuantas veces me ha servido para abstraerme de la pesada carga que porto en esta vida.

Cómo es posible que unos instantes de gracia, guardados con celo en mi pecho, sirven para recorrer por entero un abismo y contemplar desde lo más hondo  reverdecer la esperanza. 

Puede que tal vez la felicidad sean esas cosquillas en el alma que nos hace sentir el ser amado y que en tanto que sentidas y guardadas en tan precioso lugar, permanecen ahí para siempre. La felicidad es algo así como la toma de corriente que nos conecta con el mundo de lo eterno.

Sin memoria de recuerdos felices no somos nada. Somos un tránsito oscuro al que le es casi imposible esbozar una sonrisa.

¿Sabes cómo es mi vida sin ti?

Pues mi vida sin ti es ordenada e insulsa. Apenas me reconozco, puede que sea debido a que hace tiempo que renuncié a mirarme en los espejos. 

Mi vida sin ti dejó de ser hoguera para convertirse en sutil llama.

Mi vida sin ti es un transitar entre diferentes estratos de la existencia sin encontrar jamás ese mar inquieto y misterioso que se esconde dentro de tu mirada.

Mi vida sin ti ha sido una gran renuncia a poder construir una nueva vida, otra vida. No la de ahora, que si que es diferente a la de hace unos años, sino esa otra que hace sentir las entrañas llenas de emociones y recorrer universos tan sólo con un beso.

Quiero terminar con el absurdo pensamiento de que los aconteceres y las cosas, sin ti, dejaron de tener sustancia y  sentido.

He de volver a recrear el mundo de los sueños y dejar que vuele el alma.

Casi que es lo único que me queda.