lunes, 21 de marzo de 2016

Remansos del discurrir

Me muevo. Ingrávida. En la deliciosa lentitud de sentirte aún entre mis brazos.
Una voluptuosa pereza, se desliza en esta calma que precede  a la tormenta. El momento de desahogo del cielo, con el ímpetu del que sucumbe al deseo más voraz.
Siento como se esfuman las erradas razones, al ritmo de tu aliento mientras se mezcla con el aire que respiro. Su honda caricia, modula la dulce cadencia de mi pecho.
Con exquisita insistencia, enciende ondas de deseo que se transmiten a la piel. Ésta, se tensa, alerta.
Un cálido discurrir con hambre de tarde y de siesta.
Esperando un sueño que no llega. Entregados al placer y la delicia, al secreto diálogo de las almas.

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