domingo, 20 de marzo de 2016

La palabra

El lenguaje da al ser humano sus alas más poderosas para acercarse a la estrella con las cumbres de la poesía lírica y la mística. Por la palabra podemos salvarnos y con ella dialogamos, sobre todo en el hablar consigo mismo en el viaje de la vida. No añado más, pero quiero insistir en algo menos percibido que es el reverso de la medalla. Porque el lenguaje, siendo esas alas, también es cárcel pues condiciona nuestro pensamiento y encarrila fácilmente nuestro entendimiento, descarrilándolo también. El lenguaje con frecuencia es una trampa; se usa para engañar y persuadir con falsedades o encadenar con creencias. A veces se usa así con deliberada maldad egoísta; otras veces se hace hasta con buena intención, por alguien que está él mismo engañado. El caso es que la palabra, como los alimentos desconocidos o nuevos, debe ser recibida con criterio crítico pues puede ser un bálsamo o un veneno.
Finalmente: no sólo hay que reivindicar siempre el derecho a la palabra, como máxima expresión de nuestra humanidad. Pero también  -y a esto se falta muchas veces- hay que cumplir el deber de usarla en pro de la dignidad propia o ajena. Pues, como proclamó magistralmente Martin Luther King, hay una conducta más escandalosa que la de los malvados y es el silencio de los hombres "buenos" que callan y miran para otro lado sin protestar de las maldades.

José Luis Sampedro

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