Entro.
Es un hogar lleno de armonía.
Una intimidad construida con esmerada delicadeza.
Los ecos de los seres y las cosas resbalando por cada poro de la piel.
Conocer, de nuevas.
Construir un lenguaje.
Más allá de las palabras.
De los gestos amables.
De las sonrisas.
Navegando juntos.
Las mentes fluyen.
Trabajando.
Y, al terminar, sentirse liviano.
El contento del intercambio.
Vuelvo.
Ando a un palmo del suelo.
Con la carpeta repleta de hojas en blanco de todos los poemas.
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