Ahora, soy yo.
Me voy.
Marcho de aquello que me aleja de mi manera de ser.
Si ves alguna vez que me poso en los límites de tu presencia, es por ver si me acompañas a explayarte, a volar alto, alejando este tiempo terráqueo.
Al alcanzar las cimas del templo del silencio, se siente la grandeza con la que se amplifica el cuerpo.
Ya no hay distingos entre lo pequeño y lo grande. Tan sólo el punto exacto donde todo acontece.
Ahora soy yo.
La sonrisa incompleta.
Mientras haya un niño que llora a la injusticia del mundo.
Mientras se crea en la importancia propia a costa de aprovecharse de un hermano.
Mientras aquellos que dicen nos gobiernan, se reparten el mundo y permiten el hambre y la miseria.
Nada de lo que hay en este mundo pertenece a nadie.
Ni siquiera el cuerpo, con el que filtramos el pensamiento y el sentir en la mente.
Ahora soy yo, la fuerza.
Ahora soy yo, el movimiento.
Soy un alma que vibra con modos propios.
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