No es extraño que, durante años, pasemos junto a esas verdades sin reconocerlas, porque descreer correctamente es mucho más difícil que asumir creencias. Éstas nos son suministradas en abundancia por fuentes que presumimos fiables, sobretodo en la niñez, cuando aún carecemos de sentido crítico. Salimos de la infancia prácticamente programados y después seguimos siendo acosados con "instrucciones generales", lo cual será muy útil para el llamado orden social, pero muy restrictivo para desarrollar vidas personales, cuyo florecimiento exige elegir cada cual sus verdades propias.
Ya sé que a esta opinión la llaman relativismo, y que está condenada hasta con penas infernales, pero yo no soy supersticioso. Pues, además, los que así condenan lo hacen por pensar lo contrario; es decir, por ser absolutistas. Algo para mí mucho más grave porque tiende siempre a imponerse obligatoriamente, en contra de de la libertad de pensar.
Las descreencias, desmentidoras de los mensajes recibidos, son actos voluntarios y conscientes, en vez de las pasivas aceptaciones. Por eso tienen más valor y las recojo con mayor provecho.
José Luis Sampedro
Sala de espera
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