Cuando te siento reír, el alma agitada se inflama.
Se eleva dichosa, plena de luz.
Hasta derramar su color en la bóveda del mundo.
El pecho alegre, con tu airosa presencia, se torna ingrávido.
Y se expande deshaciendo algodonosas nubes.
Tu risa es luz, que enciende otras luces hasta tornarlas rientes.
Todas juntas, mutan a muchas más y las vuelven bien alegres.
Es la fenomenología de los nuevos soles sonrientes.
La estructura libre del contento.
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