La música habita en los elementos. Camina de la mano de la luz y juntas, fluyen.
La mente es la música del ser.
El pensamiento es la caja de de resonancia. El instrumento.
Si se considera la caja como un mero recinto, se crean unos límites que actúan como si existiese una barrera. Entonces, ocurre, que el sonido que se hace no se eleva con el espíritu. Es sólo ruido.
Se recurre a los símbolos y signos para construir una estructura mental que aproxima a lo que las cosas son.
Lo que es, lo que se es , es mucho más complejo y solapado.
¿Qué es lo real?
Siento el olor a fresas, superpuesto a mi propio olor y el olor del café.
Noto como el café se mezcla, calentando la sangre, agudizando los sentidos.
Noto como bullen en efervescencia esos nervios que tensan el ánimo, que cambian el ritmo de la respiración para adentrarse en el conocimiento.
Afuera, una loca alternancia de lluvia, sol, granizo. Bruscos cambios furiosos. Un invierno reticente a admitir la evidencia de su temporal derrota.
Dentro, una suave mañana.
Los buenos días comienzan con un:
- Hola, mami
Pienso que son las más hermosas palabras que se pueden escuchar.
No es sólo eso. Es más. Es lo que significa ese mami.
Es el privilegio. Es el privilegio de ser madre.
Es la necesidad de ser mejor, por ello.
Últimamente considero qué cosa es dar las gracias.
Y siento la necesidad de ser mejor, para de alguna manera, dar gracias a la vida por todo lo que me otorga.
Intuyo que la manera de agradecer, pasa por ofrecerte o ser la continuadora de la vida en la mejor versión de ti misma.
Es un deseo de crecimiento.
En este nuevo estado, entiendo que no se parte nunca de cero. Ni siquiera se parte de cero y medio, aunque sea de regalo.
La semilla cae en la tierra y llega a un lugar propicio, fértil. Recibe la lluvia, el agua y la luz. La semilla sabe lo que es. Más no se plantea si es una semilla de grama o de un roble, porque la semilla no se compara. No tiene interés en saber más allá de lo necesario. Simplemente brota. Si nada se lo impide se desarrolla, hasta alcanzar la plenitud de su esencia.
Así es la vida: vocación de crecimiento, sin límites, hasta alcanzar el desarrollo pleno del ser.
La forma de dar las gracias a la tierra, son los frutos. Los buenos frutos.
La música suena.
La buena música, siempre. Se siente.
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