domingo, 13 de marzo de 2016

De cuando me detengo

¿Ves ese instante precioso, que desaparece sin ruido trayendo la calma?
Es el sentimiento de los muchos modos y formas de la vida, explayándose, con absoluta hermosura.

Desperté una mañana, al tenue roce de tus dedos. Construían, sutiles, la punta de los míos.
La claridad de tus ojos desvanece mis dudas.

Hoy atravieso la apertura del silencio para, en plenitud, llenarlo de sentido. Con este humilde cuerpo, que crece despacio, sin fronteras en el alma.

Veo un sol preñado de vida madura.
Veo su luz aunada a la luz de otro sol flamante, creciente.

Un par singular de dichosa compañía, en la etérea majestad de los despejados cielos.

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