Luna franca, dime.
¿Cómo ves tú la luz de este sol de la noche?
Pues desde donde yo miro, parece que se extingue.
Sé que en este justo instante, para otros muchos ojos, su forma es la de un flamante día.
La luna responde con su incipiente sonrisa.
Dime, arquero, cazador.
¿Por qué son tus pies los cimientos donde descansa la memoria?
¿Por qué encuentro la calma en tu ágil movimiento?
Desde esta humilde atalaya, coronada por los cielos, encuentro paz. El punto interno de la firmeza.
Encuentro sosiego y cordura, inmersa en el cálido abrazo de los colores aéreos.
Descubro el despertar como un sencillo acto tranquilo. Acariciada por los trinos y la ternura de tu presencia.
Una vez más, pronto, marcharé, sin remedio.
Así es como desdibujo los pasos de la costumbre, construyendo otros.
El hogar prendido. Vivo.
Horneo el pan con el fermento guardado.
No hay mañana, sino hambre nueva.
Luna hermosa, dime,
¿Cómo es el mar que tu sed sacia?
Dime, luna, compañera.
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