Tus palabras.
Me hicieron compañía en el caos de mis días.
Fueron la distracción de mi mirada, cuando todo caía.
Pero se mezclaron con más y más palabras.
Después, volvió el orden.
Encontré mi voz.
Es pequeña, naciente y frágil.
Hay que cuidarla para que no se pierda entre tanto ruido.
Para que no se confunda con un pensamiento mal construido.
No diré que por alguna razón (que desconozco), tu voz resuena en mi voz.
Sin más es que ocurre.
Pues cuanto más lejos de la razón, más se acerca a su origen.
Es cosa buena tener voz.
Es cosa mejor que tú seas el motivo.
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