No verás más en mis ojos la sombra de la duda.
Voy a arrimarme a ti, así, serena y mostrarte mi piel desnuda.
¿Acaso no eres ese mar que surcas?. Sin miedo. Con tu pequeña barca.
Eres cada sitio en el que paras, ahí justo, donde tu mente se detiene.
Todo lo que en la tierra se configura, es la materia inasible que te compone.
No hay posesión. Sólo existe el instante. Se desvanece a la vez que crees que lo tocas.
Más, se llega a todas parte, desprovisto de todo lo que se tiene. Facetas de lo que es uno.
Diminutos seres en la inmensidad, apenas arañando la superficie que contiene la nada.
Proyectando artificios de división.
Una vez más, la niebla se eleva, para dejar manifiesto que es también lo que desvela.
Eres inmensamente grande, cuando te proyectas al cielo.
Desparecen los límites que te anclan a un mundo grávido. Te encuentras en la belleza de todos los astros. Entiendes, que eres más rápido aun que esa luz que se dice, viaja.
Entonces, si miras hacia abajo, desde muy adentro del alma, podrás apreciar la tierra sin curvatura. Entenderás la extensión exacta de tu cuerpo.
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