Bajo la bóveda.
Envuelta en la emoción del instante, largamente esperado.
Una llamarada en el pecho. Se encendieron todas las luces.
Porque ocurría, que en todos los lugares dónde iba para evadirme, no hacía sino volver a encontrarte.
Yo que te pensaba con geometrías improbables.
Ahora entiendo que no es necesario realizar un viaje a ninguna parte, para entender que conformas mi esencia. Pues descubro lo que soy en lo que tu eres.
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