Huele a mi infancia.
Quizás estabas ahí.
Miro el cielo y me parece entrañable.
Las estrellas parpadean mucho. Es porque mañana va a hacer mucho frío.
Echo de menos muy pocas cosas.
Las rosas de invierno en el alda.
Suave terciopelo de pétalos en tus labios.
Las mañanas de domingos de estudio y café.
Las miradas subrepticias a los apuntes ajenos.
La densa niebla que no se levanta.
Los nervios ante cualquier nuevo reto de aprender.
Los días sin horas de la infancia. Al ritmo de tres campanarios. Con el trino de los pájaros, expandiéndose al viento. Alegre revoloteo bullicioso.
Y me parece encontrar, en un minúsculo dedo que se posa en el mío, el torrente de vida de la humanidad entera.
Y todo cobra sentido.
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