En la vida, no hay profundos fondos que tocar. Ni a los que caer.
Ni principios.
Ni finales.
La vida es.
Sencilla mente.
Se avería, a veces, esa brújula interna que se lleva dentro.
Así es que entro, más adentro, en la espesura.
Y no es más que para volver a encontrar los despejados parajes de tu cuerpo.
Muy de corto y cerquita. A tu rostro arrimarme.
Tan diferente al mío.
Tan hermoso.
Tan grande.
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