Estás ahí, sigiloso.
Perfeccionando los instantes que la música define.
Sondeando en la obscuridad serena.
Con cuidados gestos invisibles.
Llenando el aire con tu espíritu indómito.
Eres deseo, envuelto en un halo de misterio.
Y con todo, me parece, que no hay nada más hermoso,
que la luz del sol cuando te baña en mil destellos,
encontrándose en las curvas de tu rostro,
que se pierde en las mieles de mi cuerpo.
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