Cada renuncia, un hallazgo.
En profundo latir, furioso.
Saciando el deseo en el sueño de tu boca.
Despojada, del gastado corsé del pensamiento.
Fruto abundante de inviernos que se esconden,
al caer, entre pliegues de tela y escarcha.
Levedad desprovista del vértigo de la duda.
Respirar nuevas canciones,
mientras la vida te lleva,
en el fuir más caudaloso,
de las aguas de esta esfera.
Un discurrir cauteloso,
en la calma de tu vera.
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