jueves, 8 de octubre de 2015

Samsara

Hay días que quieres escribir, pero no fluyen las palabras. Sabes, que si las piensas mucho, se hacen rígidas como beefeaters y, de ese modo, no resuenan.
Y así es que te vuelves al silencio.
En él, sientes la vida. Te recorre por entero. Entonces, en ese instante, sabes que estás encendida. Comprendes que es muy generosa contigo.
Es hermosa en extremo. En la pequeña gota de rocío y en la inmensidad del espacio.
En todos esos amigos invisibles que te sujetan cuando caes, para amortiguar la caída.
En la exquisita sensibilidad de algunos seres, que con gran inteligencia, generosidad y amor, modifican todos lis códigos preestablecidos de la especie. Para que salte y crezca.
Y crecen al hombre. Y crecen a la mujer, siendo así mujeres y hombres plenos y nuevos.
Hoy no me salen las palabras.
Sólo sentir. Ese sutil tejido que nos une sin palabras.

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