domingo, 18 de octubre de 2015

Con la punta de los dedos

Tu rostro atraviesa el tiempo manteniendo intacta toda su hermosura.

Siento tu alma, que a mí se abre y se esponja,  como la tierra en  fina lluvia.

Veo tus manos, generando la  arquitectura de lo verosímil.  Es un impulso de fuerza, de tu gran cuerpo transformándose y completándose, generando todas las potencias.

Con los ojos entornados, abandonarse al momento de tu presencia.

Mientras, el sol,  en su día,  yace entre gruesas sábanas.


Enciendo alto la candela. Ahora. Con la punta de los dedos.

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