Todo me parece natural dentro de lo extraño.
Una vez más, como el despertar del alba, no me reconozco.
Ahora entiendo que nunca sabré quien soy.
Ahora sé que no quiero saberlo.
Ahora comprendo que soy el potencial de ser aquello que me proponga.
Es muy difícil describir el resurgir de lo nuevo en una piel tan gastada. Es difícil contar a través de las palabras lo que no se ha experimentado antes hasta ahora, todas esas vivencias para las que no tienes ningún referente. Y sin embargo, saber que hay un hilo conductor que todo lo une. Que todo lo cambia. Es demasiado extraño. Tan raro. Es como una sensación de no límites
Y sin embargo, a cada momento todo es más y más fácil.
Empiezo a sentir cómo se diluyen los conceptos y los corsés de las cosas. A la vez que todo dolor cesa. Uno a uno. Poco a poco.
Se trastocó el desorden de las cosas y todo se va colocando en su sitio. Completando la compleja estructura de la perfecta arquitectura que es uno.
Es un muy despacito, un pequeñito gota a gota, que va formando entidad desde diferentes vertientes. Se ha ido transformando en un saltarín caudal, disfrutando y siendo cada parte del camino.
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