miércoles, 7 de octubre de 2015

Estrellita

Hace un momento, me disponía a llorar.
Y así, de repente, me he dado cuenta de que ya no disponía de más lágrimas. No es esto mala cosa, para dejar un pasado de madalena.
Así es que, visto que no lloro, mejor estreno cuaderno y bolígrafo de tinta removible.
Mientras no lloraba y recogía la mesa, evocaba la primera vez que ví el mar.
Descubro que la primera imagen con la que asocio el mar, no es éste en sí sino la que representa una sensación de emoción compartida.
El mar en forma de océano es Estrella. Se asoma por la ventana y contempla como rompen las olas oscuras del Atlántico durante toda la noche. Allí permanece. Eternamente. La silueta de su pequeño cuerpo recortada en el frente de la ventana por la luna.
El mar es el rostro de Estrella, intentando impregnarse de su ser para siempre.
No hubo palabras. Sólo intensidad. Y el sonido, el eco de un latir acuático que se acopla a los movimientos de cada corazón. Calma.
El mar está dentro de mi, pues es donde me origino.
Aunque, a veces, en mi rostro no sea muy evidente. Es porque puede que sea un pequeño ser que vivió hace millones de años.
Estrella es una gran mujer. Luchadora en extremo. Que mucho sufrió y soportó, pero al final venció. Es la fuerza del mar y del océano.

Quizás las historias, las personas, sólo don acontecer es que enseñan caminos de tu camino. Preciosos símbolos que nos guían.
Quizás esas lágrimas que hoy no tengo, sólo sean la forma dispersa en que se unen cielo, mar y tierra.
Quizás.


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