Creemos que les enseñamos. Y sin embargo, a veces, les mostramos sólo un mundo en el que manejarse por repetición.
Les transmitimos cosas que damos por supuestas y, quizás, ni nos hemos planteado nunca.
Ellos, son el fruto latente que posibilita todo lo nuevo. Universos en expansión en cada gesto de sus dedos.
Insistimos. Tercamente, en enseñarles. Fragmentos.
¿Qué cosas? ¿Sabemos cómo son realmente?.
Es la más hermosa aventura. Ellos, son nuestros grandes compañeritos de la vida.
Sin entender, que están aquí en su unicidad, cómo nosotros en la nuestra, para que aprendamos de ellos. Son los maestros. El potencial. Maestros del amor, que entregan a raudales, sin condición alguna. De dónde vienen. De dónde venimos.
Seamos siempre, con ellos.
Aprendamos todos.
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