Olor a tierra mojada,
Del fértil cuerpo,
Que el hambre de amar despierta.
Las horas.
De lecturas intrépidas,
De las pieles entre los infinitos pliegues,
De sábanas que todo lo descubren.
Repique de campanas,
En un celeste que se abre a un inmenso jardín de agua.
Y llega el sol.
Y entra.
Y todo lo llena.
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