Son tus rizos oscuros,
de sabor a sal y fresa,
los aledaños del sueño.
Es tu pequeño cuerpo,
una enorme fortaleza,
cincelada en alabastro.
Cuando sonríes,
toda una vida nace,
fecunda.
Y cuando descansas,
todo crece
y se torna florido.
Mi niño, mi compañero,
que me enseña a caminar,
en Él, todo el mundo es amar.
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