El arquero porta con honor en sus cueros cicatrices.
Cada una de ellas, el punto de inflexión sobre aquello que le hizo vulnerable.
Fue herido en diferente grado.
Enfrenta, tenaz, cada miedo.
Lo disuelve en la mente.
Gana.
Ágil, se centra, en su próximo objetivo.
Cada vez, es más liviano su arco y más repleta está su aljaba.
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