Acabo de darme cuenta que estoy en otra frecuencia. Quizás en varias.
Estaba a punto de meterme a saco en un bucle de pensamiento, de esos sin ton ni son, pero cuyo recorrido exacto conduce al sufrimiento.
Se me ha disparado la adrenalina y se me ha subido a la cabeza. Después, con tristeza me he dicho ¿qué haces? Tú no mereces esto.
De seguro que me he quedado con los brazos colgando. En fin.
Y he vuelto, al silencioso bullicio de la corriente de la vida.
La felicidad es el modo fundamental de vibración del alma, sólo que al pensar, nos desconectamos de la frecuencia precisa y se nos olvida que podemos retornar a ella.
Y he vuelto, al silencioso bullicio de la corriente de la vida.
La felicidad es el modo fundamental de vibración del alma, sólo que al pensar, nos desconectamos de la frecuencia precisa y se nos olvida que podemos retornar a ella.
Buscamos dentro algo in-concreto que llamamos niño interior y, quizás, es sólo eso: el estado fundamental de vibración de nuestra energía estructurada en materia.
Qué bueno saber volver, ¿no?
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