Hoy amaneció un cielo tan límpido y claro que parece hubiera olvidado la compleja anatomía de las lágrimas.
La luz se desliza ingrávida, coloreando las formas, despertando la pereza del invierno.
Me gusta despertar gustando tu sabor a pan recién horneado.
Pasear muy despacio con mis labios, a través de tus pendientes.
Y beber tu miel.
Volver a dormirme al sonido del mar de tu pecho.
Y regresar, sintiendo que lo primero que toca suelo es el roce de las alas.
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