De todos los caminos posibles, el único que conozco y en el que me siento bien, es el construido con pasos sabedores de estar haciendo lo que tienen que hacer, al dictado de lo que sale de mi pecho.
Muchas veces, me acobardo y me paro. Tomo aire y miro al cielo. Desde allí, siento el amor de todos los seres que me impulsan.
Entonces, vuelvo a pisar tierra firme y continuo caminando.
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