El frío se siente en la piel como un rápido vapor que se disipa.
En el camino, los pájaros construyen con sus cantos afilados rascacielos que se proyectan en ascenso hacia el desierto del cielo. Creciendo en picado, veloz, sin nubes que perforar.
Es tan sencillo dejarse llevar guiada por los pasos del amor combinados con caricias de sol entre los dedos.
Y me acerco a los iris, atraída por su húmeda belleza fragante.
Y mi mente aprende sus curvas.
Y todo su ser es caricia del alma.
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