Y dijo Dios:
- Hagasé la luz
Y sintió su esplendor en el barro de los hombres que había creado.
Hay hombres que ignoran que el fuego no es lugar para cocerse y después quedarse seco y quieto para siempre.
Que pararse no es la calma, que endurecerse es ser frágil.
El ser viviente se hizo estatua.
Y piensa que se rompe y estalla en pedazos. Se reúne y repega. Se dice que es resiliente.
Que un alma no es nada sin un cuerpo lleno de agua viva, que se modela y recrea a golpe de latido, el dulce lenguaje del fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario