La música brota.
De tu mente a las manos. Ágiles magas.
Por instantes, todo florece.
La vida se esparce. Sin medida.
En un acto irrepetible y continuo.
Los sentidos se deleitan.
El cuerpo se alegra.
Y el espíritu descansa. Inmerso en la paz de la belleza serena.
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