De las luces más sutiles está hecha la estructura que compone la materia.
Son pinceladas en los ojos, cuando atienden lo que miran.
Y se encienden en la mente.
Es entonces cuando se siente la infinita grandeza del geómetra divino.
Se siente la gratitud, por tener el privilegio de ser partícipe de tanta sutileza y belleza.
Está en todas partes.
Entornando un poco los ojos, cerrándolos. Está su presencia.
Es el descanso.
La vida.
La alegría.
Es lo que somos.
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