La música brota.
De tu mente a las manos. Ágiles magas.
Por instantes, todo florece.
La vida se esparce. Sin medida.
En un acto irrepetible y continuo.
Los sentidos se deleitan.
El cuerpo se alegra.
Y el espíritu descansa. Inmerso en la paz de la belleza serena.
lunes, 29 de febrero de 2016
domingo, 28 de febrero de 2016
Rinascimento
Siento la emoción de lo nuevo
Vibrando en la piel
Cuando en mi se derraman
Los colores del cielo.
Por mi eje asciende
La savia, la vida.
Despliego mi encanto
Sobre el horizonte.
Soy sólo un recuerdo
De la estrella azul
Que guía tu alma.
Lo real
De las luces más sutiles está hecha la estructura que compone la materia.
Son pinceladas en los ojos, cuando atienden lo que miran.
Y se encienden en la mente.
Es entonces cuando se siente la infinita grandeza del geómetra divino.
Se siente la gratitud, por tener el privilegio de ser partícipe de tanta sutileza y belleza.
Está en todas partes.
Entornando un poco los ojos, cerrándolos. Está su presencia.
Es el descanso.
La vida.
La alegría.
Es lo que somos.
A raros ratos
A raros ratos,
Las cosas se desvelan.
En la noche más obscura,
Se enciende la sonrisa
De la alta luna.
El titilante brillo de las estrellas
es sólo un reflejo
De tu forma de mirar.
Al escapar veloz
Por la almena del castillo
Con mucho de feliz
Y un poco apresurado.
Impregnado del aroma,
De tu cuerpo enamorado.
Galopando, grito
Al camino de las dunas de tu vientre.
Con sus blancos dedos aéreos
El alba me acuna
En mi solitario lecho.
Tenso las cuerdas
Del laúd dorado
Canto al universo
Recién peinado.
Nace de los besos
Brota de los labios.
Blancas y rosadas nieves,
Anteceden primaveras.
Son la savia de la vida
Que va despertando el cuerpo.
La conciencia del ciprés,
caminando muy despacio.
Se dirige hacia lo eterno.
Sobre el cielo se eleva.
____________________
Me regalas canciones
Y se convierten en flores
De mis dulces pensamientos.
Impregnada de tu esencia,
Del calor de tu regazo,
Sobre el arco de mis pies,
Todo se torna liviano.
Mi corazón se alborota
Al latir de lo que siento.
Son tus ojos la llama,
De la luz de mi candela
Y conducen esta vela,
Que va surcando la mar.
Las cosas se desvelan.
En la noche más obscura,
Se enciende la sonrisa
De la alta luna.
El titilante brillo de las estrellas
es sólo un reflejo
De tu forma de mirar.
Al escapar veloz
Por la almena del castillo
Con mucho de feliz
Y un poco apresurado.
Impregnado del aroma,
De tu cuerpo enamorado.
Galopando, grito
Al camino de las dunas de tu vientre.
Con sus blancos dedos aéreos
El alba me acuna
En mi solitario lecho.
Tenso las cuerdas
Del laúd dorado
Canto al universo
Recién peinado.
Nace de los besos
Brota de los labios.
Blancas y rosadas nieves,
Anteceden primaveras.
Son la savia de la vida
Que va despertando el cuerpo.
La conciencia del ciprés,
caminando muy despacio.
Se dirige hacia lo eterno.
Sobre el cielo se eleva.
____________________
Me regalas canciones
Y se convierten en flores
De mis dulces pensamientos.
Impregnada de tu esencia,
Del calor de tu regazo,
Sobre el arco de mis pies,
Todo se torna liviano.
Mi corazón se alborota
Al latir de lo que siento.
Son tus ojos la llama,
De la luz de mi candela
Y conducen esta vela,
Que va surcando la mar.
sábado, 27 de febrero de 2016
Rainbow
El arquero infatigable perfecciona los instrumentos de su arte.
Adapta su arco a su musculatura cambiante. A las estructuras de nuevas flechas, precisas para dejar al descubierto nuevos objetivos.
El arquero comienza a buscar. Comienza a hacerlo con los arcaicos mecanismos del pensamiento.
Es un avance arbóreo. Se aleja de lo concreto e intuye lo importante.
Entonces, encuentra. Se encuentra a si mismo.
El arquero es incansable.
Anhela un perfectísimo arco. Arco etérico que lo conduce, presto, al cielo.
En ese último instante, ese que ocupa el lugar de cualquier instante, se ancla a la tierra con todas las fuerzas de las que es capaz, hasta derramar el último aliento, para impulsarse más allá del cielo.
Sólo entonces, es música. Vibra con la armonía de acústicas ondas. Siente el abrazo de miliares de partículas de oro.
Es con la luz. La esencia.
Adapta su arco a su musculatura cambiante. A las estructuras de nuevas flechas, precisas para dejar al descubierto nuevos objetivos.
El arquero comienza a buscar. Comienza a hacerlo con los arcaicos mecanismos del pensamiento.
Es un avance arbóreo. Se aleja de lo concreto e intuye lo importante.
Entonces, encuentra. Se encuentra a si mismo.
El arquero es incansable.
Anhela un perfectísimo arco. Arco etérico que lo conduce, presto, al cielo.
En ese último instante, ese que ocupa el lugar de cualquier instante, se ancla a la tierra con todas las fuerzas de las que es capaz, hasta derramar el último aliento, para impulsarse más allá del cielo.
Sólo entonces, es música. Vibra con la armonía de acústicas ondas. Siente el abrazo de miliares de partículas de oro.
Es con la luz. La esencia.
viernes, 26 de febrero de 2016
Dos puntos
La contradicción desaparece cuando consigues no aferrarte a nada.
Ser supone contar tu propia historia como la realidad definitoria de los conceptos.
De paso, en los cruces de caminos, crear otros nuevos conceptos, para celebrar los sutiles matices de la metamorfosis de la vida.
Engrandecer la ingravidez del amor.
Ser.
Dos.
Los hoyuelos del rostro que provocan tu sonrisa.
Ser supone contar tu propia historia como la realidad definitoria de los conceptos.
De paso, en los cruces de caminos, crear otros nuevos conceptos, para celebrar los sutiles matices de la metamorfosis de la vida.
Engrandecer la ingravidez del amor.
Ser.
Dos.
Los hoyuelos del rostro que provocan tu sonrisa.
Con gotas de luz, se alumbra la noche
La lluvia cae
Esparce sus gotas
Chispitas de luz
Del tapiz sereno
Terciopelo obscuro
De la noche etérea.
La lluvia cae
Es vuelo de estrellas.
Te siento tan pleno
En mi aquietada alma.
Soy el fugaz reposo
Del venturoso vuelo
Orlado de besos
Susurros de viento.
La lluvia cae
La noche es serena
Mi alma es de agua
De lluvia de estrellas
Mi alma viajera
Contigo se aleja.
La grandeza de lo diminuto
al contacto con las seres, el agua revela su estructura íntima.
La sutileza y la elegancia de la geometría divina.
La belleza de la desnudez. Al aproximarse con la cercanía de la atención, se percibe la grandeza.
Resonadores de universos que se proyectan y posibilitan dentro de un pequeño microcosmos.
La sutileza y la elegancia de la geometría divina.
La belleza de la desnudez. Al aproximarse con la cercanía de la atención, se percibe la grandeza.
Resonadores de universos que se proyectan y posibilitan dentro de un pequeño microcosmos.
jueves, 25 de febrero de 2016
De sueños, ensueños, gatos y la luna
Anoche, en la cena, mi hermana me decía un poco perpleja que todo esto que está ocurriendo le parecía irreal. Como una especie de ensueño.
Mientras ella hablaba, me imaginaba la línea que hay entre dos estratos de terreno. El registro indeterminado del silencio. Donde, justo, se concibe y genera toda la metamorfosis posterior.
Con cierto apuro, me contó que había soñado la noche anterior que yo había muerto. Se enteró porque se lo habían dicho nuestro padre (ya fallecido) y nuestra madre (que no puede hablar).
Extraño.
Dicen que cuando alguien sueña que te mueres, si te lo cuenta, te alarga la vida siete años más.
No sé porqué me acordé de las siete vidas del gato.
Estuve a punto de decirle a mi hermana, que lo cierto es que ya estaba muerta, pero también viva, a la vez como el gato de Schrödinger. Exactamente desde el 25 de noviembre de 2014.
Me contuve. Bastante tenemos cada uno con lo nuestro.
Le comenté que la muerte en los sueños es un mero símbolo y no suele significar necesariamente la muerte del cuerpo físico. Representa cambios importantes.
- Ojalá sea eso, contestó, y encuentres pronto trabajo.
Los sueños.
Allí donde la mente se expresa libremente, construyendo, siempre imposibles que son reales. En el sueño.
En el silencio de dos estratos o superficies continuas, la realidad se hace múltiple y se torna con cualidades oníricas.
Los ensueños.
Anoche, ensoñaba que era un niña. Me lo decía a misma desde mi conciencia.
Por mi manera aparentemente ingenua de ver el mundo. Y si: por fijarme en el lado bueno de las cosas y centrarme en él.
Lo hago, precisamente, porque conozco el otro y es el puto infierno.
Bendita niñez.
Ahí termino estas líneas, con una instantánea de la niñez.
Jose, Conchi, Rocío, Juli y Cayo.
Soy esa niña, pero no soy ese instante
¿O si?
¿Existe sólo la luna para quien la observa?
Mientras ella hablaba, me imaginaba la línea que hay entre dos estratos de terreno. El registro indeterminado del silencio. Donde, justo, se concibe y genera toda la metamorfosis posterior.
Con cierto apuro, me contó que había soñado la noche anterior que yo había muerto. Se enteró porque se lo habían dicho nuestro padre (ya fallecido) y nuestra madre (que no puede hablar).
Extraño.
Dicen que cuando alguien sueña que te mueres, si te lo cuenta, te alarga la vida siete años más.
No sé porqué me acordé de las siete vidas del gato.
Estuve a punto de decirle a mi hermana, que lo cierto es que ya estaba muerta, pero también viva, a la vez como el gato de Schrödinger. Exactamente desde el 25 de noviembre de 2014.
Me contuve. Bastante tenemos cada uno con lo nuestro.
Le comenté que la muerte en los sueños es un mero símbolo y no suele significar necesariamente la muerte del cuerpo físico. Representa cambios importantes.
- Ojalá sea eso, contestó, y encuentres pronto trabajo.
Los sueños.
Allí donde la mente se expresa libremente, construyendo, siempre imposibles que son reales. En el sueño.
En el silencio de dos estratos o superficies continuas, la realidad se hace múltiple y se torna con cualidades oníricas.
Los ensueños.
Anoche, ensoñaba que era un niña. Me lo decía a misma desde mi conciencia.
Por mi manera aparentemente ingenua de ver el mundo. Y si: por fijarme en el lado bueno de las cosas y centrarme en él.
Lo hago, precisamente, porque conozco el otro y es el puto infierno.
Bendita niñez.
Ahí termino estas líneas, con una instantánea de la niñez.
Jose, Conchi, Rocío, Juli y Cayo.
Soy esa niña, pero no soy ese instante
¿O si?
¿Existe sólo la luna para quien la observa?
De tu pequeño afluente
Nunca llegamos a hacer ese viaje, madre.
Ese que nos iba a
reencontrar desde destinos diferentes. Para celebrar.
Es hacia otras
geometrías de la vida hacia las que convergemos.
Algunos aprendizajes son de una extremada dureza.
En este instante, el mayor de los deseos, destinado
al genio de mi lámpara interior, es pedir que no sufras ni padezcas. No
más. Por favor.
Noto lo mucho que te alegras cuando estamos juntas y me miras a los ojos. Así,
las dos juntitas, emergiendo de las mismas aguas.
Madre, quiero que sepas que he conseguido recuperarme.
Todo ese daño de la enfermedad a tu cerebro y a tu cuerpo. Tu necesidad de firmes puntos de apoyo, me ha
ayudado a ser mucho más fuerte.
Aunque hay instantes, como éste, en que
necesito desahogarme. Me anclo un momento, para soltar el lastre del
dolor.
Es una sensación de impotencia muy grande, madre: no se pude sujetar el agua
entre las manos, se escurre. Se marcha.
Ese viaje que no hicimos, me cogió haciendo los primeros
esbozos de otra vida. Construida sobre el
estrato sedimentario de todo lo anterior.
Este tiempo de silencio. Espacio vacío entre potencias de mundos caídos y por
emerger. Plano que separa y da continuidad, a la vez.
El día anterior, al de ese viaje fallido, caminaba, por el Paseo del Prado.
Acababa de firmar el último papel de mi proceso de
separación. E iba desde Gran Vía hacía el museo.
Y me preguntaba, cómo me sentía.
No era una sensación
de liberación. Estaba aún rumiando la
sensación de fracaso.
Seguía sin poder comprender qué coño
había estado haciendo durante tanto tiempo. Que pasó para llegar a convertirme en una
ruina. A qué había reducido mi ser.
El puzzle se termina completando. Y las respuestas encuentran
su lugar, a su debido momento.
¿Sabes una cosa, madre?
Creo que nunca te lo he dicho.
Lo peor del mundo no es que te insulten. Ni que te traicionen. Ni que se porten mal
contigo y, además, te digan que te lo mereces. No. Lo más malo que le puede ocurrir a un ser,
es perder la dignidad. Traicionarse a sí mismo. Perderse el respeto.
Te cuento esto, porque me has visto y has estado conmigo todos
estos meses de duelo que llevo viviendo con vosotros.
No lloraba por separarme. No.
Todos esas miles de lágrimas eran para limpiar mi alma. Una
ancha vía de apertura para ser penetrada por la verdad de las cosas.
Y Caminaba. En en ese
instante, breve y fijado para siempre. Me perdonaba.
Sentía una mezcla rara, indescriptible. De avance.
Pensaba, en que iba a ver a
Raquel. Que iría, por fin, al cine, a la Plaza de los Cubos por la tarde.
Que podría ser lo que quisiese, de nuevo.
Entonces, la llamada.
Tu cerebro sangraba.
Todo lo pensado, carecía de sentido. Y mis pies, como un
autómata, me condujeron a Atocha. Para sacar un billete para un tren
que me iba a reunir contigo antes de lo previsto.
En otras orillas.
Estuviste al otro lado. Pero volviste.
Y no es lo mismo.
El caso, es que nunca es lo mismo.
A veces, las
metamorfosis se aceleran, como un volcán o un terremoto.
De cómo voy ahora, no te digo nada madre: ya lo sabes en lo
que hago y en lo que sientes.
Madre, eres la nota de cordura de mi vida.
Tardé en entenderlo: pero así es.
Sólo quiero decirte que te amo.
Somos gotas del mismo río.
Discurre rápido y se escurre entre las manos.
Hace cosquillas en el vientre del amado.
Llora y se esconde, para después dar saltos de la alegría.
Abarca con un abrazo sus pequeños afluentes
Agua que corre.
Agua para beber.
Agua.
miércoles, 24 de febrero de 2016
Quelques mots pour la pluie
Leo.
Siento traviesas cosquillas.
Y de alguna manera , a través de las palabras que nacieron
de otra mente, me siento muy cerca de tu mente. De ti.
Pienso.
Naciendo, luego de la
muerte, para volver a la vida. Al instante. Ese único momento en que toda la
creación acontece en simultaneidad.
El resplandor de la grandeza.
El sentido justo del movimiento.
Paro.
Ahí siguen. Esas incógnitas que antes abrumaban. Se disipan.
Cada vez me suscitan menos interés los porqués. Esos que
lejos de cuestionarse nada como algo nuevo,
imponen su absurda lógica como respuesta.
Preguntas que desaparecen cuando se enfrenta el miedo que hay
detrás de las mismas.
Miedos que desaparecen cuando entiendes que no tienes tiempo
con el que ocuparlos.
Aprendo.
Pongo voz a los silencios.
El descanso a las palabras.
Atiendo.
Miro dentro de tus ojos.
Adivino los paisajes de la compleja geografía
de la vida. La que comprende tu viaje.
Iris de marcados senderos. A veces, con islitas de tristeza.
Se percibe el dolor compañero.
Se mezcla con la alegría de la orbe celestial.
Es la redondez de la existencia.
La gravedad. El peso.
Representados por los cuerpos que fueron y nos
dejaron.
Esas cosas que no dijimos. Lo que dijimos de más.
Aquello
que hicimos mal. Eso otro que obviamos.
Todo puede modificarse. Sólo hay que atreverse a seguir
construyendo.
Porque también sabemos hacer bien.
De obra y el pensamiento.
Llenamos los espacios con lo hermoso y lo bueno.
Abandonamos el miedo.
Aceptamos los errores necesarios.
Consciencia.
La llama prendida, para dar lumbre al camino que
queda.
Es lo más elevado.
Surtout.
La belleza desnuda es la maravilla del contraste.
El destello del amor brota, dibuja una dulce sonrisa. Saluda. Flota.
Continuidad.
Imagino tus manos sosteniendo
un libro abierto.
Se modifica toda la química de mi cuerpo.
Siento
las modificaciones físicas de tu mente en mi piel.
Modificaciones
que perforan el tiempo y el espacio.
Pendularmente.
El Péndulo
¿Cómo se puede pasar una vida buscando la Ocasión, sin darse
cuenta de que el momento decisivo, que justifica el nacimiento y la muerte, ya
ha pasado? No regresa, pero ha sucedido,
es irreversiblemente pleno, deslumbrante, generoso como toda revelación.
Aquel día Jacopo Belbo se había encontrado con la Verdad, y la había mirado a los ojos. La única que le sería concedida, porque la verdad que estaba aprendiendo le
revelaba que la verdad es brevísima (el resto, sólo es comentario). De ahí su esfuerzo por domar
la impaciencia del tiempo.
Desde luego, no lo comprendió en aquel momento.
Tampoco cuando trataba de describirlo, ni cuando decidía renunciar a la
escritura.
Lo he comprendido yo esta noche: el autor debe morir para que el lector
descubra su verdad.
Umberto Eco
Estructuras de artificio superpuestas
El hombre sedentario se paró a pensar.
E inventó el tiempo.
Lo superpuso al espacio de su trabajo. De tal manera que tiene la ilusión de ganarlo o perderlo a cada paso.
E inventó el tiempo.
Lo superpuso al espacio de su trabajo. De tal manera que tiene la ilusión de ganarlo o perderlo a cada paso.
martes, 23 de febrero de 2016
Entremeses
Tempranitos campos
Se cubren de escarcha.
Las nieves anhelan
Sus cumbres medianas.
Justiciero sol
Templa el firme paso.
Domina el damero
El tropel dorado.
Del vientre de la tierra
Y la rama dormida.
Bulliciosa late
Floreciente vida.
Eclosiona el ser
Nace y esplende.
La luna atrae
La sal de la vida.
Sirena del alba
El pez que camina.
Cambio la materia
Con el pensamiento.
Compongo momentos
Desde el sentimiento.
Miro las estrellas
Sentada en tus ojos.
Tu cuerpo es el refugio
De mi descanso.
Donde crezco
Y reverdezco.
Éste, que fue mar, interno.
Se cubren de escarcha.
Las nieves anhelan
Sus cumbres medianas.
Justiciero sol
Templa el firme paso.
Domina el damero
El tropel dorado.
Del vientre de la tierra
Y la rama dormida.
Bulliciosa late
Floreciente vida.
Eclosiona el ser
Nace y esplende.
La luna atrae
La sal de la vida.
Sirena del alba
El pez que camina.
Cambio la materia
Con el pensamiento.
Compongo momentos
Desde el sentimiento.
Miro las estrellas
Sentada en tus ojos.
Tu cuerpo es el refugio
De mi descanso.
Donde crezco
Y reverdezco.
Éste, que fue mar, interno.
lunes, 22 de febrero de 2016
Mañanita
El oro del sol laborioso
Con tu presencia se inflama
Para calentar la piel
Y ser el brillo que emanas.
Frondoso espíritu florido
Guía transeúnte y calma
Cómplice de atardeceres
Que deleitan la mirada.
Haces mieses meciéndose
En el fondo de mi halda.
Promesa de pan alegre
Horneado mientras bailas.
Crece alto y huele rico
Sacia el hambre de mañana.
Con tu presencia se inflama
Para calentar la piel
Y ser el brillo que emanas.
Frondoso espíritu florido
Guía transeúnte y calma
Cómplice de atardeceres
Que deleitan la mirada.
Haces mieses meciéndose
En el fondo de mi halda.
Promesa de pan alegre
Horneado mientras bailas.
Crece alto y huele rico
Sacia el hambre de mañana.
Sobre líneas de lectura
Es un deleite pasear por las líneas del trapecio.
A pocos, descubres, que el viaje es más divertido cuando eres el artífice de tus propias cuerdas y te desenvuelves en el punto justo de tensión y de soltura, adecuados a tu peso.
Cuando era niña, algunos veranos, venía al pueblo un feriante que hacía una atracción en la cuerda floja.
Lanzaba un grueso cable de acero desde lo alto de la Torre gorda, hasta el tejado de una de las casas que hay enfrente de la iglesia. Hacía un espectáculo de equilibrio.
Rompía con la rutina del perezoso quehacer cotidiano de la vida del pueblo. Y por unos días, modificaba el paisaje, introduciendo un "punctum", una línea de emoción.
Desde el paseo de Torre gorda, comenzaba a caminar sobre la cuerda, a pelo, con una larga pértiga en sus manos. Y así, el funambulista nos ofrecía la metáfora de la vida y la muerte. Dos nombres para una misma cosa.
Si no caigo, sigo avanzando sobre la vida. A decenas de metros del suelo. Si caigo, se acaba todo, pero con la adrenalina a tope, hasta el último momento.
No sé si es por este recuerdo, por el que siento tanta simpatía por los acróbatas del aire.
O, sin más, por el extrañamiento que produce ver a un animal terrestre, sin alas, hacer piruetas por los cielos.
Sea por lo que fuere, hace años, cuando me preguntaban que quería ser de mayor, respondía que artista del alambre.
Y es que, en ocasiones, uno debe escucharse y hacer un poco de caso, a lo que tanto repite.
A pocos, descubres, que el viaje es más divertido cuando eres el artífice de tus propias cuerdas y te desenvuelves en el punto justo de tensión y de soltura, adecuados a tu peso.
Cuando era niña, algunos veranos, venía al pueblo un feriante que hacía una atracción en la cuerda floja.
Lanzaba un grueso cable de acero desde lo alto de la Torre gorda, hasta el tejado de una de las casas que hay enfrente de la iglesia. Hacía un espectáculo de equilibrio.
Rompía con la rutina del perezoso quehacer cotidiano de la vida del pueblo. Y por unos días, modificaba el paisaje, introduciendo un "punctum", una línea de emoción.
Desde el paseo de Torre gorda, comenzaba a caminar sobre la cuerda, a pelo, con una larga pértiga en sus manos. Y así, el funambulista nos ofrecía la metáfora de la vida y la muerte. Dos nombres para una misma cosa.
Si no caigo, sigo avanzando sobre la vida. A decenas de metros del suelo. Si caigo, se acaba todo, pero con la adrenalina a tope, hasta el último momento.
No sé si es por este recuerdo, por el que siento tanta simpatía por los acróbatas del aire.
O, sin más, por el extrañamiento que produce ver a un animal terrestre, sin alas, hacer piruetas por los cielos.
Sea por lo que fuere, hace años, cuando me preguntaban que quería ser de mayor, respondía que artista del alambre.
Y es que, en ocasiones, uno debe escucharse y hacer un poco de caso, a lo que tanto repite.
domingo, 21 de febrero de 2016
Soul
La soledad buscada es un exquisito placer . Escondido.
Es la calma.
Es el momento de sentir la plenitud.
Notar la vida recorriendo el cuerpo y extendiéndose más allá de sus límites.
Al cerrar los ojos, desdibujar los contornos de los sentidos.
Crear así continuidad.
Cada pequeño hallazgo, un precioso regalo.
Cada pausa, una transición de potencia a potencia.
Concentrarse, en toda la esencia, para poder penetrar todas las capas de la apariencia.
Afuera, la furia del viento que arrastra el tardío invierno. A duras penas.
Dentro. La noche. La noche serena.
Dulce preámbulo, antecede al sueño.
Es la calma.
Es el momento de sentir la plenitud.
Notar la vida recorriendo el cuerpo y extendiéndose más allá de sus límites.
Al cerrar los ojos, desdibujar los contornos de los sentidos.
Crear así continuidad.
Cada pequeño hallazgo, un precioso regalo.
Cada pausa, una transición de potencia a potencia.
Concentrarse, en toda la esencia, para poder penetrar todas las capas de la apariencia.
Afuera, la furia del viento que arrastra el tardío invierno. A duras penas.
Dentro. La noche. La noche serena.
Dulce preámbulo, antecede al sueño.
Propileos
¿Acaso necesitan entrada los dioses?
Ni siquiera lo muy duradero se aproxima a lo eterno.
El anclaje a las piedras de la tierra es el servicio al hombre y el olvido de la verdadera grandeza.
sábado, 20 de febrero de 2016
Gastadas botas del camino
Aconteceres.
De duro golpear.
Fatales.
La razón deja de tener su espacio.
Indeterminados silencios.
Crece la consciencia.
Sientes la continuidad.
La metamorfosis de la vida en cada plano en que se proyecta.
Te conduces.
Eres guía.
Desde lo más hondo hacia ignotos caminos.
Nada es igual.
Cambias de percepción.
Continuamente. Y se modifica lo que sucede a cada pequeño nuevo paso.
Vas sumando.
Unos cuantos buenos trechos.
Sin necesidad de espejos.
Sólo el barro del camino.
Una tonada inventada.
Roja rosa en la solapa
y la sonrisa enamorada.
De duro golpear.
Fatales.
La razón deja de tener su espacio.
Indeterminados silencios.
Crece la consciencia.
Sientes la continuidad.
La metamorfosis de la vida en cada plano en que se proyecta.
Te conduces.
Eres guía.
Desde lo más hondo hacia ignotos caminos.
Nada es igual.
Cambias de percepción.
Continuamente. Y se modifica lo que sucede a cada pequeño nuevo paso.
Vas sumando.
Unos cuantos buenos trechos.
Sin necesidad de espejos.
Sólo el barro del camino.
Una tonada inventada.
Roja rosa en la solapa
y la sonrisa enamorada.
viernes, 19 de febrero de 2016
Madre agua
De las entrañas del fuego del desierto, surgió una extraña niña.
Soñaba con ser de agua.
Su espíritu, era el océano profundo.
Excavó, paciente, la roca madre. Así, fue los contenidos límites de un cristalino pozo.
Su naturaleza era extremada. Pronto, ascendió al firmamento, elevándose, como un poderoso torrente de color de nubes. Rápidas viajeras de luz, al recorrer la vida.
Es manantial paciente, desde las altas cimas. Habita cada célula de agua viva.
Es la potencia de todas las cosas. El lugar donde se cristalizan los deseos.
Hay momentos en los que convergen los deseos, los sueños con el sentir de lo real.
Un día, apreció exultante, a orillas del mar. El día que se hizo mujer.
Avanza.
Es la serenidad y la belleza.
Siempre desnuda.
Entregada al viento.
Soñaba con ser de agua.
Su espíritu, era el océano profundo.
Excavó, paciente, la roca madre. Así, fue los contenidos límites de un cristalino pozo.
Su naturaleza era extremada. Pronto, ascendió al firmamento, elevándose, como un poderoso torrente de color de nubes. Rápidas viajeras de luz, al recorrer la vida.
Es manantial paciente, desde las altas cimas. Habita cada célula de agua viva.
Es la potencia de todas las cosas. El lugar donde se cristalizan los deseos.
Hay momentos en los que convergen los deseos, los sueños con el sentir de lo real.
Un día, apreció exultante, a orillas del mar. El día que se hizo mujer.
Avanza.
Es la serenidad y la belleza.
Siempre desnuda.
Entregada al viento.
jueves, 18 de febrero de 2016
La llama
Sofía duerme. Descansa sobre mi regazo.
Es una bebé diosa.
Huele a leche.
Y es más suave que los pétalos de una rosa.
Reinventa gestos con sus diminutas manos.
Con ellos define toda una humanidad erguida.
Duerme y fluye.
En la calma del manantial que la acoge.
¿Cómo son los sueños de un ángel nuevo?
Calorcito con calor, se hace más alta la llama.
Es una bebé diosa.
Huele a leche.
Y es más suave que los pétalos de una rosa.
Reinventa gestos con sus diminutas manos.
Con ellos define toda una humanidad erguida.
Duerme y fluye.
En la calma del manantial que la acoge.
¿Cómo son los sueños de un ángel nuevo?
Calorcito con calor, se hace más alta la llama.
Negro no es un color
Gustamos de construir hermosos paisajes, con las palabras.
Edificios acústicos, que se explayan extendiéndose por todo
el espacio.
Radiantes historias contadas con la punta de un pincel
Y, sin embargo, el sentir pleno ocurre sólo en el obscuro
terciopelo de la nada.
De cabeza
No es cuestión de perspectiva.
Ni de cambiar el punto de vista usual.
Ni de modificar la altura de miras.
Es puro divertimento.
miércoles, 17 de febrero de 2016
Surrealismos
I.
El cielo, conmigo, llovía.
Sin poder ayudarme a encontrar el sentido perdido.
Cogí el portante.
Y me fui.
A morir la ficción de una geometría intercambiable.
Sin añorar lo que no tuve.
II.
Aun hay veces que vivo el ingrávido espacio del llanto de las nubes.
En el mar de mi descanso.
Conformarse
Avanzo.
La cercanía construye la evocadora apariencia difusa.
Adentro.
Luz sin sombra.
Exenta de puntos de fuga.
Se concreta el color de un universo.
Naciente. A cada paso.
Para poblarlo de besos.
martes, 16 de febrero de 2016
Sin reflejo
Aprendo a ver algunas cosas,
tras las palmas de las manos.
Aprendo a mirar el mundo,
como un niño sin espejo.
Poco aprendo si no habito,
este mar que llevo dentro.
tras las palmas de las manos.
Aprendo a mirar el mundo,
como un niño sin espejo.
Poco aprendo si no habito,
este mar que llevo dentro.
Tarde de juego
Aprendo mientras juego.
Y juego a que aprendo.
Soy el alumno.
Soy el maestro.
Así soy yo.
Así construyo.
Así crezco.
Y juego a que aprendo.
Soy el alumno.
Soy el maestro.
Así soy yo.
Así construyo.
Así crezco.
Eight
De forma discreta, aparto las sombras del día.
Y por un instante siento que crezco la luz del momento. Se entretiene modelando la redondez infantil de tu rostro, que recorro con mis besos.
La vida se torna hermosa, al llenarse de tu presencia.
Me pierdo en el orbe de tus diminutas pecas. Sintiéndote.
Caminamos.
En silencio.
Descubriendo.
Pensando las palabras.
Y por un instante siento que crezco la luz del momento. Se entretiene modelando la redondez infantil de tu rostro, que recorro con mis besos.
La vida se torna hermosa, al llenarse de tu presencia.
Me pierdo en el orbe de tus diminutas pecas. Sintiéndote.
Caminamos.
En silencio.
Descubriendo.
Pensando las palabras.
lunes, 15 de febrero de 2016
Ora
Vivo un recuerdo presente permanente. Más real que ninguno de mis más hermosos sueños.
Con frecuencia me aferro a la idea de mi inconsistente forma. Tan fugaz.
Siento tu espíritu. Permanece con mi espíritu y lo esplende.
A veces, no me doy cuenta, te hablo y te pienso cómo si aun formases parte de este recuerdo mío de ahora. Con tu propia forma que reconoce la mía. El estar juntos, así, cuerpo a cuerpo.
Sé que nada de esto tiene importancia y todo se diluirá en la nada, cuando este recuerdo acabe.
Más no por ello dejo un sólo instante de echar en falta tu alegría, la mirada de tus hermosos ojos y la sensación de tocarte. Emocionarme contigo. Y tu risa.
Existe la misma distancia del suelo al cielo. Esa que, si se quiere, se marca en el fondo del ombligo.
Intuyo lo que no sé.
Sólo comprendo lo que padezco y siento.
Recuerdo.
Hombres.
Mujeres.
Valientes.
Ingobernables.
Desobedientes.
Demiurgos.
Con frecuencia me aferro a la idea de mi inconsistente forma. Tan fugaz.
Siento tu espíritu. Permanece con mi espíritu y lo esplende.
A veces, no me doy cuenta, te hablo y te pienso cómo si aun formases parte de este recuerdo mío de ahora. Con tu propia forma que reconoce la mía. El estar juntos, así, cuerpo a cuerpo.
Sé que nada de esto tiene importancia y todo se diluirá en la nada, cuando este recuerdo acabe.
Más no por ello dejo un sólo instante de echar en falta tu alegría, la mirada de tus hermosos ojos y la sensación de tocarte. Emocionarme contigo. Y tu risa.
Existe la misma distancia del suelo al cielo. Esa que, si se quiere, se marca en el fondo del ombligo.
Intuyo lo que no sé.
Sólo comprendo lo que padezco y siento.
Recuerdo.
Hombres.
Mujeres.
Valientes.
Ingobernables.
Desobedientes.
Demiurgos.
El viaje de Héctor
La sabiduría de verdad consiste en poder prescindir de este paisaje y no dejar de ser el mismo en el fondo de un pozo. Pero hay que admitir que no es tan fácil.
François Lelord
domingo, 14 de febrero de 2016
Honey
Tus labios descubren mi pecho.
Sutiles recorren su palpitar.
Agitadas olas en el mar de tu presencia.
Hábiles manos tensan el arco de tu espalda.
Sentir. Plenamente.
Tú cálido torrente encuentra mi remanso.
Dulce discurrir tu miel en mi cuerpo.
Ambrosía dorada se funde en mi humedad.
Elevarme en tu lengua.
Impregnada de tu esencia.
Maná del ser.
Vida.
Tus pies recorren los secretos de mi piel.
Describiendo trayectorias
En las honduras del alma.
Sutiles recorren su palpitar.
Agitadas olas en el mar de tu presencia.
Hábiles manos tensan el arco de tu espalda.
Sentir. Plenamente.
Tú cálido torrente encuentra mi remanso.
Dulce discurrir tu miel en mi cuerpo.
Ambrosía dorada se funde en mi humedad.
Elevarme en tu lengua.
Impregnada de tu esencia.
Maná del ser.
Vida.
Tus pies recorren los secretos de mi piel.
Describiendo trayectorias
En las honduras del alma.
The archer
¡Apuntenmé, palabras!
Baldío intento será el suyo.
Errado el tiro de su afilada flecha.
Hay quienes piensan encontrarme.
Otras voces, dicen, que soy yo quien los hallo.
¿Acaso creen que soy la anestesia de la fiesta de los excesos?
Vaciados de dudas.
Desnudos de miedo.
La mente silente de pensamiento.
Vibraremos al unísono.
Creciendo en lo más alto, todo cambiaremos.
Es nuestra naturaleza.
Calor de la más elevada llama.
Fuego de luz. Sin espacio. Sin tiempo.
Génesis de todo lo visible.
Y de todo lo invisible.
¿Qué es un abrazo por una eternidad juntos?
A cada instante, en cada abrazo naciente, el mundo responde.
Todos esos abrazos que construimos, desde el otro lado.
Fuerza. La más poderosa fuerza.
Cohesiona y mueve la estructura del universo.
El sentir.
El sentido.
Baldío intento será el suyo.
Errado el tiro de su afilada flecha.
Hay quienes piensan encontrarme.
Otras voces, dicen, que soy yo quien los hallo.
¿Acaso creen que soy la anestesia de la fiesta de los excesos?
Vaciados de dudas.
Desnudos de miedo.
La mente silente de pensamiento.
Vibraremos al unísono.
Creciendo en lo más alto, todo cambiaremos.
Es nuestra naturaleza.
Calor de la más elevada llama.
Fuego de luz. Sin espacio. Sin tiempo.
Génesis de todo lo visible.
Y de todo lo invisible.
¿Qué es un abrazo por una eternidad juntos?
A cada instante, en cada abrazo naciente, el mundo responde.
Todos esos abrazos que construimos, desde el otro lado.
Fuerza. La más poderosa fuerza.
Cohesiona y mueve la estructura del universo.
El sentir.
El sentido.
sábado, 13 de febrero de 2016
Lo que parece
Sombras modelando lo que es. Expresión de continuidad. Compleja naturaleza la de la luz al encontrarse con la materia.
Alta vibración que desciende y se une a la leve vibración de las masas.
Mala ciencia es la que aparta su mirada del arte. Y no comprende la realidad como una totalidad.
Tras los muros de los museos, quizás en las habitaciones de preciosos libros ilustrados, en los dibujos de los niños, se encuentra la ilusión del espacio.
La génesis de los conceptos manifestados a través de diferentes medios. Cuentan su propia historia.
La invención de un tiempo que siempre es distinto: el séptimo grado de libertad.
Dicen que si miras largo rato una obra de arte, te trasladas y te adentras en el tiempo que representa. Y te desvinculas del propio. Yo diría que depende de donde tu estés dispuesto a llegar.
Resonancias.
Te desvinculas de tu tiempo cada vez, por ejemplo, que lees un hermoso libro.
Siento una gran ternura por él.
Siempre veo lucidez, muchísima luz, los momentos de esplendor de su mente.
Impregna todo de su esencia, más allá de toda razón.
La historia nos habla de su locura.
Él procuró hablar mucho más y más claro. Para quien quiera verlo y charlar con él un rato.
La mala historia que nos habla de su locura, cunado no se percibe una sola sombra en sus obras.
Te adentras en la noche. Dejas de ser algo concreto para ser así cualquier elemento.
Desvinculado, suelto. Siete grados de libertad para reconstruir algo nuevo.
Ingrávida cosa es la gravedad.
Pinceladas de grandeza.
La ilusión de la materia.
¿Ondas que gravitan?
Es la naturaleza de la luz.
Sólo hay partículas de luz.
Que, a veces, la mente unifica.
De sol
Cargada de lluvia dispersa,
Su informe copa enmarañada.
Plata vieja entreverada.
Ocupa los intersticios del instante
Mecida al rumor aéreo.
El sonido de un expectante escenario.
Habla de un invierno que no ha sido
Que busca manifestarse en los elementos
Desarrollarse en su pátina de quietud.
Apresurado, tras su pereza y descuido.
Dialoga con los seres y las cosas.
Al fondo, la paciencia, el tapial.
Le acompaña el frondoso acanto.
Muestra la clave de su voluptuosa belleza.
Imparable afán de perpetuarse.
Lustrosa cascada aérea.
Pasa.
La furia del viento.
Sobre la vida sin sombras.
Como un ensueño de volúmenes difusos.
Planos de fenómenos superpuestos.
Extraña amalgama.
El viento.
Sacude las superficies: ¡despierta!
Los ojos abiertos.
El jardín preñado, se entrega a la humedad.
La casa sosegada.
Silente cadencia estructurada en símbolos.
Aromas de una presencia.
Evidente y firme.
Añoro tu calor y tu oro.
La profundidad de la caída hacia el remanso de tu calma.
La caricia de tus manos de luz blanca.
La suavidad de tus besos que se encienden en mi cara.
Soy de sol.
Desarropado.
Abandonadas telas henchidas de viento.
Soy de azul.
Soy movimiento.
Su informe copa enmarañada.
Plata vieja entreverada.
Ocupa los intersticios del instante
Mecida al rumor aéreo.
El sonido de un expectante escenario.
Habla de un invierno que no ha sido
Que busca manifestarse en los elementos
Desarrollarse en su pátina de quietud.
Apresurado, tras su pereza y descuido.
Dialoga con los seres y las cosas.
Al fondo, la paciencia, el tapial.
Le acompaña el frondoso acanto.
Muestra la clave de su voluptuosa belleza.
Imparable afán de perpetuarse.
Lustrosa cascada aérea.
Pasa.
La furia del viento.
Sobre la vida sin sombras.
Como un ensueño de volúmenes difusos.
Planos de fenómenos superpuestos.
Extraña amalgama.
El viento.
Sacude las superficies: ¡despierta!
Los ojos abiertos.
El jardín preñado, se entrega a la humedad.
La casa sosegada.
Silente cadencia estructurada en símbolos.
Aromas de una presencia.
Evidente y firme.
Añoro tu calor y tu oro.
La profundidad de la caída hacia el remanso de tu calma.
La caricia de tus manos de luz blanca.
La suavidad de tus besos que se encienden en mi cara.
Soy de sol.
Desarropado.
Abandonadas telas henchidas de viento.
Soy de azul.
Soy movimiento.
viernes, 12 de febrero de 2016
En la calle real
Es una mujer de presencia discreta y muy menuda.
Al cruzarnos en la calle, la he rebasado sin reparar en
ella. Sólo he percibido los últimos sonidos de su adiós.
Entonces, si, he reconocido su dulce voz.
Me he girado y nos hemos parado. Le he pedido disculpas por
no contestarla al tiempo. Por el desfase, vaya.
Ella, se ha interesado por el estado de salud de mi madre. Justo, venía de visitarla.
A groso modo le he contado cómo se encuentra.
Mientras hablaba con ella, ha habido un momento
en que me parecía ver su rostro con una luz propia muy difuminada. Sin expresión de su edad. Sus rubios cabellos,
brillantes. Más, lloviznaba. Qué sensación más rara. Es un poco así como si la
viese como cuando éramos niñas. Pero no. No era una imagen de un recuerdo idealizado superpuesto. Es como
es ella: Maribel.
Hablábamos de la vida. De su hermosura, cuando la aceptas
como es.
Entonces, al despedirnos, ha dicho unas palabras que me han gustado
mucho.
Somos imperfectos. Por eso erramos. Por eso enfermamos. Por eso todo.
Somos imperfectos.
Chapeau!
Por eso, buscamos. Incansablemente.
Si por fortuna, encontramos la rueda que todo lo mueve, nos
fijamos en ella.
O dibujamos incansablemente círculos, con centro en el ombligo.
jueves, 11 de febrero de 2016
Blanco jardín
Siento.
Tu frágil equilibrio.
La ternura que emanas.
Lo intento.
Una vez más.
Hablo.
No es el medio.
Sólo son palabras para apelar tu memoria.
La memoria.
¿Acaso tiene un dónde?
Lo intento.
Aceptar.
El ser no se reduce a los límites del cuerpo.
No empieza ni termina.
Adentrarse, lentamente, en la suavidad de la piel.
Queriendo inventar un tiempo extenso y elástico.
Prolongar la idea de tu contacto.
Recorrerte sin rozarte siquiera.
Una caricia al mirar.
Hablamos.
De dentro a dentro.
Sentirse. Así, unidas.
Como las niñas que somos.
Aprendiendo el camino al trazar este nuevo viaje.
Dando gracias por la vida.
Nos alimenta, nos recorre.
Tan cerca de la esencia.
Mano con mano.
Mi fuerza es tu fuerza.
Es la fuerza.
Escuchas mi canto. Serena en tu jardín.
De flores de blanco nácar y fuentes puras de alabastro.
Mientras crecen las palabras,
Vamos a regar los besos.
Lluvia que cae, sutil.
El viento nos lleva.
Lejos.
Tu frágil equilibrio.
La ternura que emanas.
Lo intento.
Una vez más.
Hablo.
No es el medio.
Sólo son palabras para apelar tu memoria.
La memoria.
¿Acaso tiene un dónde?
Lo intento.
Aceptar.
El ser no se reduce a los límites del cuerpo.
No empieza ni termina.
Adentrarse, lentamente, en la suavidad de la piel.
Queriendo inventar un tiempo extenso y elástico.
Prolongar la idea de tu contacto.
Recorrerte sin rozarte siquiera.
Una caricia al mirar.
Hablamos.
De dentro a dentro.
Sentirse. Así, unidas.
Como las niñas que somos.
Aprendiendo el camino al trazar este nuevo viaje.
Dando gracias por la vida.
Nos alimenta, nos recorre.
Tan cerca de la esencia.
Mano con mano.
Mi fuerza es tu fuerza.
Es la fuerza.
Escuchas mi canto. Serena en tu jardín.
De flores de blanco nácar y fuentes puras de alabastro.
Mientras crecen las palabras,
Vamos a regar los besos.
Lluvia que cae, sutil.
El viento nos lleva.
Lejos.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Après
Una vez, tus palabras fueron aliento.
Estaba perdida.
Y quise encontrarme.
Encontrarme y encontrarte.
Se ordenan los recuerdos.
Fluyen los hallazgos y las invenciones.
Mientras, los sueños se explayan a su antojo.
Algunas partículas de la esencia.
Detrás de cada color habita el eco de un porvenir condensado en un instante.
Instante bendito. Pues caen rotas las cuerdas que anclan las ideas al mundo.
Esta pequeña esfera, tan inmensa. Tan extraña.
Entelequia proyectada al universo.
Lo posible. Lo real. Se confunden en un punto.
Es obscuro el silencio.
Tu silencio me conduce a la espesura.
Allí donde se genera el movimiento de las olas.
Y se dilata en amplitud inabarcable.
La eclosión de sentir todo tu espectro.
Renazco, en el ser de tu dulzura.
Estaba perdida.
Y quise encontrarme.
Encontrarme y encontrarte.
Se ordenan los recuerdos.
Fluyen los hallazgos y las invenciones.
Mientras, los sueños se explayan a su antojo.
Algunas partículas de la esencia.
Detrás de cada color habita el eco de un porvenir condensado en un instante.
Instante bendito. Pues caen rotas las cuerdas que anclan las ideas al mundo.
Esta pequeña esfera, tan inmensa. Tan extraña.
Entelequia proyectada al universo.
Lo posible. Lo real. Se confunden en un punto.
Es obscuro el silencio.
Tu silencio me conduce a la espesura.
Allí donde se genera el movimiento de las olas.
Y se dilata en amplitud inabarcable.
La eclosión de sentir todo tu espectro.
Renazco, en el ser de tu dulzura.
martes, 9 de febrero de 2016
Ser alado
Alas le presta a la historia,
El ágil corcel de la memoria.
Más en un marcado sitio,
Quiso guardar un tesoro.
Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.
El ágil corcel de la memoria.
Más en un marcado sitio,
Quiso guardar un tesoro.
Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.
lunes, 8 de febrero de 2016
Me llamo Rojo
Puedo oír vuestra pregunta: ¿En qué consiste ser un color?
El color es el tacto del ojo, la música de los sordos, una palabra en la oscuridad. Como desde hace decenas de miles de años he estado escuchando lo que hablaban las almas, como si fuese el susurro del viento, de libro en libro y de objeto en objeto, puedo afirmar que mi caricia se parece a la de los ángeles. Parte de mí, llama a vuestros ojos desde aquí: esa es mi parte seria; la otra se vuelve alada en el aire, ésa es mi parte ligera.
¡Qué feliz estoy de ser el rojo! Soy fogoso y fuerte; sé que llamo la atención u no podéis resistiros a mi.
No me oculto: para mi el refinamiento no se manifiesta a través de la debilidad o de la falta de fuerza, sino a través de la decisión y de la voluntad. Me expongo abiertamente. No temo a los demás colores ni a las sombras, ni a la multitud ni a la soledad. ¡Qué hermoso es llenar con mi fuego triunfante un superficie que me está esperando! Allí donde me extiendo, brillan los ojos, se refuerzan las pasiones, se elevan las cejas y se aceleran los corazones. Miradme: ¡qué hermoso es vivir! Contempladme: ¡qué bello es ver! Vivir es ver. Aparezco en cualquier parte. La vida comienza conmigo, todo regresa a mi, creedme.
Orhan Pamuk
El color es el tacto del ojo, la música de los sordos, una palabra en la oscuridad. Como desde hace decenas de miles de años he estado escuchando lo que hablaban las almas, como si fuese el susurro del viento, de libro en libro y de objeto en objeto, puedo afirmar que mi caricia se parece a la de los ángeles. Parte de mí, llama a vuestros ojos desde aquí: esa es mi parte seria; la otra se vuelve alada en el aire, ésa es mi parte ligera.
¡Qué feliz estoy de ser el rojo! Soy fogoso y fuerte; sé que llamo la atención u no podéis resistiros a mi.
No me oculto: para mi el refinamiento no se manifiesta a través de la debilidad o de la falta de fuerza, sino a través de la decisión y de la voluntad. Me expongo abiertamente. No temo a los demás colores ni a las sombras, ni a la multitud ni a la soledad. ¡Qué hermoso es llenar con mi fuego triunfante un superficie que me está esperando! Allí donde me extiendo, brillan los ojos, se refuerzan las pasiones, se elevan las cejas y se aceleran los corazones. Miradme: ¡qué hermoso es vivir! Contempladme: ¡qué bello es ver! Vivir es ver. Aparezco en cualquier parte. La vida comienza conmigo, todo regresa a mi, creedme.
Orhan Pamuk
Piedra de fuego
En un pasado remoto, hubo un tiempo en que interpretaba el
mundo de espaldas a lo que éste emana.
Sin mirar a esos ojos, que silentes, escuchan la música modelada con las manos.
Cada mañana, la existencia se desplegaba en mi frente con todo el
color de su encanto. Más anclada en mi limitado pensamiento, sólo me percataba de
las ausencias.
Pues pensaba las cosas tenían que continuarse para
mi goce, per se, durante un tiempo
indeterminado. Más en inactividad, desaparecían.
Ocurrieron los momentos de fuga continuada. Hasta que no
quedo nada. Ni nadie.
Ni instrumentos. Ni espectador. Ni intérpretes.
Al morir su
aparente perpetuidad. Todo paró
Perdí la fugacidad de unos rostros en los que nunca me
detuve.
Entonces, no era consciente de ser el artífice de cada punto
que configura la curvatura invisible del espacio. De ser cada célula bulliciosa,
que vibrando en lo más alto, configura la vida.
Aun no había gustado el sabor de la fuerza de la clave de tu
cuerpo.
Piel de mi piel. Calor de mis entrañas. Aire de mi vuelo.
Aun no.
Hasta que fue.
Y es.
La ceguera y la memoria
Antes de la pintura sólo existía la oscuridad y después de la pintura sólo existirá la oscuridad. Con nuestros pigmentos, nuestro talento y nuestro amor, recordamos la orden que Dios nos dio: ¡Ved! Recordar es saber lo que se ha visto. Saber es recordar lo que se ha visto. Ver es saber sin recordar. Así pues, pintar es recordar la oscuridad. Los grandes maestros que aman la pintura y que son conscientes de que los colores y la vista están hechos de oscuridad, quieren regresar a la oscuridad divina a través de los colores. El que no tiene memoria no recuerda a Dios ni su oscuridad. La pintura de todos los grandes maestros busca en sus colores la negrura fuera del tiempo.
Me llamo Rojo
Orhan Pamuk
Me llamo Rojo
Orhan Pamuk
domingo, 7 de febrero de 2016
Abuela diosa
El viento azota con furia las superficies que toca.
Trae consigo un frío de nieve. Un eco de un invierno que no es.
Momento de placer, ponerse a resguardo, al calor de la atalaya.
En esta soledad calmada que precede al sueño.
Él duerme.
Me ha traído de vuelta. Con su ángel y dulzura.
Llama a mi madre la abuela diosa. Dice que gracias a ella, ni él ni nosotros, somos espacio o vacío.
Agradezco su cansancio y su urgencia por venirse a casa. Tampoco terminaba yo de sentirme a gusto.
Se me ha olvidado como es esa cosa de salir.
Miro a la gente y es como si a todos nos hubiese pasado por encima el programa del tiempo, ese que envejece las facciones. Y sin embargo, todo pareciese querer ser igual que siempre, negándolo. El tiempo.
Los mismos personajes. Las mismas poses. No sé.
Al menos no me genera ya desasosiego, esta sensación.
Simplemente, no me interesa. Y nos vamos. Nos venimos.
Pienso, que he quemado tantas noches que no recuerdo haber guardado ninguna en la recámara de los por si acasos. Así no. Además, ya no fumo. Ni siquiera queda el placer de ese último pitillo de madrugada, antes de rendirte al sueño.
Mejor yacer, entre las sábanas.
Desnuda, en la suavidad de un buen libro. Abierto, entre las manos, apoyado en el pecho.
Al ritmo de la respiración, Adentrarme.
Y encontrarte.
Trae consigo un frío de nieve. Un eco de un invierno que no es.
Momento de placer, ponerse a resguardo, al calor de la atalaya.
En esta soledad calmada que precede al sueño.
Él duerme.
Me ha traído de vuelta. Con su ángel y dulzura.
Llama a mi madre la abuela diosa. Dice que gracias a ella, ni él ni nosotros, somos espacio o vacío.
Agradezco su cansancio y su urgencia por venirse a casa. Tampoco terminaba yo de sentirme a gusto.
Se me ha olvidado como es esa cosa de salir.
Miro a la gente y es como si a todos nos hubiese pasado por encima el programa del tiempo, ese que envejece las facciones. Y sin embargo, todo pareciese querer ser igual que siempre, negándolo. El tiempo.
Los mismos personajes. Las mismas poses. No sé.
Al menos no me genera ya desasosiego, esta sensación.
Simplemente, no me interesa. Y nos vamos. Nos venimos.
Pienso, que he quemado tantas noches que no recuerdo haber guardado ninguna en la recámara de los por si acasos. Así no. Además, ya no fumo. Ni siquiera queda el placer de ese último pitillo de madrugada, antes de rendirte al sueño.
Mejor yacer, entre las sábanas.
Desnuda, en la suavidad de un buen libro. Abierto, entre las manos, apoyado en el pecho.
Al ritmo de la respiración, Adentrarme.
Y encontrarte.
sábado, 6 de febrero de 2016
Pietá
La verdadera visión precede a la forma y a la materia, porque las crea.
En la mente.
A golpe de cincel.
Prescindir de lo inútil.
Construir los puntos de apoyo.
En los que descansa el alma.
Fortaleza es sustantivo femenino.
En la mente.
A golpe de cincel.
Prescindir de lo inútil.
Construir los puntos de apoyo.
En los que descansa el alma.
Fortaleza es sustantivo femenino.
viernes, 5 de febrero de 2016
Yo sigo
Se ha convertido en un hombre como los demás -me dijo refiriéndose a él.
¡Ya no quiere saber lo que no sepa de antemano!
Lo que no comprendía, entonces, es que se trataba de su reflejo más exacto.
Yo sigo.
Sé mirar.
Sin red.
Sólo entonces, se ve.
(Texto cursiva - Orhan Pamuk. El castillo blanco)
¡Ya no quiere saber lo que no sepa de antemano!
Lo que no comprendía, entonces, es que se trataba de su reflejo más exacto.
Yo sigo.
Sé mirar.
Sin red.
Sólo entonces, se ve.
(Texto cursiva - Orhan Pamuk. El castillo blanco)
Carnaval
Desaparecer. En la amplitud de lo abstracto.
Gozar los instantes de realidad que subyacen lo aparente.
Tras el cerco de dos ventanas horadadas, se encuentra el punto exacto de expresión de los deseos.
Ser. Sin quien.
¿A que no me conoces?
Carnaval.
Gozar los instantes de realidad que subyacen lo aparente.
Tras el cerco de dos ventanas horadadas, se encuentra el punto exacto de expresión de los deseos.
Ser. Sin quien.
¿A que no me conoces?
Carnaval.
De madrugada
Estupefacción.
Grandes dosis de cansancio y dolor.
Más, éstas, son sólo palabras separadas por grandes espacios en blanco. De tal forma que pueden sentirse inconexas. Abalorios perdidos en las arenas del desierto.
Cuando en algunos momentos de este trance, estuvimos muy cerca del final, me atormentaba pensando qué que cosa era la que hacíamos tan rematadamente mal. Era un bucle que se repetía de manera muy parecida a hacía años.
Como si lo que ocurre obedeciese necesariamente a una lógica descifrable.
Es sólo que no entendía la lección a aprender.
Es sólo que no hay respuestas que sirvan a lo inexplicable.
Dolor es saber que se pierden los referentes. Y se ha de continuar, necesariamente, sin ellos. Cada uno un momento. De paso. De caída.
Y continuas el viaje. Aferrándote a lo que puedes. A lo esencial. Como son esos pequeños hallazgos en los aconteceres. Que ennoblecen y elevan un poco el paso respecto la gravedad.
Esos secretos que cada uno construye para ser.
El descubrir la ternura.
El dejarse traspasar por un amor profundo. Oculto durante tanto. Revestido, entonces, por una abrupta capa de rudeza.
Ver en los otros rostros el camino. Cuando no eres capaz de mirar el tuyo desfigurado por el cansancio.
Reconocer la fortaleza. Saberse poseedor de ella.
Cuando consideras que ya no más. Que no puedes. Después, siempre, hay otro más. Aun más duro.
Y también puedes con él.
Me quedo. Aquí, quieta.
En este cariño y estas nuevas formas. Apenas recién nacidas.
Pequeños puntos de tangencia. Palpitantes de emociones. Surgiendo. Creciendo.
Vivir.
Enfrentar el miedo.
Cada vez.
Ganar.
Hasta que no quede nada que deslustre el sentimiento.
Grandes dosis de cansancio y dolor.
Más, éstas, son sólo palabras separadas por grandes espacios en blanco. De tal forma que pueden sentirse inconexas. Abalorios perdidos en las arenas del desierto.
Cuando en algunos momentos de este trance, estuvimos muy cerca del final, me atormentaba pensando qué que cosa era la que hacíamos tan rematadamente mal. Era un bucle que se repetía de manera muy parecida a hacía años.
Como si lo que ocurre obedeciese necesariamente a una lógica descifrable.
Es sólo que no entendía la lección a aprender.
Es sólo que no hay respuestas que sirvan a lo inexplicable.
Dolor es saber que se pierden los referentes. Y se ha de continuar, necesariamente, sin ellos. Cada uno un momento. De paso. De caída.
Y continuas el viaje. Aferrándote a lo que puedes. A lo esencial. Como son esos pequeños hallazgos en los aconteceres. Que ennoblecen y elevan un poco el paso respecto la gravedad.
Esos secretos que cada uno construye para ser.
El descubrir la ternura.
El dejarse traspasar por un amor profundo. Oculto durante tanto. Revestido, entonces, por una abrupta capa de rudeza.
Ver en los otros rostros el camino. Cuando no eres capaz de mirar el tuyo desfigurado por el cansancio.
Reconocer la fortaleza. Saberse poseedor de ella.
Cuando consideras que ya no más. Que no puedes. Después, siempre, hay otro más. Aun más duro.
Y también puedes con él.
Me quedo. Aquí, quieta.
En este cariño y estas nuevas formas. Apenas recién nacidas.
Pequeños puntos de tangencia. Palpitantes de emociones. Surgiendo. Creciendo.
Vivir.
Enfrentar el miedo.
Cada vez.
Ganar.
Hasta que no quede nada que deslustre el sentimiento.
Noche
Te presiento.
Justo en el momento que me siento caer. Exhausta.
Llegas a mi.
Y me aferro a tu ser. Rotundo. Poderoso.
Busco el escondite de tu pecho. El lugar exacto donde acoges mi rostro. Mi refugio.
Al escuchar la voz más dulce, los labios se deslizan. Con suavidad extrema. Levitan. En el aroma perfecto de tu piel. Descubren lo secreto.
Los cuerpos cimbrean en su abrazo.
La luna mengua. Discreta. Cómplice.
Justo en el momento que me siento caer. Exhausta.
Llegas a mi.
Y me aferro a tu ser. Rotundo. Poderoso.
Busco el escondite de tu pecho. El lugar exacto donde acoges mi rostro. Mi refugio.
Al escuchar la voz más dulce, los labios se deslizan. Con suavidad extrema. Levitan. En el aroma perfecto de tu piel. Descubren lo secreto.
Los cuerpos cimbrean en su abrazo.
La luna mengua. Discreta. Cómplice.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Virĭdis
En un sueño surgió un lecho
De esmeraldas y turquesas
El reposo de tu mar
El espejo de la tierra
Tu luz se baña en sus aguas
Las caracolas te besan.
martes, 2 de febrero de 2016
Dos del dos
Contemplo la desolación nocturna de los tentáculos de la ciudad.
Sin el descanso de los colores y vuelos del cielo.
Descubro, en cada rincón de este espacio el olor acre. Se agrava mi malestar.
En ocasiones yo también siento esa fealdad que nos sitia. Pero no sé detenerme demasiado en esa sensación. Bueno, en realidad no quiero.
Basta un pequeño fogonazo de sentido. Entonces, entiendo que simplemente es desánimo. Distorsionador desánimo.
Estoy cansada.
Hoy, sólo quiero perderme en las páginas del libro que tengo en mi regazo. Convertirme en cada uno de sus personajes.
¿Acaso no es la vida cada una de las voces que cuentan el detalle de su historia?
¿No somos cada voz, mientras la escuchamos e interiorizamos?
¿No somos también lo que inventamos y recreamos?
Pensamos mucho en el adentro.
Y sin embargo, nos conocemos cuando fagocitamos lo que está fuera de nosotros. Hasta incorporarlo a la esencia.
En la combinatoria de lo posible, somos una mezcla irrepetible de curiosidad y atención.
Sumergirse.
Para emerger, renacidos.
Vamos.
Sin el descanso de los colores y vuelos del cielo.
Descubro, en cada rincón de este espacio el olor acre. Se agrava mi malestar.
En ocasiones yo también siento esa fealdad que nos sitia. Pero no sé detenerme demasiado en esa sensación. Bueno, en realidad no quiero.
Basta un pequeño fogonazo de sentido. Entonces, entiendo que simplemente es desánimo. Distorsionador desánimo.
Estoy cansada.
Hoy, sólo quiero perderme en las páginas del libro que tengo en mi regazo. Convertirme en cada uno de sus personajes.
¿Acaso no es la vida cada una de las voces que cuentan el detalle de su historia?
¿No somos cada voz, mientras la escuchamos e interiorizamos?
¿No somos también lo que inventamos y recreamos?
Pensamos mucho en el adentro.
Y sin embargo, nos conocemos cuando fagocitamos lo que está fuera de nosotros. Hasta incorporarlo a la esencia.
En la combinatoria de lo posible, somos una mezcla irrepetible de curiosidad y atención.
Sumergirse.
Para emerger, renacidos.
Vamos.
lunes, 1 de febrero de 2016
Escucha
No hay consuelo en la razón, cuando se trunca la vida.
Ni en unos pies que descansan, si están faltos de los besos.
Hay una melodía escondida en cada ser.
Al calor del sentimiento toma forma y se hace plena.
Entonces, la música va surgiendo.
Despliega su hermosa estructura. Su dulce lenguaje primigenio.
Escucha.
Es tan dulce. Tan serena.
Camina sobre las olas del mar.
Son los labios cuando cantan.
Con los ojos cerrados. Imaginando otros mundos.
Se encuentran las palabras.
Son las caricias del momento.
Generando el más sutil de los movimientos.
Ni en unos pies que descansan, si están faltos de los besos.
Hay una melodía escondida en cada ser.
Al calor del sentimiento toma forma y se hace plena.
Entonces, la música va surgiendo.
Despliega su hermosa estructura. Su dulce lenguaje primigenio.
Escucha.
Es tan dulce. Tan serena.
Camina sobre las olas del mar.
Son los labios cuando cantan.
Con los ojos cerrados. Imaginando otros mundos.
Se encuentran las palabras.
Son las caricias del momento.
Generando el más sutil de los movimientos.
Febrero
Con la idea de permanencia, se percibe y se siente la belleza de lo efímero.
Se enciende.
La nobleza de un gesto.
El estallido de una risa.
Praná sideral en efervescencia plena.
Metamorfosis continua. Vida.
Extraño y errático viaje.
Poco se espera.
Entonces, llegan los hallazgos.
Con los ojos bien gastados. Y la atención plena.
Esa lejanía que de niño se enseña a ver.
Se desdibuja. Desaparece.
En la necesaria búsqueda de lo próximo.
Se descubre la delicada estructura que posibilita lo existente.
Es ordenada y clara.
Es un hermoso lenguaje de una complejidad más allá de toda conciencia.
Es asomarse al borde de un abismo sin sentir el vértigo de duda.
Su fondo y cima se configuran con lo mismo.
Es la mirada, filtrada por un no se qué. Se hace muy afinada en los pequeños detalles.
Es algo indefinible, móvil, que se superpone a la perspectiva habitual.
Se borran los contornos estáticos entre las cosas y a la vez se percibe todo el esplendor de lo que la cosa es. De alguna manera, se hace presente. Se siente.
Los ojos muestran al cerebro la materia como algo continuo. Tanto más cuanto más densa es.
Hasta el cielo gaseoso se percibe como un plano o como un volumen, pues lo se representa en sus colores y su luz.
Y sin embargo todo es poroso.
Estructuras geométricas que se superponen a organizaciones estructurales topológicas de mayor grado. Estructuras dinámicas atómicas de elementos que se organizan entre sí y configuran mediante fuerzas electro magnéticas para crear la vida.
Somos de la materia de la tierra en una combinatoria divinamente compleja. Nos anima sus mismas fuerzas. Lo que a ella le pasa nos repercute. Y esto es recíproco.
Nos pensamos. Nos podemos pensar reduciéndonos a la expresión más elemental.
La que se toma de prestado para aprender este planeta.
La que se devuelve, inexorablemente.
Se enciende.
La nobleza de un gesto.
El estallido de una risa.
Praná sideral en efervescencia plena.
Metamorfosis continua. Vida.
Extraño y errático viaje.
Poco se espera.
Entonces, llegan los hallazgos.
Con los ojos bien gastados. Y la atención plena.
Esa lejanía que de niño se enseña a ver.
Se desdibuja. Desaparece.
En la necesaria búsqueda de lo próximo.
Se descubre la delicada estructura que posibilita lo existente.
Es ordenada y clara.
Es un hermoso lenguaje de una complejidad más allá de toda conciencia.
Es asomarse al borde de un abismo sin sentir el vértigo de duda.
Su fondo y cima se configuran con lo mismo.
Es la mirada, filtrada por un no se qué. Se hace muy afinada en los pequeños detalles.
Es algo indefinible, móvil, que se superpone a la perspectiva habitual.
Se borran los contornos estáticos entre las cosas y a la vez se percibe todo el esplendor de lo que la cosa es. De alguna manera, se hace presente. Se siente.
Los ojos muestran al cerebro la materia como algo continuo. Tanto más cuanto más densa es.
Hasta el cielo gaseoso se percibe como un plano o como un volumen, pues lo se representa en sus colores y su luz.
Y sin embargo todo es poroso.
Estructuras geométricas que se superponen a organizaciones estructurales topológicas de mayor grado. Estructuras dinámicas atómicas de elementos que se organizan entre sí y configuran mediante fuerzas electro magnéticas para crear la vida.
Somos de la materia de la tierra en una combinatoria divinamente compleja. Nos anima sus mismas fuerzas. Lo que a ella le pasa nos repercute. Y esto es recíproco.
Nos pensamos. Nos podemos pensar reduciéndonos a la expresión más elemental.
La que se toma de prestado para aprender este planeta.
La que se devuelve, inexorablemente.
El descubrimiento de la circunferencia
Todo ser, decía, es una convicción matemática. Para la inmensa mayoría, esta consiste en la unidad, o sea, la evidencia abstracta de la línea limitada por si misma.
Esto, que es un puro instinto, pues viene por transmisión hereditaria, sin necesidad alguna de formularse, nos mortifica naturalmente. Los seres unitativos mueren por la convicción correlativa de la finalidad, que adoptan cuando son incapaces de concebir la perfección de la circunferencia; porque una circunferencia perfecta no tiene fin, y la muerte carece entonces de razón.
Los que comprenden el problema, muy pocos, necesitan vigilar su circunferencia. Es los que hacía Clinio Malabar.
Leopoldo Lugones
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