viernes, 3 de junio de 2016

La compañía de los buenos momentos

Existe la compañía de los buenos momentos. Variopinta y alegre.
¿Verdad que pasamos buenos ratos juntos, cogidos de la mano del vaporoso instante feliz?
Descubrimos diversas formas de divertimento. Los sortilegios efímeros para esconderse del temor y de los miedos.
Fuimos hábiles constructores de la barrera permeable del momento placentero. La noche fue nuestro ámbito.
Exhaustos de alcohol y de fiesta, agotados, anulábamos el último nefasto pensamiento.
Al despertar, continuábamos. Conducidos por la marcha del reloj de la gris rutina. Hasta el siguiente encuentro. Considerando que, en la compañía de los buenos momentos, los harapos del corazón se harían más llevaderos.
Fue una ilusión de compartir cercanía. Quizás, sólo éramos muchos cuerpos juntos, haciendo lo mismo. Un vacuo ritual.
Puede, que incluso alguna vez , hubiese algún destello de verdad.
Será que construíamos triángulos de naipes, casitas, apenas sosteniéndose unas puestas al lado de otras.
¡Qué bueno que caí!
Mucho mejor ahora, cuando me levanto.
Miro con insistencia el vasto horizonte. Ya no me encuentro con vuestros rostros.
Y no me extraño. Tan sólo observo.
La soledad es mi maestra.
El silencio, mi amigo.
Trabajando, la mente mi mejor aliada.
Me levanto con los besos, los abrazos y el cariño.
Tus caricias son el fluir de vida en mi sangre, bombeando mi latir.
Mis ojos, poco a poco, se acostumbran a la luz de esta tranquila vida.
Despejada de compañas y aderezada de amores, habitantes de mi alma.

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