La grandeza acoge el canto amable del espíritu.
Tiende puentes amigos hacia tu espacio intangible.
Besa tu frente, cuando encuentra en tu mente los posos de algún pesar.
Eres de su misma naturaleza, alma risueña, pues en sus adentros se extingue la tristeza.
La grandeza inocula humildad en el ser. Conocimiento para saber.
Las trazas de la humildad se ocultan en la perfecta curvatura de unos pies descalzos. En la tangencia rítmica e intermitente de un taconeo a golpe de calcáneo. Determinando trayectorias definitorias del mundo.
Quizás, lo único cierto, es que la grandeza es el seno y matriz de todas las criaturas, posibilitadora de la existencia.
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